''Dadle a una mujer los zapatos adecuados y conquistará el mundo'', o al menos eso es lo que pensaba Marilyn Monroe. Estoy segura de que la despampanante rubia se refería a unos tacones de infarto, y con ello hablaba del contoneo de caderas que realiza una mujer cuando se encarama a unos centímetros de más. Capaz de hipnotizar a ejércitos enteros. La frase ya se me ha quedado vieja. Muy vieja. Porque a día de hoy, estoy casi segura, de que para llegar a conquistar el mundo una mujer necesita tacones, sandalias, deportivas y hasta botas de asalto. El caso es pisar fuerte y adecuadamente al momento y situación. Todo esto me ha venido a la mente mientras observaba a Doña Letizia cojear por el Teatro Real con unas bambas blancas.
La Reina prefirió bajarse del supuesto zapato protocolario para el evento que presidía que cancelar su agenda por un mal golpe en el pie. Y así la hemos visto toda la semana, rodeada de mujeres ''entaconadas'' y sin perder la compostura. La imagen es cuanto menos curiosa pero nos sirve como ejemplo de muchas cosas. La primera de todo, la etiqueta es una sugerencia de los organizadores de cualquier evento y no obliga a vestir de ninguna manera a nadie. ¡No iban a dejar a la Reina en la calle por no ir en tacones! Pero tampoco a ningún invitado, adelanto.
¡No iban a dejar a la Reina en la calle por no ir en tacones! Pero tampoco a ningún invitado, adelanto
Es decir, que puede ser que por costumbre lo habitual sea ir con zapatos, mocasines o alpargatas. Pero eso, costumbre, no ley. Que una cosa sea más correcta que otra no quiere decir que esté mejor o peor. Sí, lo sé, la frase es ciertamente enrevesada pero seguro que entendéis lo que quiero sugerir. Todo esto con más motivo todavía si la justificación de una elección estética es por motivos de salud, creencia, religión o incluso ''marca personal''.
Al igual que le ha pasado a Doña Letizia, hace unos meses el ministro Puente tuvo que acudir al Congreso con unas zapatillas acompañando a su traje de chaqueta. Lo cierto es que a mí de primeras me pareció un horror (vaya por delante que una cosa es que se pueda hacer, otra muy diferente es que me guste) pero me aclararon que también eran por motivos médicos. Aquí yo hablé antes de tiempo y me ''auto demostré'' que las primeras impresiones muchas veces pueden ser equivocadas y que incluso los que nos dedicamos a estas cosas podemos patinar ocasionalmente.
Pero es que claro, ver a Doña Letizia con zapatillas en un acto oficial nos chirriaba a todos, ver a un político con unas pintas cuestionables en el Congreso, por desgracia, cada vez es más habitual y claro, suelto los perros antes de tiempo. Porque aunque soy una firme defensora de la libertad de expresión estética, lo soy más todavía del respeto que supone arreglarse para cumplir ciertas funciones, sobre todo laborales. Y ojo, que aquí no digo que nadie tenga que sufrir. Que los tacones pueden ser preciosos pero matadores.
Pongo otro ejemplo, Francina Armengol, que los que me seguís por aquí o por redes, sabéis que ha sido objeto de alguna de mis más duras críticas… Sin embargo, la defenderé siempre en cuanto a temas de calzado. Debe ser, y esto es una suposición, que la presidenta del Congreso tiene unos pies delicados, se le nota. Por ese motivo opta siempre por bailarinas o zapatos bajitos y de horma ancha. Puede que no sean ni los más bonitos ni estilosos del mundo, pero son apropiados y los que le permiten desarrollar su labor con cierta comodidad. Que ya sabemos que si duelen los pies es complicado pensar… ¡Y lo primero es lo primero!
No sé si este accidente doméstico de la Reina marcará un antes y un después en tendencias de calzado, pero sí que es cierto que es un poco síntoma de que ahora las cosas del vestir tienen más permisividad. Ya no es raro ver a muchas mujeres en zapato plano en cualquier 'photocall' o boda… Incluso Frances MacDormand entregó un Oscar con unas Birkenstock hace unos años. Vamos, que eso que cantaba El Canto del Loco de ''quiero entrar, en tu garito con zapatillas…'' en plan suplicatorio, ya se ha quedado absolutamente obsoleto. Ahora, lo 'cool' es ir en zapas donde te de la ''real gana''.
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