El fin de semana estuve en Alicante disfrutando la exposición de la diseñadora Sara Navarro en el Museo de Bellas Artes de la Diputación (MUBAG). Se titula El arte como inspiración, pero también podría haberse llamado Lo que la curiosidad ha hecho en mi vida porque Sara es paradigma de cómo una mente curiosa logra lo que se propone.
Ligar obras de Tapies, Chillida, Guinovart, Miró o Jaume Plensa, pertenecientes a la colección particular de Sara, con sus zapatos, es un derroche de ingenio cargado de metáforas. Los pasos que damos en nuestro camino vital. Los juegos infantiles que no debemos de abandonar nunca. La niña que todavía somos. La mujer que deseamos ser. El color que trasciende a los claroscuros de la vida. Y tras los símiles, una verdad aplastante: cuando eres capaz de dotar a tu curiosidad de propósito, consigues cosas. Es fácil ver en la trayectoria de Sara el efecto de una curiosidad dirigida a algo, y no por fuerza aquello que nos proponíamos al principio, porque hay que ir soltando las expectativas para abrazar lo que llega y valorarlo.
No siempre las personas imaginativas logran concretar sus proyectos, muchas inician decenas de ellos sin concluirlos; la clave está en poner foco en uno de los temas a los que das vueltas y más vueltas, buscar para él una finalidad concreta y un plan de acción para lograrla. Esto sirve para ti, que te gustaría emprender, o para tus hijos cuando tienen que hacer nuevas tareas en el cole, de hecho, la novedad se puede contemplar con temor o con emociones positivas porque les apetece descubrir lo que ella implica.
¿Cuál es el proceso entonces para que la curiosidad dé frutos? Simple. Pregúntate si aquello que llama tu atención supone solo un entretenimiento o responde a algo importante para ti. A continuación, explora qué buscas con ello e imagina qué se te ocurre para que deje de ser una simple ilusión que te atrae y poco más. Después, traza un plan con logros "evaluables" y que tanto tú, como los demás, podáis comprobar. A mí me pueden cautivar esas fotos de gente de cualquier edad cruzando la meta de la maratón de Nueva York con gesto de haber logrado la hazaña de su vida, y sentir que quiero estar ahí. Puedo, incluso, comprarme unas zapatillas y animarme a correr los sábados si no tengo mucho lío -aun a riesgo de sufrir la fascitis de años atrás-, pero si dependo solo de esa motivación endeble, lo más probable es que me desinfle.
Debo preguntarme cuánto lo deseo, por qué y para qué, qué va a aportarme, cómo va a cambiarme y, si es importante para mí y la maratón supone un reto que de lograrlo reforzaría mi autoconfianza, por ejemplo, después exploraré qué pequeños hábitos y rutinas tengo que modificar, cómo realizarlas, trazar un plan y un modo de comprobar que se está cumpliendo. Y prever qué haré si mis ganas se agarrotan o si las circunstancias me impiden realizarán mi proyecto en el tiempo previsto.
Por lo que conozco a Sara Navarro, en cada uno de sus proyectos ha indagado todas las posibilidades para lograr lo que se proponía que, por cierto, siempre estaba ligado al arte por muy industrial que fuese el proceso de fabricar zapatos. No conozco a ningún artista que no se defina curioso porque existe un poso de insatisfacción en la creación artística: siempre están buscando la excelencia y no se conforman nunca. Esa exigencia también la veo en los niños que desean probar cosas nuevas y da la sensación de que se hartan enseguida: no te engañes, están descubriendo el mundo alrededor. Prueban y prueban hasta que algo les resuena tanto como para quedarse en ello más tiempo.
Cuando las empresas demandan gente creativa, disruptiva y abierta a innovar, para sus equipos en realidad deberían de decir "solicitamos trabajadores/as altamente curiosos/as" porque esa insatisfacción constructiva de la curiosidad es la que dota al ser humano de las cualidades que buscan las organizaciones. No sirve reclamar creatividad sin saber que para lograrla hay que activar antes la curiosidad.
En fin, que Alicante se ha calzado los zapatos rojos de Sara y los seguirá llevando unos meses más en el afán de despertar curiosidad por el arte. ¿Y lo bonita que está la ciudad en Navidad?
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