El día en que Esther Cerdán vio a la Reina Letizia llevando un traje suyo se dijo que eso de soñar en voz alta había funcionado. Cuenta que mientras hacía malabarismos diseñando y cuidando de sus hijas, le dijo a su marido, quien le había prestado su apellido para bautizar su firma de ropa Laura Bernal, "un día la reina vestirá un traje nuestro" y se quedó tan ancha. En julio de 2022 la Reina se puso uno de lunares, con el mundo por montera porque era la Cumbre de la OTAN, y Esther comprobó que los sueños no dejan de ser deseos lanzados al universo con fuerza descomunal.
La diseñadora y yo coincidimos hace tiempo durante un encuentro fugaz y, al reencontrarnos, he comprobado que buena parte de su fuerza reside en la curiosidad. Gracias a ella, Esther crea desde que arramblaba los recortes de las telas preciosas que manejaban en el negocio familiar con los que ella confeccionaba los trajes a sus muñecas. He recordado que yo también lo hacía y no porque mi vocación frustrada sea el diseño, sino porque la curiosidad infantil necesita explorar hasta que encuentra su propósito. Por eso las madres y los padres debéis de cuidar del potencial curioso de vuestros hijos e hijas como pasaporte hacia el futuro profesional donde se realizarán. Cercenarla es un mal negocio.
Hoy mismo, al terminar una conferencia, se ha acercado una mujer que preside una asociación de niños con alta capacidades lamentándose de que la educación reglada es la responsable del desinterés de los pequeños, que se desconectan de su curiosidad, de su creatividad y de la de misma atención, convirtiendo un valor, en una lacra que les condena, a veces, al fracaso escolar. Me apena escuchar esto y, más aún, no tener en mi mano la solución.
En el caso de Esther, su alto comportamiento curioso y su diligencia como estudiante le empujó al Derecho, pero cuando se hartó de los suelos de moqueta, resolvió dejar ese mundo y lanzarse a emprender y sacar adelante su propia firma. En su mano, la mano de su marido y una confianza infinita de hacer lo que deseaba. Ahora Laura Bernal es una de las marcas preferidas de las 'celebrities', y a Letizia le sientan sus lunares como a una Reina.
En nuestra conversación, Esther me ha confesado uno de sus últimos triunfos y no se trata de ningún éxito profesional, sino de una pequeña conquista personal de la que se siente orgullosa. Ella siempre ha querido que su hija heredara su pasión por la lectura, aunque su locura de vida no siempre le consiente leer lo que quisiera. ¿Cómo insuflar en un niño este hábito si todo alrededor empuja con fuerza centrípeta a lo contrario? ¿Qué hacer para que no entienda la sugerencia como una imposición y la rechace? ¿Cómo despertar su amor por las historias? Y, sobre todo, si era capaz de que prendiera en la niña ese amor podrían leer juntas: Esther recuperaría un tiempo que añoraba, sin caer en el remordimiento de estar robándoselo a sus hijas.
Esther se hizo estas preguntas muchas veces y su intuición le animó a convertir la lectura en un juego, para lo cual un día invitó a su hija a un lugar mágico. "¿Qué lugar mágico hay en Murcia que no conozca, mamá?", preguntó la niña.
Voy a llevarte al lugar donde duermen los libros, a la Biblioteca Municipal, pero ojo… allí no se puede hablar. Hay que guardar silencio. ¿Quieres descubrirlo?
Ante esta sugerente propuesta la niña dijo "sí". Así fue como visitaron la Biblioteca por primera vez, y su hija descubrió un mundo fascinante al que se ha hecho tan adicta, y que cada viernes por la tarde tira de la madre. "No vayamos a llegar tarde y encontremos cerrada la biblioteca". Esther ha vuelto a sus historias, mientras su hija comienza a descubrir las suyas. La curiosidad infantil no se pierde si los adultos sabemos cuidar de ella, abonarla y hacerla florecer.
¿Quieres recibir gratis todos los jueves en tu correo los mejores contenidos de belleza, moda y estilo de vida? Apúntate a nuestra Newsletter.
Comentarios