Ahora sí que hay brujas en Brujas

  • La ciudad flamenca se llena de magia con la exposición 'Las Brujas de Bruegel'.
  • La muestra reúne más de cuarenta obras sobre la brujería, creadas por grandes maestros holandeses y flamencos en el período entre 1450 y 1700.
  • Una excusa perfecta para bucear en la Historia y conocer la región belga de Flandes.
Imagen de la exposición 'Las brujas de Bruegel' que puede visitarse en la ciudad de Brujas hasta el 26 de junio de 2016.
Imagen de la exposición 'Las brujas de Bruegel' que puede visitarse en la ciudad de Brujas hasta el 26 de junio de 2016.
SARAH BAUWENS
Imagen de la exposición 'Las brujas de Bruegel' que puede visitarse en la ciudad de Brujas hasta el 26 de junio de 2016.

Uno llega por primera vez a la preciosa e impecable ciudad medieval de Brujas, en la región belga de Flandes (al norte del país), y lo primero que las neuronas concluyen es que su nombre (en flamenco Brugge y en francés Bruges) algo tendrá que ver con la brujería. Pero no. O sí... La palabra que nombra a este mágico lugar, donde nada parece haberse movido en tres siglos, hunde sus raíces en el término germano "brugj", que se traduce como "embarcadero", en una clara referencia a los canales que serpentean por la ciudad flamenca, conocida por muchos como la "Venecia del norte" (con permiso de Ámsterdam). Asociando el duro sonido con la palabra más similar en español, parece que su nombre derivó por fin en el actual.

Hoy sabemos que aunque las maléficas mujeres no dieron nombre a la ciudad belga, la realidad es que la génesis de su imagen y posterior consolidación en el imaginario popular sí guardan una estrecha relación con ella, según explica la exposición titulada Las Brujas de Bruegel (Bruegel's witches) que acaba de ser inaugurada en Brujas y que puede visitarse en el Sint-Janshospitaal de la ciudad hasta el próximo 26 de junio.

Basada en la tesis doctoral de la experta holandesa Renilde Vervoot, la muestra reúne más de cuarenta obras sobre brujería creadas entre 1450 y 1700 por grandes maestros holandeses y flamencos, además de objetos y manuscritos vinculados con las malignas mujeres hechiceras, surgidas en el imaginario colectivo durante aquellos oscuros años.

Desde los primeros momentos de la Edad Moderna en los Países Bajos hasta la actualidad, la exposición (que guía al visitante en la penumbra con velas artificiales) traza la historia de la iconografía sobre las brujas, narrando visualmente cómo comenzaron a retratarlas los artistas de la época y cómo han sido representadas a partir de aquellas imágenes hasta nuestros días (en cuadros, novelas, leyendas, canciones, cuentos, películas...)

Cualquiera en Occidente puede hoy definir una bruja: mujer feucha de pelo largo, arrugada y con verrugas, poseedora de poderes ocultos para inventar pócimas mágicas en un caldero sobre el fuego junto al que se calienta un gato negro de ojos amarillos, siempre ataviada con ropas oscuras y un sombrero negro de pico, y subida a una potente escoba voladora, con la que entra y sale de las chimeneas. Sin olvidar la risa aguda y estridente. Lo que no todo el mundo sabe es que esta icónica imagen de las brujas fue concebida por artistas de los Países Bajos, liderados por el pintor y grabador flamenco Pieter Bruegel, apodado el Viejohace ahora 450 años. Concretamente en dos de sus grabados realizados en 1565.

Antes de esta fecha no existían estereotipos sobre las brujas, pero Bruegel cambió esa realidad. La mayoría de las representaciones de brujas desarrolladas en nuestro continente a partir del siglo XV se inspiraron en acusaciones reales contra mujeres procesadas y condenadas a morir por un delito imaginario e imposible de probar. "La Inquisición llegó a decir que las brujas formaban parte de una secta diabólica", afirma Renilde Vervoot, también comisaria de la exposición.

El artista holandés jugó un papel decisivo siendo el primero en imaginarlas y dibujarlas, y creó la imagen que todavía hoy tenemos de una bruja. Se cree que Bruegel nació en una aldea de Brabante cerca de Breda, entre 1525 y 1530, y falleció en Bruselas en 1569. Está considerado uno de los grandes maestros del XVI, y el pintor holandés más importante de aquel siglo.

Su valentía e ingenio para describir y plasmar lo que nadie había visto jamás pero sobre lo que todo el mundo hablaba -aquellas aberrantes féminas capaces de todo gracias a poderes otorgados por el mismísimo diablo- ha atravesado los siglos hasta nuestros días. Bruegel fue pionero al ilustrar una bruja con su caldero junto a una chimenea y también quien oficialmente las hizo volar sobre una escoba, una imagen que docenas de pintores copiaron más tarde en trabajos sucesivos. Su temática sobre la brujería fue imitada a nivel global.

El belga David Teniers el Joven (1610-1690) se sintió tan inspirado que aún hoy se conservan más de treinta obras suyas dedicadas a las brujas y sus prácticas diabólicas. Otros como Hans Baldung (Grien) y Johann Jakob Wick también replicaron la imagen de las hechiceras creada por Bruegel, trabajos a su vez expuestos en Brujas estos días. De hecho, la visión satírica de Bruegel sobre muchas creencias y costumbres populares de la época guarda una estética similar al modo en que Goya abordó dos siglos depués el tema de la brujería en España.

Chivo expiatorio del cambio climático

La brujería y las persecuciones de brujas son inseparables. Para entender el odio y temor públicos hacia estas mujeres consideradas malignas es preciso observar el contexto histórico en el que surgieron las creencias que las relacionaban con la magia negra, el domonio e incluso con las catástrofes naturales.

"El hecho de que se creyera que podían volar era toda una amenaza para el pueblo en aquella época, me atrevería a decir que comparable al temor que Occidente siente hacia ISIS hoy en día", dice Vervoot.

El gran auge de la caza de brujas en Europa coincidió con un fenómeno climático (entre los años 1560 y 1630 aproximadamente) conocido como la "Pequeña Edad de Hielo", una gélida época en la que, a diferencia de lo que sucede hoy en día, el planeta se enfrió. La impactante y repentina bajada de temperaturas trajo consigo grandes nevadas y tormentas, lagos y ríos se congelaron en el norte del continente impidiendo el transporte de mercancías y alimentos, desatando una oleada de hambrunas, enfermedades y mortandad humana y animal.

A este terrible contexto habría que sumar las carestías surgidas durante la guerra de los Ochenta Años en los Países Bajos. En tiempos de adversidad, se busca (y exige) con desesperación un chivo expiatorio a quien señalar: las brujas fueron consideradas las culpables de una sociedad que acumulaba desgracias, así como desastres naturales imposibles de explicar entonces como un cambio climático. Si aquellas mujeres malvadas podían leer las estrellas y predecir el tiempo era fácil asignarles también el poder de propiciar semejante catástrofe climática durante más de medio siglo, así como el horror de un conflicto armado que se eternizaba.

Quemadas vivas en la hoguera

Todo esto condujo a un aumento de la caza de brujas a lo largo del siglo XVI que se prolongó hasta bien entrado el XVII. Tras la persecución el juicio. Los primeros procesos contra ellas datan de 1430, explica la comisaria.

Según la exposición, en toda Europa (en naciones católicas y pero también protestantes) fueron cientos las mujeres (sólo un 10% de los sentenciados a muerte eran magos o brujos) a las que se torturó (buscando que confesaran públicamente sus poderes ocultos) y ejecutó en nombre de la santa lucha contra las diabólicas herejes que tuteaban a lucifer. Sobre una gran pared negra, la exposición pone por escrito los nombres de las decenas de procesadas en la ciudad de Brujas, la fecha de su muerte e incluso cómo se acabó con su vida.

En las plazas públicas, las amenazantes y sospechosas mujeres eran empaladas, lanzadas vivas a la hoguera hasta que ardían, decapitadas, quemadas en grandes ollas de agua o aceite hirviendo, entre otros muchos horrores, tal y como reflejan algunos de los cuadros de la muestra. Arte que traslada al visitante de este museo belga a una época especialmente conflictiva, oscura e inhumana. Escondida en el corazón de Europa, bella y serena, hoy cuesta imaginar a Brujas como una de las urbes donde el miedo, convertido en locura, costó la vida a cientos de mujeres inocentes.

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