¿Se puede beber alcohol durante el tratamiento con antibióticos? Mitos y verdades

  • Los antibióticos no sirven para tratar gripes o resfriados, ni tampoco para prevenirlos.
  • No es necesario tomarlo con las comida, incluso a veces puede ser contraproducente.
Píldoras de amoxicilina, uno de los antibióticos de amplio espectro más utilizados.
Píldoras de amoxicilina, uno de los antibióticos de amplio espectro más utilizados.
Pixabay
Píldoras de amoxicilina, uno de los antibióticos de amplio espectro más utilizados.

El 18 de noviembre se celebra el Día Europeo para el Uso Prudente de Antibióticos y toda esta semana tiene lugar la Semana Mundial de Concienciación sobre este asunto. 

El principal motivo de este tipo de campañas es concienciar a la sociedad en general y los profesionales sanitarios sobre el uso correcto de este medicamento, pues el mal uso de los antibióticos es la principal causa de la aparición de las conocidas como ‘superbacterias’, organismos resistentes a los antibióticos que provocan cada año 33.000 muertes en Europa, 3.000 de ellos en España, según fuentes del Ministerio de Sanidad.

 Además, La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) calcula que en 2050 habrán muerto en nuestro país casi 78.000 personas por esa causa, un impacto comparable al de la gripe, la tuberculosis y el sida juntos.

A pesar de las campañas, todavía existen una serie de mitos -y algunas verdades- en torno al uso de los antibióticos. Estos son los más extendidos:

1 - Valen para todo, también para gripes y resfriados. Falso

Este es el mito más extendido y el más peligroso, pues los antibióticos sólo actúan cuando existe una infección bacteriana, no las producidas por virus o los hongos. Por eso, no son eficaces para tratar gripes o resfriados, como todavía piensa el 36% de la población en España. En ocasiones, los antibióticos pueden ser eficaces en complicaciones derivadas de la gripe o los resfriados, como otitis, sinusitis o algunos tipos de neumonía, pero no para la enfermedad en sí. Es más, ni siquiera en todas las amigdalitis (placas en las amígdalas) está indicado el uso de antibióticos, por eso cada vez más médicos realizan una pequeña prueba en la consulta para determinar si se trata o no de una amigdalitis estreptocócica, que sí es una infección bacteriana.

2 - Debilitan y bajan las defensas. Falso

En muchas ocasiones, después de tratamiento con antibióticos encadenamos otro tipo de infección, como candidiasis, pero esto no se debe a que os bajen las defensas, sino a la alteración de la microbiota. El antibiótico, al no discriminar entre bacterias ‘malas’ y ‘buenas’, termina con gran cantidad de bacterias que tienen funciones positivas en nuestro organismo. Esto hace que proliferen otro tipo de organismos, como los hongos. Sin embargo, esto solo suele ocurrir en tratamiento prolongados y suele ser pasajero. Lo que nos debilita y nos hace sentir cansados es la enfermedad en sí, no los antibióticos.

3 - Pueden provocar diarrea y quitar el apetito. Verdadero

Como explicamos en el punto anterior, los antibióticos pueden provocar una alteración en nuestra microbiota intestinal y lo que se conoce como diarrea secundaria, sobre todo en el caso de los niños. De hecho, al menos uno de cada 10 niños que toman antibióticos la sufren. Este tipo de diarrea, además de pérdida de apetito, puede provocar una alteración de la absorción de nutrientes, líquidos, minerales, etc. Para evitarla, o minimizarla, cada vez es más habitual es uso de probióticos, especialmente los que contienen Lactobacillus rhamnosus GG, el probiótico bacteriano más estudiado del mundo y del que más se ha probado su eficacia en estos casos. Tomar yogures u otro tipo de alimentos probióticos también puede ayudar.

4 - La resistencia a los antibióticos la tiene sólo el que abusa. Falso.

Son las bacterias las que se vuelven resistentes, no las personas. Y una ‘superbacteria’ puede transmitirse de una persona a otra independientemente de si ha abusado o no de los antibióticos.

5- Deben tomarse siempre con las comidas. Falso.

De hecho, hay algunos tipos de antibióticos, como la azimotricina o el ciprofloxacino, que es mejor tomar alejados de las comidas porque reducen o ralentizan su absorción. El farmacéutico o el médico indicarán cuándo es mejor ingerirlos.

6 - Nunca deben mezclarse con alcohol. Verdadero.

O al menos, no es nada conveniente. En algunos casos, tomar alcohol no intercede en el efecto del antibiótico, pero en muchos casos sí, ya sea disminuyendo su absorción o provocando efectos secundario desagradables, así que lo mejor es evitarlos siempre. Además, el alcohol daña al sistema inmune y reduce la capacidad de nuestro cuerpo para hacer frente a las infecciones, por lo que está especialmente desaconsejado si estamos enfermos.

7 - Cuanto más potentes, mejor. Falso.

Al contrario, pues los antibióticos de amplio espectro, sobre todo si se usan en infecciones comunes, potencian la resistencia a los antibióticos. Para cada tipo de infección, hay un grupo idóneo de medicamentos.

8 - Los inyectados son más eficaces. Falso.

Ni actúan mejor ni antes, pues administrar antibióticos por vía intravenosa suele dejarse para casos especiales, como personas con dificultades para tragar o que toleran mal la medicación.

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