Bonilla a la Vista, las patatas gallegas que arrasan en los Oscar de la mano de 'Parásitos'

Las patatas fritas gallegas de Bonilla a la Vista.
Las patatas fritas gallegas de Bonilla a la Vista.
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Las patatas fritas gallegas de Bonilla a la Vista.
A Coruña, 10 feb (EFE), (Imagen: Josechu Órtiz).- Cesar Bonilla tiene 87 años y motivos para esta feliz. El dueño de la fabrica de patatas 'Bonilla' ha visto cómo la breve aparición de una lata de sus patatas en la surcoreana "Parásitos" -ganadora de cuatro premios Óscar, incluido el de mejor película- ha disparado las ventas de su fábrica, una empresa en la que trabajan poco más de cien personas.  IMÁGENES DE LA CITADA FÁBRICA Y DE LA ELABORACIÓN DE PATATAS. INCLUYE IMÁGENES Y DECLARACIONES DE CÉSAR BONILLA, DUEÑO DE LA FÁBRICA DE PATATAS; DIEGO GARCÍA, PORTAVOZ EMPRESA Y RESPONSABLE DE MÁRKETING Y RAQUEL, OPERARIA.
EFE

Las populares patatas gallegas de Bonilla a la Vista han llegado triunfantes a los Oscar por su aparición en la cinta surcoreana Parásitos, que se ha llevado cuatro premios, incluido el de mejor película, aunque desde la firma coruñesa se enteraron por casualidad de este emplazamiento publicitario.

El empresario César Bonilla, que a sus 87 años sigue al frente del negocio familiar, cuenta en una entrevista en su fábrica de Arteixo que se enteraron por el boca a boca de que su peculiar lata de medio kilo forma parte del atrezo de este filme "cuando ya estaba proyectándose" en España.

"Las noticias ahora corren muy rápido", afirma Bonilla, que pese a que ninguno de sus clientes coreanos les trasladó su presencia en dos escenas de Parásitos, le comunicaron muchos conocidos de A Coruña "que salía la lata ahí debajo de la mesa".

A raíz de su cameo en el filme de Bong Joon Ho, la firma coruñesa ha duplicado su producción. De hecho, desde hace dos semanas la venta online en España de sus famosas patatas se ha incrementado en un 150%, asegura el encargado del departamento de Marketing de la empresa, Diego García.

Así, la familia de empleados Bonilla se multiplica, pues su plantilla, formada por unos 115 trabajadores, ha aumentado en un 10% en las últimas dos semanas, y prevén que el éxito continúe al alza.

En su fábrica de Arteixo fabrican las 550 toneladas de patatas que comercializan anualmente, de las que unas 40 viajan hasta Corea del Sur, país en el que este producto, que se vende allí desde 2016, se ha convertido en un objeto de culto.

Pese a que poseen varios formatos como bolsas grandes y pequeñas, lo que triunfa en el país asiático son las famosas latas de medio kilo, distintivo de la casa, según señala César Bonilla, pues "la lata se conserva mucho mejor", aunque "la calidad del producto es la misma".

"Ahora estamos haciendo unas latas más pequeñas que son más manejables y pueden ir con ellas por la calle", manifiesta sobre su nuevo producto de 275 gramos que, por el momento, es exclusivo para Corea del Sur y está escrito en coreano.

Comercializadas en más de 20 países

El secreto del éxito lo tiene claro este coruñés que nació en 1932, el mismo año que la marca creada por su padre, Salvador Bonilla: "si no tenemos calidad, no vendemos".

Y por eso este alimento elaborado con patata, aceite de oliva y sal puede encontrarse en más de 20 países como Bélgica, Suiza, Reino Unido, Francia, Italia, Estados Unidos, Panamá o incluso Australia, que se incorporó a la distribución en 2019.

"Todos los que lo pidan están servidos", sostiene Bonilla sin cerrar puertas a su expansión. Incluso recuerda, en relación a su éxito internacional que, según le comentaron, "el amigo Boris Johnson cuando era alcalde tenía que tener siempre una lata allí en su despacho".

Este empresario que ya repartía latas de patatas por A Coruña en su moto cuando tenía unos 20 años -pues este fue el primer envase que tuvieron, antes que las bolsas-, se muestra feliz al observar cómo crece su negocio y, aunque confiesa que todavía no ha visto la película, no oculta su agradecimiento y se compromete a solventarlo: "tendré que ir a verla pronto".

Aunque no pactaron ningún tipo de publicidad, el hombre cuya firma es conocida en A Coruña también por sus churros, enfatiza satisfecho: "¡Que salgan donde quieran".

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