¿Cuáles son los problemas de pareja más habituales que se tratan en terapia y qué soluciones aportan los psicólogos?

  • Celos, sexo bajo mínimos, la llegada de un bebé, infidelidades o miedo al divorcio entre lo que más preocupa.
  • El porcentaje de éxito en las parejas que acuden a terapia está en torno al 70%.
Los divorcios en España disminuyeron un 2,8% en 2018.
Los divorcios en España disminuyeron un 2,8% en 2018.
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Los divorcios en España disminuyeron un 2,8% en 2018.

Desde el año 2014 el número de divorcios y separaciones desciende en España. En 2018 se produjeron 99.444 casos, lo que supuso una disminución del 2,8% respecto al año anterior según las estadísticas recogidas en el informe Nulidades, Separaciones y Divorcios que publica el Instituto Nacional de Estadística (INE). A 30 de septiembre de 2019, el mismo informe señalaba 95.254 casos.

¿Podría reducirse todavía más esta cifra si las parejas optasen previamente por acudir a terapia? Los datos parecen afirmarlo. Según la Asociación de Especialistas de Sexología, el porcentaje de éxito en las parejas que acuden a terapia estaría en torno al 70%, una cifra que se incrementa si la pareja acude a consulta al detectar los primeros síntomas (aunque la mayoría suele esperar una media de cinco o seis años antes de dar el paso). Además, el éxito de la terapia no solo se limita a la relación sino que ayuda a mejorar la salud mental cada uno de sus miembros por separado y, si no se encuentra solución al problema, acompaña a la pareja en el proceso de aceptar, afrontar y terminar su historia de la manera menos conflictiva posible.

Pero; ¿cuáles son las dificultades más comunes que se suelen abordar en las terapias de pareja? La lista es amplia y variada: celos, problemas sexuales, infidelidades, la rutina, discusiones… El equipo de psicólogos de ifeel - aplicación líder en España que ofrece terapia online y que está disponible en más de 30 países- nos ayuda a abordar todos estos temas y aporta diversas recomendaciones para intentar solucionar cada uno de estos problemas.

Sufrir de celos

Sin ser específicos de una edad determinada (aunque suelen ser muy frecuentes en parejas jóvenes) ni darse más en hombres que en mujeres, los celos son una cuestión desagradable que separa a los miembros de la pareja y los hace sentir enormemente incómodos. Cuando surge esta emoción hay que plantearse cuánto afecta al bienestar de quién los padece y a la calidad de su relación en pareja. Ya que no es lo mismo, por ejemplo, sentirse incómodo de forma esporádica o sentir celos de forma constante.

¿Qué recomienda el psicólogo? “Intentar transformar la manera de entender la relación, pasar de entenderla en términos de pertenencia mutua a comprenderla en términos de libertad, menos rígidos. Por otro lado, empezar a tener en cuenta que lo que hay detrás de unos celos extremos es una enorme inseguridad, es decir, un gran miedo a ser abandonados. Ese miedo es legítimo, pero hay que aprender a gestionarlo de una manera no agresiva ni abusiva, sino más respetuosa hacia nuestra pareja”.

La brecha de una infidelidad

Mantener una relación sexual y/o afectiva con personas ajenas a la relación pasando por alto el pacto de exclusividad al que implícita o explícitamente se ha llegado con la pareja suele acarrear un gran sufrimiento para ambas partes. La persona engañada, además, cabalga en una montaña rusa de emociones que van desde la tristeza al enfado y que acaba siempre en la misma pregunta: ‘¿qué hacer a partir de ese momento?’

¿Qué recomienda el psicólogo?
“En caso de duda, no dejarse llevar por el primer impulso que surja, ni en un sentido ni en otro. Es decir, no dar por hecho que la relación tiene que acabar porque ha habido una infidelidad, ni dar por hecho que es un bache que se puede solucionar y seguir adelante si no lo sentimos como tal. Hay que tomarse un tiempo para reflexionar qué significa para nosotros esa infidelidad de la pareja y cómo impacta en nuestro compromiso con ella. Eso puede llevar un tiempo, así que merece la pena dedicar el tiempo que sea necesario a tomar la decisión que se considere más adecuada”.

¿Qué hacer si las infidelidades se repiten en el tiempo? “La pareja en este caso tiene ante sí un desafío importante que, probablemente, haya que abordar con la ayuda de un profesional. Lo hagan como lo hagan, deben aprender a leer el mensaje de sus conductas, qué les está diciendo su comportamiento acerca de su relación. No debemos presuponer cuál es ese mensaje, ni que es el mismo para ambos miembros de la pareja. Deben hacer conscientes qué consecuencias está teniendo este patrón en su relación y decidir si están abiertas a integrar de una manera acordada el sexo con otras personas en su relación o, por el contrario, están ante una línea roja que imposibilita seguir adelante juntos”.

Sexo bajo mínimos

A la práctica cada vez menor de sexo en la pareja se puede llegar, fundamentalmente, por dos motivos principales. Falta de deseo sexual, muy frecuente en las parejas que llevan muchos años juntas; o bien a dificultades físicas como la eyaculación precoz y la disfunción erectil, en el caso de los hombres, y el dolor en la penetración y la dificultad para conseguir el orgasmo de las mujeres.

¿Qué recomienda el psicólogo? “Es necesario clarificar las causas del problema, determinar las características del problema en sí (no solo, por ejemplo, un problema de erección como tal, sino el malestar psicológico que genera y cómo éste se manifiesta) e identificar aquellas circunstancias que estén manteniéndolo en el tiempo. La autoestima puede verse dañada, por lo que es recomendable reparar esas grietas con mensajes muy claros: ‘No es verdad que jamás podrás tener una relación sexual con penetración’, ‘En el sexo la penetración y la erección no lo son todo’, ‘Erección y virilidad son cosas independientes’, ‘Tu atractivo sexual va mucho más allá de tu rendimiento en el momento de la penetración’”.

Miedo al divorcio

Asumir que una relación ha terminado es un proceso difícil para cualquier persona que en algunas, además, puede provocar un bloqueo que les lleva a mantener su matrimonio en un estado ‘comatoso’ y les impide dar el paso. Generalmente esta situación tiene que ver con el miedo al futuro, a afrontar una situación de desamparo emocional/material o de nostalgia de todo o vivido con el otro.

¿Qué recomienda el psicólogo?
“Intentar imaginarse las consecuencias de no tomar una decisión, explorar el significado de la relación que se plantea dejar y también las emociones que se despiertan a la hora de interrumpirla. En definitiva, hay que animarse de una manera flexible a tomar la opción de vivir de acuerdo a nuestros valores y necesidades y no tanto de acuerdo a miedos hacia el futuro o nostalgias que miran al pasado”.

Desequilibrios en el cuidado de un bebé

La contribución armoniosa por parte de padre y madre tras el nacimiento de un hijo suele ser una quimera que acaba ocasionando muchas brechas en la pareja. Quien se ocupa más del bebé suele sentirse desbordado o con sensación de soledad. En esta caso cabe preguntarse si la desproporción en los esfuerzos mutuos ya existía antes, si existen otros conflictos añadidos a la pareja y si están comunicando de forma explícita la situación a la otra parte.

¿Qué recomienda el psicólogo? “Los dos adultos responsables deben contribuir de una manera equilibrada a la gestión de la crianza, de la casa y, por supuesto, de la relación de pareja. Para ello deben intensificar sus habilidades comunicativas, organizar bien los tiempos de descanso y de cuidado del bebé y, sobre todo, ser pacientes y benevolentes consigo mismos y con la pareja”.

Ni contigo ni sin ti: salir con alguien que nos marea

Cuando una relación de pareja comienza a construirse y queremos dar el paso a algo más serio no siempre estamos en el famoso “mismo punto”. Eso puede hacer que se produzcan patinazos en la comunicación, en las expectativas que generamos en el otro o en las interpretaciones que hacemos de los mensajes que nos envía.

¿Qué recomienda el psicólogo? “Asumir que ciertos desajustes de este tipo van a estar presentes en toda relación más o menos incipiente. Pero si el ‘mareo’ se convierte en la columna vertebral de la interacción entonces hay que tomar medidas. Dichas medidas irán, básicamente, en dos direcciones: ponerse firmes y demandar explícitamente una estabilidad o bien poner fin a una relación cuya preocupante indeterminación nos está haciendo sufrir más que disfrutar. Dónde está la línea que separa unos escenarios de otros debe establecerlo cada cual. Al fin y al cabo, se trata de sentimientos, no de metros cuadrados de terreno”.

Trabajo y pareja en el mismo saco

Trabajar junto a la pareja supone también tomar ciertas precauciones para que esa situación no suponga un desgaste evitable. Puede estar bien para personas que disfrutan mucho de su mutua compañía pero también convertirse en una debilidad porque disminuyen los ámbitos individuales para enriquecerse al margen de la relación.

¿Qué recomienda el psicólogo? “Hacer ciertas separaciones entre el tiempo de trabajo y el tiempo de convivencia de pareja o familiar, para que ambas facetas no lo ocupen todo, no lo contaminen o confundan todo. De tal a tal hora estamos trabajando, es cierto que no por ello dejamos de ser pareja, por tanto no dejamos de querernos ni de, por ejemplo, ser cariñosos el uno con el otro, pero en esas horas y en ese lugar damos prioridad a los temas y los códigos propios de lo profesional, e intentamos dejar lo doméstico a un lado. Hablar las cosas y establecer límites siempre va a disminuir los conflictos y evitará que se produzcan situaciones incómodas o se hieran sensibilidades, de igual manera que disminuirá que uno de los ámbitos invada al otro”.

Relaciones tóxicas que nos anulan

Existen relaciones de pareja que “piden” un final porque son relaciones tóxicas, que deben interrumpirse por la propia salud y seguridad de sus miembros. Una relación tóxica no es solo aquella en la que existe un serio maltrato de un miembro hacia el otro -o de ambos entre sí- por ejemplo en forma de maltrato físico o grave abuso. Estos son los casos más extremos pero también pueden denominarse así aquellas en la que al menos uno de sus miembros sabe que la otra persona no le conviene y, a pesar de saberlo, se siente incapaz de abandonar la relación. Detrás de ello hay, sobre todo, un importante nivel de dependencia hacia una persona que no solo no nos quiere sino que nos anula.

¿Qué recomienda el psicólogo? “Escucharse atentamente a uno mismo y a las personas que nos quieren para caer en la cuenta de nuestras incoherencias: si nos maltrata es que no nos quiere, si nos maltrata no es buena persona, si no es buena persona no deberíamos querer compartir nuestro tiempo y energía con alguien así. Son cosas que no pueden suceder a la vez. Evidentemente esto es muy difícil, por eso lo primero es aprender a tener claro lo más básico para ir abriéndonos a nuevas posibilidades de relación, ampliar el foco: en el mundo hay gente maravillosa, no debemos conformarnos con alguien que nos trata mal”.

¿Hay patrones de conducta por las que un hombre o una mujer pueden sentirse siempre atraídos hacia cierto tipo de personas que no les hacen bien? “Por supuesto que existen los patrones, todos tenemos el nuestro, sea tóxico o no. Pero una cosa es que exista un patrón, o tendencia, y otra cosa es que estemos determinados a cumplirlo siempre, cosa que no tiene por qué suceder. En las relaciones afectivas en general, y esto se ve claramente en las relaciones de pareja, no solo está en juego lo que los miembros de la pareja se quieren y lo que no, sino qué necesidades de cada uno satisface el otro. Es decir, no estamos con una persona solo porque la queramos o nos guste, sino porque es muy buena satisfaciendo ciertas necesidades de distinto tipo, seamos o no conscientes de ello”.

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