Ni con limón, ni caliente: el agua no hace que los kilos de más desaparezcan

Un vaso de agua con limón.
Un vaso de agua con limón.
Un vaso de agua con limón.

Durante estas fechas, a nadie le amarga un dulce. O dos. Porque aunque llevemos una dieta saludable y una nutrición sana, la Navidad se convierte en una tentación constante para cualquiera y no es raro acabar probando un poco de ese turrón que tiene tan buena pinta o repitiendo plato porque el asado estaba de rechupete. 

Así, enero y septiembre se convierten en dos meses clave para la vuelta a la normalidad: uno por las fiestas navideñas y otro por la vuelta a la normalidad después del verano. Pero en este proceso de recuperación de la vida y la dieta sanas no sirven ni atajos ni milagros: lo más aconsejable es no culparse, retomar la rutina can tranquilidad y no tratar de compensar con técnicas que pueden incluso ser perjudiciales para la salud.

Entre estos trucos milagrosos que suelen ponerse de moda en estos momentos del año y que desaparecen tan pronto como llegan se encuentran, por ejemplo, los relacionados con el agua. Al estar asociados a ella, dan la sensación de ser mucho más veraces y de, aparentemente, no reportar consecuencias negativas para la salud. 

Pero, desde luego, aunque no sean perjudiciales en la mayoría de los casos, tampoco son efectivos, por lo que seguir estas técnicas milagrosas puede desencadenar en algunos casos en frustraciones por no conseguir los objetivos deseados y en ansiedad hacia la alimentación. 

¿Cuáles son algunos de estos bulos?

Desde Salud Sin Bulos tratan todo tipo de mitos en el mundo de la salud y la nutrición y destacan varios engaños relacionados con las propiedades milagrosas del agua mezclada con, por ejemplo, zumo de limón. A esta mezcla, ingerida por la mañana en ayunas, se le atribuyen medidas anticancerígenas que no le corresponden, ya que no son ciertas. 

Sí es verdad que el limón, como otros cítricos, tiene alto contenido en vitamina C e hidrata, por lo que puede ser beneficioso para la salud en estos términos, pero desde luego no sirve como 'quemagrasas' milagroso. 

Otro mito bastante común es el de la temperatura del agua, tanto caliente como helada. Al agua templada se le atribuyen propiedades adelgazantes que no están demostradas científicamente y al agua fría, consecuencia nocivas que igualmente tampoco están corroboradas. 

En el caso de querer contrarrestar los efectos de la Navidad, queda claro que no hay que depositar toda nuestra confianza en técnicas de adelgazamiento de este tipo. Aunque, por otro lado, sustituir el alcohol por agua durante los días de fiesta es una buena medida para poner freno a los excesos navideños. 

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