"Pasar más tiempo en la naturaleza y convivir con animales son esenciales para el equilibrio de la microbiota"

Niña y perro
Está muy demostrado que los niños que tienen contacto con animales cuando llegan a la adolescencia tienen menos alergias y enfermedades autoinmunes", asegura la doctora.
GTRES
Niña y perro

Dolores de cabeza, hinchazón de la tripa después de comer, alergias, dermatitis atópica o esos kilos de más de los que es imposible deshacerse. ¿Sabías que todos ellos son problemas que pueden estar relacionados con un desequilibrio de la microbiota? Pues sí. Los microorganismos están en todas partes: en nuestro intestino, en nuestra boca, en nuestra piel... Y son los responsables de cómo nos sienta la comida, cómo luce nuestro cutis e, incluso, de cómo funciona nuestra memoria.

Tras 20 años investigando la microbiota, la doctora Sari Arponen - doctora en Ciencias Biomédicas por la Universidad Complutense de Madrid, especialista en Medicina Interna y máster en enfermedades infecciosas- publica ¡Es la microbiota, idiota! (Alienta Editorial, 2021), un libro en el que descubre la importancia de la microbiota y cómo sentar las bases para equilibrarla a través de hábitos que podemos incorporar en nuestro día a día. De todo ello hablamos con ella en esta entrevista.

¿Qué es la microbiota?

Es el término científico de lo que antes se llamaba flora, un término que sonará más a la gente. Es ese conjunto de microorganismos que están en diversas partes de nuestro cuerpo, la mayor parte en el intestino pero también en la boca, en la piel, en el aparato genitourinario, en la leche materna... Son sobre todo bacterias pero también hay otros microorganismos, virus, protozoos... Y bueno, tienen que estar ahí. En condiciones de equilibrio nos brinda un estado de salud óptimo y cuando se desequilibra nos genera problemas.

"En condiciones de equilibrio la microbiota nos brinda un estado de salud óptimo y cuando se desequilibra genera problemas"

Mucha gente piensa que todos los microorganismos son malos. Tire en mito por tierra. ¿Por qué son tan necesarios?

Afortunadamente la mayoría de los microorganismos no son malos. Es verdad que la gente tiene esta idea pero pensemos que entre las bacterias, especies que de verdad produzcan enfermedades son solo algunos cientos y, en cambio, microorganismos, bacterias buenas, que puedan formar parte de nuestra microbiota y que hacen un montón de funciones beneficiosas son miles. Por ejemplo, los lactobacillus, hay unos 270 tipos diferentes y no producen enfermedad en condiciones normales. 

"Los microorganismos ayudan a hacer la digestión, fabrican vitaminas en el intestino y nos protegen de los microorganismos que sí son malos"

Por lo que en realidad las bacterias sobre todo pero también los otros microorganismos hacen cosas muy beneficiosas como ayudarnos a hacer la digestión, fabricar vitaminas en el intestino o echarnos una mano para protegernos de los microorganismos que sí son malos. Cuando se dice que los virus están presentes en la microbiota es normal que la gente piense ‘¿cómo van a ser un virus bueno?’ Es verdad que en el último año hemos estado fastidiados con un virus en concreto que sí que es malo pero en nuestro cuerpo tenemos literalmente miles de virus que ni nos enteramos de que están ahí y que también hacen muchas funciones. Por lo tanto la mayor parte de los microorganismos o no hacen nada o son buenos.

¿Cuáles son los problemas de salud más relacionados con un desajuste en nuestra microbiota?

De forma más inmediata es es fácil hacer la correlación directa con todo lo que son problemas digestivos si hablamos de microbiota intestinal o las caries o la enfermedad peridontal si hablamos de la microbiota oral. En el intestino, por ejemplo, ahora se habla mucho de las intolerancias a alimentos, está casi de moda la intolerancia a la fructosa, la intolerancia a la lactosa, un sobrecremiento en intestino delgado de bacterias... Todo esto puede generar que la gente no tolere bien alimentos que a priori son saludables como las cebollas o las coles. Cada vez hay más casos y desde luego las intolerancias tienen una relación directa con la microbiota. Incluso en algo que no es exactamente una intolerancia sino una enfermedad autoinmune como la enfermedad celíaca la microbiota también influye. 

"Cada vez hay más casos de intolerancias y desde luego tienen una relación directa con la microbiota"

La pregunta sería: ¿qué enfermedad no tiene alguna relación con un desequilibrio de la microbiota? Porque realmente desde las alergias o las enfermedades autoinmunes como la celiaquía o la tiroiditis de Hashimoto hasta la obesidad y la diabetes tipo 2 o las enfermedades neurodegenerativas como Alzheimer o Parkinson en todas ellas sabemos que los desequilibrios de la microbiota juegan algún papel. Con eso no quiero decir que el desequilibrio de la microbiota por sí solo necesariamente provoca una enfermedad sino que es un factor más y un factor probablemente muy importante en muchos casos.

"El desequilibrio de la microbiota por sí solo no provoca necesariamente una enfermedad pero es un factor muy importante en muchos casos"

¿Qué síntomas nos pueden hacer sospechar que tenemos algún desequilibrio en la microbiota?

Son muy frecuentes los problemas relacionados con las malas digestiones, que se hinche la tripa después de comer, que haya un exceso de gases que son muy malolientes además. También si hay estreñimiento es imposible que la microbiota esté bien y si hay tendencia a diarreas tampoco estará bien. Todo esto es una señal muy evidente de que hay problemas con la microbiota intestinal. Aparte de eso, además, hay gente que tiene síntomas que no son de ninguna enfermedad en concreto y pueden ser muy variados: desde los dolores de cabeza hasta problemas cutáneos como eccemas o dermatitis, falta de energía... Muchos de estos síntomas difusos, inespecíficos y que se han normalizado pueden tener que ver con una disbiosis (alteración del equilibrio de la microbiota).

"Malas digestiones, la tripa hinchada después de comer, estreñimiento... son señales muy evidentes de que hay problemas con la microbiota"

¿Y qué podemos y debemos hacer para mejorar nuestra microbiota? Se habla mucho de cuidar nuestra alimentación pero también depende de muchos factores relacionados con el estilo de vida.

La alimentación es fundamental pero es verdad que mucha gente se centra mucho en ella y lse olvidan de esas otras cosas. Y entre esas otras cosas está el estrés crónico en un ambiente donde hay mucho sedentarismo, la gente no hace prácticamente ejercicio, tiene un trabajo de estar sentado todo el día, un descanso nocturno inadecuado acostándose tarde y viendo pantallas, y levantándose pronto porque en España curiosamente dormimos bastante menos que en otros países de Europa. Todo esto genera estrés crónico y es muy pernicioso.

Luego, además, está vivir en una ciudad, con el estrés propio que las caracteriza y la contaminación, sin contacto ninguno habituado con la naturaleza. Esto también es muy dañino y mucha gente no cae en ello. Pero lo cierto es que las ciudades nos enferman y la única medicina para las cosas negativas de las ciudades es ir más a la naturaleza. Algo que durante el último año se ha visto dificultado en muchos sitios con los confinamientos perimetrales.

La doctora Sari Arponen, autora de 'Es la microbiota, idiota!'
La doctora Sari Arponen, autora de 'Es la microbiota, idiota!'
ALIENTA EDITORIAL

Usted defiende que pasar tiempo en la naturaleza y convivir con animales son esenciales para la microbiota.

Muchos científicos y divulgadores, sobre todo en Estados Unidos, tienen esta visión de que nuestro estado natural sería vivir en mayor conexión con la naturaleza porque formamos parte de ella. Hasta hace algunas décadas todavía era común tener en la familia algunos animales, no solo perros y gatos, sino alguna gallina, un conejo, en los ámbitos rurales otros animales... En el último siglo esto se ha perdido bastante y al no tener contacto con todo esto reaccionamos mal. Cada vez son más frecuentes las alergias cuando está muy demostrado que los niños que tienen contacto con mascotas y con animales en una granja en su infancia cuando llegan a la adolescencia y a la edad adulta también tienen muchas menos alergias y menos enfermedades autoinmunes.

"Está muy demostrado que los niños que tienen contacto con animales cuando llegan a la adolescencia tienen menos alergias y enfermedades autoinmunes"

El exceso de limpieza, higiene y desinfección que se ha visto acrecentado además en el último año a causa de la pandemia, ¿puede afectar de alguna forma a la microbiota?

Es verdad que en una ciudad con la contaminación y los microorganismos que están en el aire en pequeñas cantidades sí tiene sentido llegar a casa, lavarse las manos e, incluso, darse una ducha pero esto no implica que uno tenga que restregarse por todo el cuerpo con una esponja y gel. Con lavarse las manos y las partes que puedan oler peor como las axilas y la zona genital sería suficiente. El problema está en que nos higienizamos mucho pero luego no tenemos ese contacto con la naturaleza que mencionaba antes, con lo que acabamos perdiendo esa microbiota sobre todo la cutánea pero también la intestinal porque los alimentos nos llegan ahora muy ultrahigienizados, no comemos alimentos fermentados prácticamente y esto hace que perdamos diversidad y variedad de la microbiota. 

"No comemos alimentos fermentados prácticamente y esto hace que perdamos diversidad y variedad de la microbiota"

¿Y qué ha pasado además en los últimos meses? Que hasta hace relativamente poco al menos teníamos contacto con otra personas. Los niños, por ejemplo, en la escuela infantil o en el colegio, también con sus abuelos y esto enriquecía la microbiota de unos y otros. En el último año todo esto se ha perdido y ya hay algún artículo científico que se plantea qué efecto tendrá todo esto a largo plazo, porque el sistema inmunitario de los niños necesita de este entrenamiento de microorganismos que reciben, algunos malos pero la mayoría buenos. Por supuesto, no voy a entrar en hacer un juicio de valor en si esa higiene es buena o mala pero puede tener unas consecuencias, hay que ser conscientes de ello e intentar remediarlo en la medida de lo posible. ¿Cómo? Intentando ir más a la naturaleza y teniendo contactos con personas que de la forma más segura dentro de la situación epidemiológica.

¿Y cómo afecta el consumo regular de medicamentos a la microbiota?

Este es un problema bastante complicado porque no solo son los antibióticos sino también muchos otros como los mal llamados protectores gástricos, el paracetamol, las pastillas para dormir, los antidepresivos... los que dañan la microbiota. Habría que hacer por un lado un esfuerzo muy consciente de quitar aquellos fármacos que no son estrictamente necesarios y prestar aún más atención a todas las medidas que podemos tomar relacionadas con la alimentación, el estrés, la naturaleza... para enriquecer esa microbiota. 

"Los probióticos es mejor que nos los aconseje un profesional de la salud porque hay cientos de diferentes tipos"

Sería muy interesante incorporar los alimentos fermentados, que hace décadas se comían en grandes cantidades y que ahora mismo es difícil encontrar, incluso fermentados de verdad con microorganismos vivos. Y si se quiere o puede podemos recurrir a los probióticos porque tomando esos alimentos fermentados y esos probióticos de forma continuada podemos paliar en una parte ese estado empobrecido de la microbiota. Los fermentados los podemos consumir por nuestra cuenta pero los probióticos es mejor que los aconseje un profesional de la salud actualizado porque hay cientos de diferentes tipos y reconocer el que se tiene que tomar puede ser complicado.

¿Por qué está tan relacionado lo que pasa en el intestino con lo que pasa en nuestro cerebro y en nuestro estado de ánimo?

Por un lado hay una cosa que se llama sistema nervioso entérico, es decir, el propio tubo digestivo tiene 500 millones de neuronas y esto hay mucha gente que no lo sabe. Es la mayor parte del sistema nervioso autónomo. Y por otro lado, el intestino tiene una relación bidireccional con el cerebro. Se mandan constantemente señales del intestino al cerebro, por ejemplo, por el nervio vago, uno de los más importantes de nuestro cuerpo que regula muchísimas funciones fisiológicas; también los microorganismos pueden fabricar neurotransmisores o modular cómo funcionan nuestros neurotransmisores. Es decir, nuestra microbiota tiene mecanismos para que tengamos en el cerebro más o menos serotonina. Y luego nuestro propio cerebro puede influir en el estado de nuestro microbiota. Hay libros escritos como La revolución psicobiótica, que habla de los microorganismos que específicamente pueden ayudar a mejorar el estado de ánimo o el funcionamiento cerebral. Es un tema que tiene entidad propia, que se está investigando muchísimo actualmente, aunque de todo esto ya hablaba Hipócrates, el padre griego de la medicina moderna occidental.

Portada de '¡Es la microbiota, idiota!'
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