Nómadas digitales, cuando tu casa es tu portátil: "Le he perdido el miedo a no conocer a nadie y empezar de cero"

Adela Alonso dejó de tener una residencia fija en 2017, cuando empezó a trabajar para una startup en remoto.
Adela Alonso dejó de tener una residencia fija en 2017, cuando empezó a trabajar para una startup en remoto.
CEDIDA
Adela Alonso dejó de tener una residencia fija en 2017, cuando empezó a trabajar para una startup en remoto.

"Yo venía de vivir en la ciudad más ciudad que te puedes encontrar y, de pronto, estaba allí, en una isla paradisiaca". Adela Alonso tomó, en 2017, el camino inverso al de la humanidad hace nueve milenios y abandonó su vida sedentaria y urbana por una de nómada, sin mucho más equipaje que el portátil que necesitaba para trabajar.

"Trabajaba en Dubai para una firma de moda, pero me harté porque trabajaba muchísimo, con una presión enorme y no me estaba mereciendo la pena", declara Alonso, que ahora tiene 37 años. Entonces, apareció la oportunidad. "Me reclutó una startup de tecnología de la moda. Estaban construyendo un algoritmo de reconocimiento visual para moda. Era algo en lo que no había trabajado en mi vida, pero como tenía ganas de cambio, era todo en remoto y dije: '¿Por qué no probar?'".

Su nuevo trabajo le supuso un cambio radical en lo profesional, pero, sobre todo, le abrió las puertas a una nueva forma de vida. Su primer destino fue Georgia, donde se alojó en un apartamento de alquiler vacacional, el segundo, el que más le ha marcado y al que ha regresado varias veces desde entonces: la isla de Koh Lanta, en Tailandia.

"Es un sitio donde parece como que se ralentiza el tiempo y yo la experiencia que tuve es que le ganaba horas al día", describe Alonso, que, en la primera de varias estancias, pasó allí un mes trabajando en el coworking Ko Hub, que acoge una nutrida comunidad de nómadas digitales. "Estaba allí hablando con este chico, por ejemplo, que tiene una agencia de servicios digitales en Australia con 20 o 25 empleados y estaba allí dirigiendo su empresa en chanclas desde una isla de Tailandia. Entonces yo dije: 'Pero esto es una maravilla'".

Para ella, su nueva vida es ahora irrenunciable, aunque no descarta tener una o dos bases fijas en las que pasar la mayor parte del año. "No me veo sedentaria del todo porque mi crecimiento personal y profesional de ir a sitios distintos, de experimentar mercados distintos, de conocer el comportamiento humano… Me fascina".

Adela Alonso ha vivido en Georgia, Tailandia y Bulgaria entre otros muchos destinos en los últimos años.
Adela Alonso ha vivido en Georgia, Tailandia y Bulgaria entre otros muchos destinos en los últimos años.
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"Yo venía de vivir en la ciudad más ciudad que te puedes encontrar y, de pronto, estaba allí, en una isla paradisiaca"

El coworking como centro neurálgico

La digitalización y la extensión del trabajo en remoto, impulsado aún más desde el inicio de la pandemia, ha permitido romper uno de los vínculos más longevos de la historia, la necesidad de tener una residencia estable en la cercanía del lugar en el que se trabaja. Lo que hasta ahora era una opción solo al alcance de unos pocos privilegiados ha permitido crear una figura, el nómada digital, que responde a un perfil mucho más habitual.

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Aproximadamente el 72% de los nómadas digitales tiene al menos una licenciatura universitaria, mayoritariamente son Millennials y Sólo el 26% de los nómadas digitales tienen hijos menores de edad, según los datos recogidos en un estudio elaborado por la web passport-photo.online.

Uno de cada cinco se dedican a la informática, un sector en el que el trabajo en remoto es habitual desde hace años, pero cada vez más profesionales de otros sectores como los servicios creativos, la educación y la formación o el márketing están pudiendo aspirar a este tipo de vida.

El centro neurálgico de las comunidades de nómadas digitales son los coworking. Allí donde existe uno cómodo y rodeado de un entorno atractivo, acuden decenas de trabajadores con su portátil debajo del brazo.

"Cuando uno tiene que trabajar, se agradece que haya una comunidad de gente que está también trabajando y que puedas discutir ciertos temas y pues nos hace falta una cerveza, hablar de cómo van los impuestos o de cómo va el país en el que estás y todo ese tipo de cosas", declara Julio Braña, un programador informático gallego de 40 años que vive actualmente en Bansko, una pequeña localidad en las montañas de montañas de Pirin, Bulgaria.

Julio Braña, empezó a trabajar para una empresa estadounidense en remoto y decidió empezar a viajar por el mundo.
Julio Braña, empezó a trabajar para una empresa estadounidense en remoto y decidió empezar a viajar por el mundo.
CEDIDA
"Con un sueldo normal en España, sin duda aquí ya se vive muy bien, con un sueldo a nivel de Estados Unidos, se vive muy bien y se ahorra"

Crear red social

Antes de convertirse en un nómada, Braña trabajaba de forma presencial para una empresa en Londres durante seis meses al año y se dedicaba a viajar la otra mitad del año. Cuando en 2019 le surgió la posibilidad de trabajar en remoto para una empresa estadounidense, se puso a buscar de inmediato nuevos destinos.

El confinamiento le alcanzó en Bansko, donde ahora tiene su base principal, en un apartamento junto a un resort de esquí que alquila por apenas 300 euros. "Con un sueldo normal en España, sin duda ya se vive muy bien, con un sueldo a nivel de Estados Unidos, se vive muy bien y se ahorra".

Allí ha conseguido crear una red social nutrida gracias al coworking donde suele trabajar. "Aquí, en este pueblo, es muy fácil, porque hay como tres o cuatro coworking y sobre todo mucha gente que organiza muchas actividades y también el pueblo es pequeño, así que, al fin y al cabo, vas a conocer a todo el mundo, para lo bueno y para lo malo, los conoces a todos bastante rápido", explica Braña.

Precisamente en el coworking de Bansko, Julo conoció a otra gallega, María Mediero. Esta traductora de 37 años lleva 11 trabajando en remoto y, aunque su plan inicial fue convertirse en nómada digital, la vida le llevó a quedarse durante ocho años en su Vigo natal: "Me iba de vez en cuando, un mes, dos meses, pero nunca como ahora, nunca directamente quedarme sin residencia base".

Hace cinco años conoció, precisamente en un coworking de la ciudad gallega a otras dos personas que estaban buscando una socia para crear una empresa de traducción. Se sumó al proyecto y, además, inició su nueva vida. En este tiempo ha estado en Portugal, Italia, Letonia, Grecia y, finalmente, en Bansko.

"Me gusta quedarme un tiempo más largo en los sitios para crear un poco una base de amigos, de rutinas, de bares que te gusta frecuentar, deporte que te gusta hacer, clases de cosas, conocer un poco del país, aprender el idioma…", explica Mediero.

Maria Mediero intenta coger el menor número de aviones posibles y establecerse temporadas largas para reducir el impacto social y ecológico de su nomadismo digital.
Maria Mediero intenta coger el menor número de aviones posibles y establecerse temporadas largas para reducir el impacto social y ecológico de su nomadismo digital.
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"Me gusta quedarme un tiempo más largo en los sitios para crear un poco una base de amigos, de rutinas, de bares que te gusta frecuentar..."

Gentrificación y huella de carbono

La expansión silenciosa de esta forma de vida está impactando también en las ciudades que más populares se están volviendo para los nómadas digitales. Igual que el turismo, el nomadismo digital está contribuyendo a tensionar el mercado de la vivienda y a gentrificar los centros urbanos.

"Tailandia ahora está lleno, Tenerife también, hay ciudades que se están poniendo de moda y estás como un turista permanente y cambiando un poco la realidad del sitio también", declara Mediero. "Yo había estado en Lisboa y sabía que estaba pasando un poco eso cuando estuve allí y me di cuenta de que era muy difícil encontrar casa porque estaba gentrificada, precisamente por este fenómeno".

Destinos principales para los nómadas digitales, según el estudio de passport-photo.online.
Destinos principales para los nómadas digitales, según el estudio de passport-photo.online.
passport-photo.online.es

Ante esto, Mediero, intenta generar el mínimo impacto posible con esta forma de vida, también en lo referente a la contaminación que puede generar un viajero habitual que utilice el avión.

"Intento coger el menor número de aviones posible y reducir la huella de carbono con todo lo que implica este tipo de vida. Por eso también me quedo más tiempo en los sitios", explica Mediero, que viajó en autobús desde su último destino, en Grecia, hasta Bansko hace un mes. "Fue bastante largo el viaje, pero era posible ir en autobús y sabía que había aquí había una comunidad bastante grande de gente y no es una ciudad muy grande".

Lo más complicado y, en ocasiones también lo más estimulante, es tener que volver a empezar de cero en un nuevo lugar, dejando atrás una y otra vez la vida que han ido construyendo.

“Una vez que empiezas, no sé, te apetece probar sitios nuevos”, explica Mediero, que planea quedarse un año en Bansko. “Además, como que la gente con la que te llevas a veces también se va y muchas veces te vas con ellos. Ya le he perdido el miedo a no conocer a nadie en la ciudad y empezar de cero”.

- ¿Te ves como nómada durante toda tu vida?

- No, en todo caso con dos bases. Una en Galicia y otra en otro sitio, si me lo permite el sueldo, pero que es bastante viable. 

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Pablo Rodero
Redactor 20minutos

Escribo reportajes sobre cuestiones sociales desde conflictividad laboral y desigualdad económica hasta tendencias y consumo, con el denominador común de ser historias contadas a través de vivencias personales de sus protagonistas. Anteriormente, he cubierto información local y economía en 20 Minutos y fui corresponsal freelance en Colombia y Reino Unido.

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