Mercedes S 63 AMG, cuando menos es más

  • El nombre S 63 AMG es una reminiscencia del antiguo 300 SEL 6.3.
  • Debajo del gran capó de este súper Mercedes se esconde la técnica más moderna procedente de Affalterbach.
  • Alcanza la marca de los 100 km/h en 4,4 segundos.
Mercedes S 63 AMG.
Mercedes S 63 AMG.
BERND HANSELMANN
Mercedes S 63 AMG.

Con la nueva versión del S 63 AMG la casa se despide de los 6,2 litros de cilindrada de los que su predecesor aún extraía toda su potencia. La tendencia hacia una reducción de cilindrada no se detiene siquiera ante la punta de la lanza del automovilismo. Tanto es así que, a partir de ahora, al ocho cilindros de sobrealimentación doble tiene de sobra con 5,5 litros de cilindrada para generar hasta 46 CV más de potencia.

El V8 de serie como base

Como base para este motor que internamente se denomina M157 se ha utilizado el nuevo ocho cilindros procedente de Sindelfingen que en su versión 'de calle' sólo alcanza los 4,7 litros de cilindrada y a partir de otoño prestará sus servicios en el S500 con 435 CV. Tras el tratamiento al que ha sido sometido en la fábrica de lujo de Affalterbach, el V8 de inyección directa, cuyos dos bancos de cilindros reciben la respiración forzada de otros dos turbocompresores que generan hasta 1,3 bares de presión, desarrolla 544 CV de potencia y hasta 800 Nm de par motor.

Mercedes S 63 AMGY todavía hay más: quienes se decanten por el paquete Performance, por 9.400 euros más, podrán disfrutar, junto con la piel Alcántara en el volante y un capó fabricado en carbono, de algunos caballos más, concretamente 571 CV, y de un par motor que asciende a 900 Nm. Un plus de potencia que no resulta apreciable en el tiempo de aceleración, ya que con él el AMG es una décima de segundo más rápido y alcanza la marca de los 100 km/h en 4,4 segundos.

Hasta los 300 km/h

En el caso de la velocidad máxima la diferencia resulta evidente. Con el paquete Performance el impulso finaliza a los 300 km/h, mientras que el S 63 AMG normal está regulado electrónicamente para detenerse en los 250 km/h habituales. Sin embargo, también podría rodar más rápido si pudiera. Cabe destacar que este plus de potencia no afecta para nada al consumo de combustible. En ambos modelos se cifra en 10,5 litros según el ciclo EU, por lo que consumen 4 litros menos que su predecesor de menor potencia. El hecho de que, en la práctica, el motor consuma bastante más, no nos sorprende en absoluto.

Mercedes S 63 AMGSin embargo, y como es habitual en este segmento, en el caso del S 63 el consumo tampoco debería desempeñar ningún papel relevante, ya que al fin y al cabo su solvente clientela deberá abonar de una vez 144.000 euros. Por este motivo, creemos que la factura de la gasolinera será el mal menor. También resulta cómico, tanto desde el punto de vista económico como medioambiental, que el S 63 AMG esté equipado de serie con el sistema Stop-Start que apaga el motor al detenerse en un semáforo. Al menos los que piensen que es una broma lo pueden desactivar siempre que quieran.

Cambio deportivo

La transmisión de la potencia a las ruedas traseras corre a cargo del cambio deportivo de siete velocidades AMG Speedshift MCT (que ya conocemos del E 63 y del SL 63) en el que un embrague multidisco sustituye al convertidor de par. Esto, a su vez, también optimiza el consumo de combustible. La caja de cambios cambia de marcha en cuestión de segundos, creando cierto asombro en el conductor, quien mirando al exclusivo indicador de AMG a menudo no se da cuenta de qué marcha está seleccionada en ese momento.

Mercedes S 63 AMGPor lo general, los cambios de marcha son suaves e imperceptibles. Sólo a velocidades bajas o al cambiar de una marcha a la marcha atrás podemos percibir una ligera sacudida al cambiar. Normalmente, este Mercedes rueda en el modo de conducción denominado 'C' (Controlled Efficiency). Pulsando un botón el conductor puede cambiar a un modo Sport más dinámico o, de forma alternativa, cambiar él mismo las marchas con ayuda de las levas situadas en el volante. Se echa en falta el modo Sport Plus, que ya conocemos del modelo SL pero que no existe en la Clase S.

La incitación

Por supuesto, el S 63 AMG puede rodar de forma igual de agradable y suave que un V6 diésel. Para ello, el conductor deberá esforzarse por controlar sus impulsos o aprovechar el sistema de limitación de la velocidad, ya que sin duda alguna este Mercedes se encuentra entre esos automóviles que incitan a su conductor a pisar constantemente el acelerador.

Conducir despacio es algo que, simplemente, resulta difícil, puesto que un ligero toque del pedal es suficiente para que, transcurridas las inevitables décimas de segundo del efecto turbo, el Mercedes comience su carrera frenética. Y cuando esto sucede, haciendo que los pasajeros se hundan aún más en el asiento, resulta inevitable que al conductor se le dibuje una sonrisa en la cara, así que de nuevo, su siguiente impulso será volver a pisar el acelerador.

Sólo reconocible en el escape

De forma simultánea a esta imponente aceleración, que hace de cualquier maniobra de adelantamiento un juego de niños y que podría terminar con múltiples amonestaciones por parte de los agentes de la ley, el profundo y potente burbujeo de los ocho cilindros se convierte en un zumbido algo vulgar que, al igual que los escapes dobles cuadrados, parece no encajar del todo con la elegante presencia de la Clase S.

Mercedes S 63 AMGCon todo, aparte de la inscripción en la tapa del maletero y de sus llantas exclusivas, el sistema de escape es el único indicio evidente de que se trata de un potente V8 biturbo. Se ha prescindido de cualquier decoración cromada que resulte demasiado ostentosa o de una parrilla especial, al igual que de la exclusiva tecnología de LED. Al fin y al cabo, la Clase S normal ya cuenta con suficientes diodos luminiscentes en su parte delantera.

Conclusión

Para la compra del S 63 AMG no existe ninguna base racional. Incluso el hecho de que ahora consume casi cuatro litros menos de combustible que antes no resulta un argumento muy convincente a la vista de un consumo real de entre 13 y 15 litros. De nuevo son la diversión al volante, la exclusividad y el deseo de disfrutar de una tecnología hecha a mano (en AMG seguirán montando con mimo 'artesanalmente' el nuevo motor de 5,5 litros y equipándolo con una placa firmada identificativa) los verdaderos motivos para su adquisición. Todo lo demás, es lo de menos.

* Nota importante: Los precios reflejados en el texto corresponden exclusivamente al mercado alemán

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