Así evolucionará la covid: nuevas variantes y diferentes ritmos de contagio

Micrografía electrónica de barrido coloreada de células infectadas crónicamente y parcialmente lisadas (verde) infectadas con una cepa variante de partículas del virus SARS-CoV-2 (azul), aisladas de una muestra de un paciente.
Micrografía electrónica de barrido coloreada de células infectadas crónicamente y parcialmente lisadas (verde) infectadas con una cepa variante de partículas del virus SARS-CoV-2 (azul), aisladas de una muestra de un paciente.
NIAID
Micrografía electrónica de barrido coloreada de células infectadas crónicamente y parcialmente lisadas (verde) infectadas con una cepa variante de partículas del virus SARS-CoV-2 (azul), aisladas de una muestra de un paciente.

La pandemia de covid no sólo ha sacudido nuestra sociedad hasta los cimientos, sino que además nos ha traído mucha incertidumbre. Desde que comenzó, son muchas las especulaciones que se han hecho sobre ella y su desarrollo, especialmente fuera de circuitos científicos, con mayor o menor nivel de acierto.

Así, recientemente, el biólogo evolutivo Jesse Bloom, adscrito al Centro de Investigaciones sobre el Cáncer de Seattle, Washington, explicó en un artículo en el medio especializado Nature sus teorías para el futuro de la pandemia.

La endemia, a través de las mutaciones

A nivel general, ya se acepta que el SARS-CoV-2 no será erradicado, sino que se unirá a otros cuatro congéneres como una infección endémica en todo el mundo.

Por ello, estos otro cuatro coronavirus pueden servir como ejemplo para ver qué podemos esperar del actual. Y lo que sabemos es que se trata de patógenos que causan resfriados leves, pero que infectan repetidas veces a las personas a lo largo de su vida.

Una de las grandes incógnitas al respecto era si esta reincidencia ocurría porque la respuesta inmune del organismo se debilitaba con el tiempo o, por el contrario, porque el virus muta para sortearla. Analizando muestras de sangre de diferentes décadas y comparándolas con distintas iteraciones del mismo coronavirus en distintos años, Bloom llegó a la conclusión de que se trata del segundo supuesto.

En este sentido, las vacunas están planteando un reto evolutivo para el SARS-CoV-2, al tiempo que el levantamiento de restricciones en muchas partes del mundo está proporcionándole oportunidades para mutar y adaptarse. La gran pregunta, señala Bloom, es si cambiará hasta producir resfriados leves, como el resto de coronavirus endémicos a los humanos, o si por el contrario cambiará para producir cuadros más virulentos, como gripes o neumonías.

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Sorteando la inmunidad

De hecho, las primeras mutaciones que permitían al virus tener más éxito en su lucha contra la inmunidad de las personas (ya fuera adquirida tras una infección previa o por la vacunación) se fueron observando ya en las variantes beta y gamma. No obstante, lo que principalmente definía a estas variantes era su alta transmisibilidad.

La cuestión, no obstante, es que aunque el virus puede evolucionar para hacerse más transmisible, no puede hacerlo indefinidamente. La principal herramienta que tiene para ello, señala Bloom, es la velocidad de reproducción en las vías aéreas de su huésped. Pero si el incremento en este valor es demasiado elevado, acaba por producir cuadros graves que llevan al huésped a tener menor contacto social y, por tanto, minimiza las opciones de expandirse del virus.

La clave, por tanto, y más en un entorno en el que una proporción cada vez mayor de la población mundial va adquiriendo inmunidad (ante la cual simples aumentos en infectividad pueden ser improductivos) está en sortear la inmunidad. Esto es, exactamente, lo que aparentemente logra la variante ómicron.

Siguiendo ejemplos previos

Aunque las características precisas de la variante ómicron aún no están del todo claras, Bloom cree que el secreto de su aparente éxito es su capacidad para reducir a la mitad la eficacia de las vacunas, con lo que aumenta enormemente su población disponible.

Si esto termina siendo realmente así, podría indicar que el SARS-CoV-2 está siguiendo el camino que siguen actualmente la mayoría de virus respiratorios establecidos y endémicos, como la gripe: las mutaciones exitosas no son ya las que aumentan su infectividad, sino las que le permiten sortear la inmunidad.

Esta estrategia evolutiva no se traduce, a la larga, en una línea recta de contagios constante en el tiempo. En la mayoría de virus respiratorios habituales, resulta más bien en un patrón en el que se producen brotes y epidemias periódicas de magnitud variable.

Tres posibles paralelismos

Así, Bloom dibuja tres posibles caminos para el virus, en base a lo observado hasta ahora en tres virus diferentes.

El más esperanzador, señala, pero también posiblemente el menos probable, es el ejemplo del sarampión. En este caso, las vacunas o la infección dan inmunidad de por vida a la mayoría de las personas, y el virus no tiene herramientas para combatirlas. Esto no logra acabar completamente con la enfermedad; el sarampión sigue circulando aún hoy, pero principalmente entre niños que no han sido inmunizados.

Otro posible desenlace, más probable pero aún relativamente positivo, es que el SARS-CoV-2 siga el camino marcado por el virus sinclital respiratorio. En el caso de este patógeno, infecta a la mayoría de las personas en sus primeros dos años de vida y es la principal causa de hospitalización en infantes, pero los casos en la infancia son relativamente leves. Gracias al desvanecimiento de la inmunidad y a la propia evolución del virus, nuevas cepas infectan a un gran número de adultos todos los años en todo el mundo, pero gracias a la exposición en la infancia los síntomas son muy leves. Si la covid-19 se comporta de esta manera, se convertirá principalmente en un virus de niños.

Finalmente, Bloom opina que podría parecerse al caso de la gripe, y más concretamente la gripe A: Aunque las vacunas minimizan con mucho su severidad, su alta capacidad de mutar permite a ese virus generar epidemias estacionales cada año, en las que muchos adultos desarrollan síntomas relativamente severos.

De nuevo, la incertidumbre

Con todo, y aunque Bloom apuesta por estas posibilidades, reconoce que no son las únicas. Hay muchos otros virus, incluyendo algunos coronavirus estacionales, que emplean otras estrategias y siguen otros patrones.

De hecho, por ejemplo, muchos científicos han advertido de que hay maneras en las que el SARS-CoV-2 puede volverse más severo: una de ellas, recombinándose con otros coronavirus en reservorios animales salvajes.

Por último, hay que recordar que la evolución no es siempre predecible. Es la manera en la que los organismos se adaptan a su entorno, y no es raro que encuentren soluciones sorprendentes. Sea como sea, lo que sí es cierto es que cuantas más oportunidades se le proporcionen (por ejemplo, facilitando el contagio por determinadas decisiones políticas, permitiendo que los países empobrecidos se conviertan en una bolsa de población sin vacunar o rechazando la evidencia científica y negándose cierta población a recibir la vacuna) mayor es la probabilidad de que el virus continúe encontrando un camino y cambiando para sobrevivir.

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