"No había olido el café en dos años": la historia de una paciente recuperada de la covid larga

Muchas personas, después de la infección inicial, sufren la pérdida del olfato y el gusto. Este y otros síntomas pueden ser persistentes en pacientes que han sufrido coronavirus, con una recuperación que muchas veces se prolonga durante meses.

La pérdida de olfato es una consecuencia común de la covid.
La pérdida de olfato es una consecuencia común de la covid.
Getty Images/iStockphoto
La pérdida de olfato es una consecuencia común de la covid.

Después de sufrir los estragos de la enfermedad inicial, son muchas las personas infectadas por la covid-19 que sufren complicaciones que se prolongan en el tiempo, la denominada como covid larga. Si bien los médicos no tienen muy claro por qué se producen estos síntomas ni hasta que punto los problemas de salud de muchos pacientes son atribuibles a la infección, en España se estima que más del 6% de los más de 13 millones de contagios registrados desarrolla esta patología, según el Grupo de Trabajo Multidisciplinar que asesora al Ministerio de Ciencia e Innovación en materias relacionadas con la covid.

¿Cómo es la covid persistente?

Un caso paradigmático es el de Jennifer Henderson, una residente de Ohio (Estados Unidos) de 54 años cuya recuperación de la covid larga narra el portal de noticias científicas Medscape. Esta paciente, relata el medio, se recuperó de un cuadro serio de enfermedad aguda, pero posteriormente desarrolló síntomas como anosmia (falta de olfato y gusto) y parosmia (distorsión en el gusto) que le han durado años. Además, estos problemas de salud desencadenaron un trastorno depresivo en Henderson que, afirma, "cambió su vida".

Con todo, Henderson se considera afortunada, ya que dos años después de la infección se ha recuperado completamente de los síntomas que durante tanto tiempo la han afectado. "No había olido el café en dos años", declaró para el citado medio. "Aún me emociono cuando pienso en ello".

Algunos estudios llevados a cabo sobre pacientes han revelado que, entre aquellos que reportan pérdida de olfato durante la infección aguda, hasta un 43% sigue sufriendo distorsión en el gusto seis meses más tarde. Esta distorsión se produce cuando la nariz no puede traducir los olores en el cerebro de manera que se distingan correctamente. En algunos casos, la condición llega a ser tan severa que hay pacientes que apenas pueden comer, perdiendo cantidades peligrosas de peso corporal.

¿Cómo se trata la covid persistente?

"La comida sabía terrible, casi rancia, como carne podrida", recuerda Henderson. Alimentos como el pollo, la sandía, el melón o la mantequilla de cacahuete adquirieron sabores como de descomposición o productos químicos para ella, y apenas podía tolerar comidas como sushi, frutos rojos o yogur... que no le sabían a nada.

"La gente no se da cuenta de lo importantes que son estos dos sentidos para la vida diaria, y si no estás experimentándolo, es difícil entenderlo", explica esta paciente, que llegó a padecer un insomnio que empeoró su trastorno depresivo.

El tratamiento que finalmente alivió su parosmia fue el que se conoce como bloqueo del ganglio estelado: una inyección de medicación anestésica en un ganglio nervioso situado justo encima de las cuerdas vocales. Este enfoque, que se empleaba en el tratamiento de la esclerodermia, ciertas cefaleas y el trastorno de estrés post-traumático antes de la irrupción de la pandemia, se ha mostrado eficaz en algunos casos de covid larga.

¿Por qué funciona este tratamiento?

Los investigadores que han estudiado casos como el de Henderson no están del todo seguros de por qué esta estrategia puede funcionar. La teoría es que en pacientes con covid larga el sistema nervioso autónomo no funciona adecuadamente y entra en un estado de hiperactividad. Bloquear este ganglio parece 'resetear' de algún modo este sistema. Igualmente, el sistema nervioso autónomo está estrechamente relacionado con la función inmunológica, y al bloquear su actividad podría reducirse la respuesta inmune inflamatoria que parece producirse en las personas con esta patología.

De hecho, el tratamiento se ha mostrado eficaz no sólo ante la pérdida de gusto y olfato, sino también  frente a una amplia variedad de pacientes con otros síntomas de covid larga asociados al funcionamiento del sistema nervioso autónomo.

Lo interesante de esto es que parece abrir una ventana a una recuperación más rápida para muchos pacientes. Hay que tener en cuenta que la evidencia muestra que la mayoría de los pacientes experimenta mejorías, si bien suelen ser muy lentas y graduales.

Una segundo contagio

Este camino suele tener altibajos. Por ejemplo, Henderson volvió a contraer la enfermedad en mayo de este año, durante unas vacaciones en la República Dominicana. La enfermedad le provocó síntomas como fatiga, congestión y diarrea.

No obstante, esta vez la recuperación fue mucho más sencilla, y en menos de un mes mucha de su capacidad olfativa y su sentido del gusto habían regresado a sus niveles habituales.

La paciente cuenta que la experiencia le ha hecho estar más agradecida por muchos placeres de la vida que a menudo damos por hecho: cosas pequeñas como comer, el olor de una colada limpia o el aroma del perfume que usa su marido.

Referencias

GTM. Informe del GTM sobre COVID persistente (2022). Consultado online en https://www.ciencia.gob.es/dam/jcr:11919126-1134-48da-b30e-d340b51e98ec/Informe_de_GMT_sobre_COVID_persistente.pdf el 21 de septiembre de 2023.

Sara Novak. Since Recovering From Long COVID, Jennifer Henderson Is Thankful for the Little Things. Medscape (2023). Consultado online en https://www.medscape.com/viewarticle/996548#vp_1 el 21 de septiembre de 2023.

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