Con la llegada del mes de septiembre, la mayoría de los trabajadores en España regresan a sus puestos y a sus rutinas. En tal tesitura, es frecuente que el ánimo se vea afectado con lo que se conoce popularmente como síndrome de depresión postvacacional, y hay quien puede experimentar dificultades para reajustarse a la realidad cotidiana.
¿Síndrome o adptación?
A nivel científico, cabe apuntar que existe bastante debate sobre si realmente se puede hablar de 'síndrome', ya que algunas voces consideran que emplear estos términos clínicos supone patologizar un fenómeno que, por lo demás, es del todo normal. Además, por definición, se trata de un proceso de adaptación transitorio (si hablamos de un ánimo bajo generalizado y mantenido en el tiempo, sí que podríamos estar tratando en ciertos casos con un trastorno del estado de ánimo de naturaleza clínica).
Sea como sea, sí que es cierto que hay personas que experimentan ciertas molestias como producto de esta adaptación a la vuelta a la vida laboral. Por ejemplo, como señaló en una entrevista concedida a 20minutos la psicóloga Júlia Pascual, hay quien presenta alteraciones del sueño, falta de apetito, dolores y tensión muscular o cansancio generalizado.
Afortunadamente, existe una serie de estrategias que pueden ayudarnos a combatir estos malestares. Pascual recomienda, así, evitar regresar al hogar el día inmediatamente anterior a la reincorporación laboral, intentando en su lugar disponer de unos días para ir adoptando de nuevo progresivamente nuestras rutinas (aspectos como los horarios de sueño, hábitos alimenticios, actividad física...).
Algunos trucos para un regreso más sencillo
Un punto que resulta muy importante es el recordar que, aunque las vacaciones hayan terminado, todos necesitamos disponer de ratos libres para mantener relaciones sociales sanas con nuestra familia y amigos y para desarrollar aficiones y hobbies.
Igualmente, quizás conviene tratar de moderar la autoexigencia, teniendo en cuenta que es normal que nuestra productividad no esté inmediatamente a pleno rendimiento (menos aún si estamos experimentando dificultades para descansar o cansancio). Este tipo de actitudes pueden conducir a errores por falta de concentración que dañen aún más nuestro estado de ánimo y, por tanto, ser contraproducente.
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