Los malos hábitos de vida a los 20 años pasan factura en la mediana edad

Seguir un estilo de vida saludable debe formar parte de nuestro día a día, porque aunque no lo percibamos ahora, a largo plazo todo deja huella en nuestro cuerpo.
Un joven adicto al alcohol
Un joven adicto al alcohol
Olga Yastremska, New Africa, Africa Studio
Un joven adicto al alcohol

Una mayor inflamación en la adultez temprana, sobre los 20 años, se relaciona con un menor rendimiento en pruebas de habilidades en la mediana edad, es decir, sobre los 40 años. En concreto, los adultos jóvenes que tienen niveles más altos de inflamación, que se asocia con la obesidad, la inactividad física, las enfermedades crónicas, el estrés y el tabaquismo, pueden experimentar una función cognitiva reducida en la mediana edad, según ha descubierto un nuevo estudio de la Universidad de California en San Francisco (Estados Unidos) que se publica en 'Neurology'.

Los investigadores habían vinculado anteriormente una mayor inflamación en los adultos mayores con la demencia, pero este es uno de los primeros estudios que relaciona la inflamación en la adultez temprana con capacidades cognitivas más bajas en la mediana edad. "Sabemos por estudios a largo plazo que los cambios cerebrales que conducen a la enfermedad del Alzheimer y otras demencias pueden tardar décadas en desarrollarse", comenta la primera autora Amber Bahorik del Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la UCSF, y el Instituto Weill de Neurociencias, Estados Unidos.

"Queríamos ver si los hábitos de salud y estilo de vida en la adultez temprana pueden desempeñar un papel en las habilidades cognitivas en la mediana edad, lo que a su vez puede influir en la probabilidad de demencia en la vida posterior". En su estudio, los investigadores descubrieron que solo el 10% de las personas con baja inflamación obtuvieron malos resultados en las pruebas de velocidad de procesamiento y memoria, en comparación con el 21% y el 19%, respectivamente, de las personas con niveles moderados o altos de inflamación.

Edad, actividad física y colesterol total

Cuando los investigadores ajustaron factores como la edad, la actividad física y el colesterol total, las disparidades se mantuvieron en la velocidad de procesamiento; y los investigadores también encontraron diferencias en el funcionamiento ejecutivo, que incluye la memoria de trabajo, la resolución de problemas y el control de los impulsos. El estudio siguió a 2.364 adultos en el estudio CARDIA, que tiene como objetivo identificar los factores en la adultez joven que conducen a la enfermedad cardiovascular dos o tres décadas después.

Los participantes tenían entre 18 y 30 años cuando ingresaron al estudio, y se les realizó la prueba cuatro veces durante un período de 18 años para el marcador inflamatorio proteína C reactiva (PCR). Realizaron las pruebas cognitivas cinco años después de su última medición de PCR, momento en el que la mayoría de los participantes tenían entre cuarenta y cincuenta años.

Aproximadamente la mitad de los participantes eran mujeres; un poco menos de la mitad eran negros y el resto eran blancos. Alrededor del 45% tenía una inflamación estable más baja, mientras que el 16% tenía una inflamación moderada o creciente; el 39% tenía niveles más altos. Los investigadores también vincularon los niveles más altos de inflamación con la inactividad física, un IMC más alto y el tabaquismo actual.

El tabaquismo en las mujeres tiene graves consecuencias sobre nuestro sistema hormonal.
El tabaquismo en las mujeres tiene graves consecuencias sobre nuestro sistema hormonal.
Getty Images

"La inflamación juega un papel importante en el envejecimiento cognitivo y puede comenzar en la adultez temprana", comenta la autora principal Kristine Yaffe, profesora de psiquiatría y ciencias del comportamiento, neurología y epidemiología y bioestadística en la UCSF. "Es probable que haya un efecto directo e indirecto de la inflamación en la cognición".

Yaffe es miembro del primer equipo de expertos que determinó que el 30% del riesgo de demencia es prevenible. Su investigación reciente ha analizado la asociación en la mediana edad entre el sueño fragmentado y una menor cognición, y los efectos de los cambios personalizados en la salud y el estilo de vida en la prevención de la pérdida de memoria en adultos mayores con mayor riesgo. "Afortunadamente, existen formas de reducir la inflamación, como aumentar la actividad física y dejar de fumar, que podrían ser caminos prometedores para la prevención", concluye Yaffe.

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