La enfermedad de la influencer María de León que le provocaba "aislamiento, tristeza y depresión"

La famosa comunicadora y coach nos cuenta cómo vivió en una profunda amargura al descubrir que no oía bien, y no afrontar la solución por miedo al estigma. Hoy es una mujer nueva, que no duda en presumir de audífonos.
María de León, con su audífono puesto y los pendientes que regala Aural 'para que se vean' como símbolo contra el estigma.
María de León, con su audífono puesto y los pendientes que regala Aural 'para que se vean' como símbolo contra el estigma.
Centros auditivos Aural.
María de León, con su audífono puesto y los pendientes que regala Aural 'para que se vean' como símbolo contra el estigma.

En España, sólo 3 de cada 10 personas que sufren pérdida auditiva utilizan audífonos. En la mayoría de los casos, los afectados conocen la solución, pero no la aplican por miedo al estigma social. Además, la pérdida auditiva ya no es 'cosa de mayores', puesto que afecta en edades tempranas, como fue el caso de nuestra protagonista, la comunicadora y coach María de León.

María se topó con el problema cuando aún no había cumplido los 30 años, y tuvo que pasar por varias etapas, desde la negación, hasta el aislamiento social "porque no me enteraba de nada y preguntaba todo el rato". 

Ahora, 13 años después, lo tiene tan bien asumido que hasta es embajadora de los veteranos centros auditivos Aural, desde donde quiere contarnos su historia personal para ayudar a otras personas con su mismo problema, frente al rechazo que supone.

¿Qué le pasa a una joven de 29 años cuando no oye lo que pasa a su alrededor?Que sin darse cuenta se va a aislando. La soledad te lleva a una profunda tristeza, porque sientes que  'estás fuera'… y después llega la depresión. Todo eso pasa.

Cuando no oyes sientes que 'estás fuera', y eso te lleva a la depresión

¿Cómo descubriste que realmente tenías un problema de audición?Me fui dando cuenta poco a poco, de manera progresiva. Algo no iba bien, pero tampoco profundizaba en ello. Fue durante un viaje humanitario a África, concretamente al Congo, donde tenía que hacer un reportaje. Estoy hablando de 2009. Para poder viajar, me pusieron una vacuna contra la malaria. Hablo siempre 'presuntamente' puesto que no tengo una certeza, ni un estudio que avale al 100% mi teoría, pero fue automático: ponerme la vacuna y empezar a oír peor. Después supe que un componente de esa vacuna, la quinina, es ototóxica.

¿Y te diste cuenta tú sola, o te 'ayudaron' a verlo claro?Digamos que yo en el fondo sabía que algo estaba pasando, pero me hacía la loca. Fue una amiga mía, con la que viajaba a menudo, la que me abrió los ojos. Ella siempre hablaba bajito, y yo no había tenido problema para escucharla hasta ese momento. No la oía, le pedía todo el tiempo que me repitiera las cosas, y ella me dijo que si me había dado cuenta de que no oía bien.

¿Cuál fue el proceso de aceptación? ¿Tardaste en asumirlo?Sí, tardé, ¡sólo tenía 29 años! Me resistía a admitir que estaba perdiendo audición. Fue pasando el tiempo, con dificultades, hasta que llegó el momento en el que ya no podía convivir con las personas, tenían que repetírmelo todo, todo el rato, y muchos me hacían sentir que era una pesada, que no me enteraba de nada.

Me hacían sentir que era una pesada porque preguntaba mucho, pero es que no me enteraba

¿Cómo lo solucionaste?No lo solucioné. Empecé a sentirme aislada, deprimida, triste. No conectaba con la gente, no me enteraba bien de las cosas que sucedían a mi alrededor, mi familia tampoco te creas que acababa de aceptar lo que me estaba pasando…

Pero hubo un momento en el que, después de tocar fondo, saliste impulsada imagino.Así fue. Pasé mucho tiempo sintiéndome muy mal. Hasta que reaccioné, y decidí ir al otorrino para que me hiciera una audiometría, porque la situación era insostenible. Efectivamente, la prueba demostró que yo tenía una pérdida muy importante, y no me quedó más remedio que aceptar el problema, porque ya lo tenía cuantificado y explicado por un especialista.

Fui al otorrino porque 
la situación era insostenible

El primer paso para avanzar con una enfermedad, siempre, es la aceptación. ¿Y después?Una vez asumí que no oía bien, y guiada por el especialista, fui a que me explicaran cómo iba el tema de los audífonos. Aún así, al principio, apenas me los ponía. Me resistía a tener que llevarlos puestos cada día. Y eso no ayuda a mejorar. Después he sabido que si los necesitas, debes ponértelos siempre, porque si no el nervio responsable se atrofia, y el pronóstico empeora.

El estigma social de llevar puestos en las orejas los aparatos no creo que te ayudara a tomar la decisión definitiva.Socialmente, asociamos audífonos con personas mayores, pero mira, no es así, cada vez hay más jóvenes que los necesitamos. Además, hace tantos años que empecé a ponérmelos… No eran como los de ahora, que son hasta bonitos, antes eran mucho más grandes y visibles. Afortunadamente, cuando ya decidí dar el paso de que formaran parte de mi día a día yo estaba muy trabajada a nivel emocional y de autoestima. 

¿Cómo sentías que 'se lo tomaban' los demás? ¿Te miraban mucho?La verdad es que a la gente le sorprendía verme con audífonos tan joven. Pero en ese momento ya me sentía capaz de mirarles y decir: 'sí, llevo audífonos, ¿qué pasa?'. Y te das cuenta de que no pasa nada, y lo que pasa es todo bueno, vuelves a vivir en sociedad y en plenitud.

Cuando me miraban, 
les decía: 'sí, llevo audífonos, ¿qué pasa?'

¿Cuál es entonces la lectura de llevar puestos los audífonos para quien los necesita?La lectura sólo puede ser positiva. Claramente he descubierto de nuevo la calidad de vida, me siento mucho más feliz, integrada. Los seres humanos estamos hechos para vivir conectados, para el encuentro, para compartir. Nos necesitamos para evolucionar como personas, y la sordera te deja muy sola si no sabes asumirlo. Si no oyes, es imposible que puedas socializar.

Al fin y al cabo, llevar audífonos no es tan grave, ¿no?Claro que no. Son súper pequeños, apenas se ven. Pero es que tampoco pasa nada porque se vean, por enseñarlos y quitarnos tantos complejos de encima. Hace años, las gafas eran minúsculas, que 'no se notaran', y ahora resulta que la moda es llevar gafas que nos cubren media cara, con una pasta que se ve a la legua. ¡Pues ya está, es lo mismo! No hay nada que tapar. Si no te aceptan por llevar audífonos, esa persona no merece la pena, no está alineada con tus valores. Es muy absurdo en pleno siglo XXI.

Eres la embajadora de los centros auditivos Aural, que cumplen 45 años. ¿Sentías la necesidad de aportar tu propia experiencia?Me siento feliz porque ellos necesitaban a una persona que tuviera su propia historia, y que fuera real. Yo lo soy, y tengo cero problema en dar mi testimonio y gritarlo a los cuatro vientos, si eso ayuda a una sola persona a quitarse los complejos, y a la sociedad a no verlo como un estigma.

Tengo cero problema en dar mi testimonio, si eso ayuda a que la sociedad deje de verlo como un estigma

¿Cómo funcionan los audífonos en el día a día?Lo primero que tiene que hacer alguien que no oye bien es ir al centro a que le hagan una audiometría, para ver el grado de pérdida auditiva. En función de los datos, adaptan el audífono a tus necesidades. Luego en casa tienes dos opciones, los que funcionan con pilas (que duran hasta 5 días, y yo utilizo en los viajes) y los que funcionan con carga, que suelo dejar cargando por la noche para el día siguiente.

Y por la noche, ¿duermes con ellos?¡No! Y esto además es buenísimo, porque muchas veces oía ruidos que no me dejaban dormir, el sonido del aire acondicionado, los vecinos… cuando llega la noche me los quito, y duermo como una reina, ya puede caerse el mundo que no me entero de nada.

La pérdida auditiva, como sucede con la miopía por ejemplo… ¿progresa?Yo de momento cruzo los dedos porque me mantengo estable. También debo decir que me cuido mucho, evito los lugares con ruido porque me dan mucho dolor de cabeza, no lo soporto. Y los aparatos los cuido, nunca los bajo a la playa, y les hago el mantenimiento en casa al detalle, porque ellos son los responsables de que haya vuelto a tener calidad de vida, se lo merecen.

Cuido mucho mis audífonos porque ellos son los responsables de que haya vuelto a tener calidad de vida

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