Entrevista

Nazareth Castellanos: “Vivimos una revolución científica que está reconciliando el cerebro con el resto del cuerpo”

  • Nazareth Castellanos, doctora en neurociencia e investigadora, acaba de publicar el libro 'La neurociencia del cuerpo'.  
Nazareth Castellanos es doctora en neurociencia y Directora de investigación del laboratorio Nirakara
Nazareth Castellanos es doctora en neurociencia y Directora de investigación del laboratorio Nirakara
susana Bravo
Nazareth Castellanos es doctora en neurociencia y Directora de investigación del laboratorio Nirakara

Nazareth Castellanos es neurocientífica y la Directora de investigación del laboratorio Nirakara y cátedra extraordinaria de Mindfulness y ciencias cognitivas de la Universidad complutense. En su día a día se dedica a investigar, entre otras cosas, cómo influyen y cómo se interrelacionan los distintos órganos del cuerpo con el cerebro, una investigación revolucionaria con la que se ha demostrado, por ejemplo, que la forma en la que respiramos, nos movemos, gesticulamos o nos sentamos influye de manera directa en nuestras neuronas, y como consecuencia de esto, en cómo nos sentimos, en nuestra atención o en nuestro estado de ánimo. El fruto de estas investigaciones lo encontramos en ‘Neurociencia del cuerpo’, un libro en el que la autora nos explica cómo el organismo esculpe el cerebro.

‘Neurociencia del cuerpo’ es un libro muy interesante sobre cómo influyen todos los órganos del cuerpo en nuestras neuronas, nuestro cerebro, que es, básicamente, lo que estudias en el laboratorio…Sí, eso es lo que investigamos en el laboratorio. Antes se pensaba que solo el cerebro estaba involucrado en la conducta humana, en las emociones, las sensaciones… y el resto de órganos eran los encargados de mantener vivo el cuerpo, de extraer la energía, repartir la sangre… pero hace como unas 10 o 15 años empezó una revolución científica fascinante que afirma que el organismo entero está involucrado en la mente, en la conducta. Por eso, antes estudiábamos el cerebro y ahora lo que estudiamos es cómo se comunican el corazón y el cerebro, cómo influye la respiración, la importancia que tiene el intestino, la postura corporal… hemos pasado a ver que somos un cuerpo entero, no solo la cabeza.

En tu libro dices que esta revolución científica empieza a reconciliar el cerebro con el resto del cuerpo. ¿Qué pasaba hasta ahora?Hasta hace poco, cuando empezamos este proyecto, gente de la universidad, del mundo investigador, nos decía que eso era una locura. Vivíamos en un ‘cerebrocentrismo’, y esto ocurre desde hace unos 300 años, porque lo que yo defiendo en el libro es que estamos volviendo a un concepto mucho más humanista de la medicina, que no solo han tenido en oriente, en China o en India, sino que, en la medicina griega, que es la cuna de nuestra medicina, siempre se consideró el cuerpo entero, no solo al cerebro. Estamos volviendo a esa visión, mucho más integral… Es como en la sociología o la psicología, que no tienen en cuenta una persona sola, sino también su interacción con los demás, se asume que hay una interdependencia entre los componentes que forman un sistema.

Durante años, en occidente, se ha rechazado, ‘ninguneado’, la visión más oriental de la medicina…Sí, por eso he intentado en el libro hablar de las medicinas, más que de la medicina. Es cierto que nuestra medicina es muy potente y se ha extendido al mundo entero por sus bondades, es el mayor avance de la humanidad…, pero no debemos olvidar que hay otros enfoques, otras miradas hacia el cuerpo humano. Yo nombro la medicina china, la india… porque aportan conceptos que si el médico cuando estudia hubiera conocido, se podría inspirar, pero también a la griega, porque, como te decía, es el origen de nuestra medicina y también tenía ese concepto, no es exclusivo de las medicinas orientales. Estamos volviendo a ese concepto, a una visión más integral del cuerpo humano, pero volvemos con nuestros avances, nuestras máquinas… Y eso es fascinante.

Las personas que desarrollan consciencia corporal, la capacidad de atención a las sensaciones de su cuerpo, toman mejores decisiones

Hay una frase que repites mucho: ‘El cuerpo sabe lo que la mente aún no se ha dado cuenta’. ¿Nos la explicas?Lo que dice la neuroanatomía es que cuando procesamos cualquier información, la procesamos en diferentes estaciones. Por ejemplo, cuando escuchas a alguien, pasa un tiempo hasta que eres consciente de las palabras que te han dicho, porque primero pasa por el oído, luego por distintas partes del cerebro... En este recorrido puede pasar casi medio segundo, y durante todo ese tiempo, desde que pasa por los oídos hasta que llega a la corteza cerebral, que es donde se hace consciente, el cerebro le está mandando la información al cuerpo, le informa y el cuerpo empieza prepararse cuando tú aún no eres consciente de ello. Por tanto, en esas primeras estaciones, cuando todavía tú eres inconsciente de lo que ha pasado, el cuerpo ya sabe lo que tú todavía no sabes. Las sensaciones del cuerpo van antes que tu conciencia.

¿Escuchamos poco a nuestro cuerpo?Sí, muy poco… y se ha visto que las personas que desarrollan consciencia corporal, que han desarrollado la capacidad de atención a las sensaciones de su cuerpo, toman mejores decisiones, porque son capaces de notar en su cuerpo lo que se está preparando, son más capaces de discernir una emoción frente a otra. Eso, de forma racional, solo con el pensamiento, nos cuesta mucho más.

¿Cómo lo hacemos?
De la forma más sencilla del mundo: prestando atención a las sensaciones. Por ejemplo, observando las sensaciones cuando estoy nerviosa: dónde lo siento, se me agarra al pecho, al estómago, en las manos… y lo mismo cuando estoy cansada, cuando estoy feliz… La única forma de conocernos es observarnos, prestar atención a nuestro marcador somático… 

Desde hace unos años se habla del eje intestino-cerebro, y de cómo el estado de nuestro intestino, sus bacterias y las neuronas que habitan interactúan e influyen en nuestro cerebro. ¿Cómo se produce esa interacción?Tenemos microbiota en todo el cuerpo, pero el 90% de ella está en el intestino, y cada vez se van descubriendo nuevas funciones que tiene. Además de ayudar a extraer los nutrientes, a digerirlos, se observó que influyen en el sistema endocrino, en el inmune… y más tarde que también influye en el sistema nervioso, en la cantidad de neurotransmisores que liberamos, en los factores de crecimiento cerebral… Por eso son muy importantes para el estado de ánimo, para el aprendizaje, la memoria, la conducta social… Es tan importante este eje, que si cortamos la ‘carretera’ que los une, que es el nervio vago, el que lleva la información del intestino al cerebro, dejamos de aprender, de comportarnos de manera social… 

¿Existen más ‘ejes’ como este?Sí, el respiración-cerebro, corazón-cerebro… y se están estudiando otros, como el eje útero-cerebro, pero no los he incluido en el libro porque la investigación aún es muy joven. 

El dedo gordo tiene 50 veces más neuronas que toda la pierna. El cerebro pone más recursos en aquellas zonas que le envían más información

En tu libro hablas de que a los cinco sentidos ya clásicos debemos añadir dos: la interocepción, la propiocepción. ¿Nos explicas en qué consisten?Es que siempre no habían dicho que había cinco sentidos y es mentira, ¡hay siete! Y los más importantes son los que no sabíamos que existían. Para el cerebro, el más importante es la intercepción, que es la información que recibe el cerebro de lo que está pasando dentro del organismo, y según lo que esté pasando va a tomar una decisión u otra. El segundo en importancia es la propiocepción, que es lo que está pasando en la superficie de nuestro cuerpo, y eso incluye la postura corporal, las sensaciones que nosotros tengamos, el tacto, si estoy sonriendo… Interpretando esa información, el cerebro actúa de una manera u otra, igual que ocurre con la vista u otros sentidos clásicos. 

Lo más importante para el cerebro, aquello a lo que dedica más recursos
neuronales, es la cara y las manos. ¿Por qué? ¿De qué depende que el cerebro ponga más recursos en unas zonas del cuerpo que en otras?
Sí, sí… y dentro de la cara, a toda la zona que rodea la boca, por eso la sonrisa es tan importante, por eso observar las sensaciones de la respiración tiene tanta potencia. No todas las partes del cuerpo son igual de importantes para el cerebro. Por ejemplo, el dedo gordo tiene 50 veces más neuronas que toda la pierna. Tienen muchas más neuronas en las zonas que le envían más información.

Hablamos mucho de cómo el cerebro influye en nuestro cuerpo, cómo las emociones se reflejan en nuestro cuerpo, pero ¿puede ser al revés?Efectivamente… todo tenemos muy presente cómo determinadas emociones influyen en nuestro cuerpo. Por ejemplo, si estamos nerviosos temblamos, lo notamos en la tripa… pero al revés también se produce. Por ejemplo, la alimentación, lo que comemos, influye mucho en cómo nos sentimos, en nuestro estado mental. Y lo mismo ocurre, por ejemplo, con la postura.

¿Podemos moldear nuestro cerebro con nuestros movimientos, por ejemplo, nuestra postura corporal?Sí, y se ha comprobado haciendo muchos estudios en los que pedían a las personas que se mantuvieran en una determinada postura durante un tiempo, y luego se medía psicológicamente como están. Por ejemplo, esto se hizo en personas que acudían a terapia psicológica, y se observó que en las personas que estaban en una determinada postura la terapia era más efectiva.

Y la respiración, ¿cómo influye? La respiración es, de hecho, una de las mejores maneras de calmar la ansiedad…Sí, es que es algo que se hace desde siempre, respirar de una determinada manera para que el cerebro se calme. La respiración es una llave de acceso directo al cerebro. La sabiduría popular va por delante muchas veces de los estudios científicos, y cuando comprobamos científicamente la razón de determinadas creencias populares nos sorprendemos más los científicos que la gente en general. Expresiones como ‘he tenido una corazonada’ o ‘me he quedado sin respiración’ son buena muestra de eso. 

Aseguras que el cuerpo no siempre pide lo que es mejor para él, sino lo que perpetúa su estado. ¿Cómo hacemos, entonces, para moldear nuestro cerebro?Ahí está la voluntad… Por eso yo siempre digo que sigas a tu corazón si tu corazón sabe dónde ir. Muchas veces seguimos nuestros impulsos, escuchamos al cuerpo, pero él no sabe lo que es mejor para él, sino que busca perpetuar ese estado. Por ejemplo, cuando estamos nerviosos, lo que nos pide el cuerpo es comer chocolate y picotear sin parar, y eso lo que hace es agudizar ese estado. No siempre hacer caso al cuerpo es lo mejor, hay que saber escucharlo y hacerle caso cuando ha aprendido ciertas pautas y hay una armonía en general. Mientras tanto, hay que escuchar y entender por qué me lo está pidiendo, pero no obedecerlo sin más. No puede convertirse en nuestro amo.

Cubierta del libro 'Neurocienca del cuerpo'
Cubierta del libro 'Neurocienca del cuerpo'
cedida
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