Un posible nuevo factor de riesgo para el alzhéimer: la fructosa en el cerebro

La fruta fresca tiene un bajo índice glucémico y algunos alimentos como las fresas, las frutas del bosque, las manzanas o las peras son muy nutritivas y ayudan a mantener activo el metabolismo.
La fructosa se encuentra de manera natural en la fruta, pero también la produce nuestro organismo con las diestas ricas en grasa, azúcar o sal.
Pixabay/robertobarresi
La fruta fresca tiene un bajo índice glucémico y algunos alimentos como las fresas, las frutas del bosque, las manzanas o las peras son muy nutritivas y ayudan a mantener activo el metabolismo.

Pese a los esfuerzos dedicados en los últimos años en materia de investigación, el alzhéimer continúa siendo una patología incurable. Para poder hallar tratamientos y terapias que puedan servir para revertir la enfermedad, o al menos para frenar o detener su progresión, es fundamental comprender los factores que están detrás.

Así, un grupo de científicos ha identificado un nuevo elemento que podría jugar un papel importante en el curso de esta forma de demencia: un tipo de azúcar común y presente en muchos alimentos llamado fructosa.

Un mecanismo de supervivencia

Tal y como explican estos autores en el medio especializado American Journal of Clinical Nutrition, la teoría se apoya en cierto volumen de evidencia previa que indicaba que, en origen, la fructosa en el cerebro provoca una serie de cambios que ayudaban a nuestros ancestros en su búsqueda de alimentos. Sin embargo, parece ser que, en el mundo moderno, estos mismos cambios podrían estar directamente ligados al desarrollo del alzhéimer.

Concretamente, la fructosa es un azúcar que se encuentra de manera natural en alimentos como las frutas o la miel, pero que también produce nuestro propio organismo con el consumo de alimentos muy grasos, azucarados o salados. Cuando esto sucede, la fructosa endógena podría inhibir ciertas partes del metabolismo del cerebro. De esta manera, bloquearía distracciones, como los recuerdos recientes o la atención sobre el paso del tiempo.

La cuestión es que esta inactivación podría estar ahora permanentemente encendida debido a cambios en nuestra dieta y estilo de vida que nos han llevado a buscar una mayor proporción de alimentos altos en grasa, azúcar y sal (lo que estimula una mayor producción de fructosa por parte del propio organismo).

Uniendo puntos

Este trabajo, pues, lo que hace es unir los puntos dibujados por diferentes estudios previos que habían descrito los detalles de este mecanismo adaptativo de la fructosa y los que han relacionado los niveles de fructosa en el cerebro con el alzhéimer.

En base a ello, los investigadores hipotetizan que los efectos de la fructosa y su subproducto, el ácido úrico intracelular, son los responsables de las acumulaciones características de proteínas que aparecen en el alzhéimer.

Estos efectos, entre otros, incluyen una reducción del flujo sanguíneo al córtex cerebral, el hipocampo y el tálamo, y el incremento del flujo sanguíneo en el córtex visual (lo que, por cierto, está ligado a las señales de recompensa de la comida). Aún así, la relación no es tan clara, ya que existen otras relaciones a tener en cuenta: por ejemplo, muchos factores del aumento en la producción de fructosa en el cerebro son a su vez conocidos factores de riesgo del alzhéimer.

Referencias

Richard J. Johnson, Dean R. Tolan, Dale Bredesen, Maria Nagel, Laura G. Sánchez-Lozada, Mehdi Fini, Scott Burtis, Miguel A. Lanaspa, David Perlmutter. Could Alzheimer's disease be a maladaptation of an evolutionary survival pathway mediated by intracerebral fructose and uric acid metabolism?  American Journal of Clinical Nutrition (2023). DOI: https://doi.org/10.1016/j.ajcnut.2023.01.002

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