Cada vez se le da más importancia a la alimentación como clave para tener una buena salud, más allá del peso. Sin embargo, uno de cada cinco británicos basan el 80% de su dieta en alimentos ultraprocesados. El bajo precio, la rapidez y la palatabilidad de estos productos hacen que sea muy fácil y cómodo consumirlos.
Si nos parásemos a leer las largas etiquetas de ingredientes de los alimentos ultraprocesados, nos daríamos cuenta de que se trata de productos industriales comestibles elaborados a partir de sustancias derivadas de otros alimentos y químicos que pueden perjudican gravemente nuestra salud.
Es lo que ha intentado demostrar el doctor Chris Van Tulleken, quien se ha sometido a una dieta extrema consistente en alimentarse con un 80% de alimentos ultraprocesados a diario durante un mes. ¿Cómo reaccionó su organismo a este tipo de alimentación? La respuesta es no muy bien.
Cada vez es más dependiente de los ultraprocesados
El doctor comienza su experimento disfrutando de comida como pollo frito, pizzas congeladas, leche con cereales de chocolate... "están deliciosos", dice Van Tulleken. A medida que avanzan los días Chris va teniendo más dependencia de este tipo de alimentos y comienza a comer por inercia: "Como cada vez que tengo hambre. Antes de esta dieta comía unas tres veces al día, ahora tengo ganas de comer mucho más a menudo".
En la segunda semana el doctor comienza a notar cambios fisiológicos al sufrir estreñimiento y levantarse cada mañana como si tuviera "resaca". A la cuarta semana ingiriendo alimentos ultraprocesados, Chris es incapaz de dormir del tirón porque tiene dolor de cabeza y quiere "comer más".
Al finalizar la prueba, el doctor vista a la profesora de obesidad, diabetes y endocrinología en el University College London, Rachel Batterham. La experta le dice que ha engordado 6,5 kilogramos, su índice de masa corporal ha subido dos puntos y lo más preocupante, la grasa corporal es tres kilos superior a lo que era antes de someterse a esta dieta.
Los resultados no solo se vieron en su forma física, el estudio hormonal reveló que las hormonas que le trasmiten a tu cerebro la sensación de saciedad tras comer disminuyeron, y por el contrario, las que trasmiten la necesidad de comer subieron su número en un 30%.
Además, tras someterse a una resonancia magnética se descubrieron cambios cerebrales como los que se producen con cualquier otra adicción. Por lo tanto, este tipo de alimentos nos llevan a consumir más y más: "Comer comida ultraprocesada es algo que mi cerebro me ordena sin ni siquiera quererla".
Chris hace una última puntualización, los cerebros de los niños están aún desarrollándose y son por lo tanto, mucho más maleables. Si los cambios en el cerebro de un adulto son tan significativos... ¿cómo serán en un niño? Muchos expertos de la alimentación piden la reducción del consumo de ultraprocesados en niños y el cambio de las etiquetas en los productos dirigidos a este público.
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