Cómo actuar cuando nos sentimos decepcionados con otra persona y qué podemos aprender de este sentimiento

  • Es un proceso interno que se produce cuando una expectativa no sucede o sucede pero de diferente forma a la esperada.
  • Los expertos recomiendan hablar de ello con alguien de confianza y exteriorizar las emociones de una manera sana.
La decepción es una emoción negativa que se despierta en una persona cuando se incumple una expectativa construida.
La decepción es una emoción negativa que se despierta en una persona cuando se incumple una expectativa construida.
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La decepción es una emoción negativa que se despierta en una persona cuando se incumple una expectativa construida.

¿Qué es la decepción? Los manuales la define como una emoción dolorosa que se despierta en una persona cuando se incumple una expectativa construida, generalmente en torno al comportamiento de otra persona (aunque también podemos crear esa expectativa sobre algún acontecimiento, un trabajo...). La decepción es, por tanto, un proceso interno que se produce cuando esa expectativa no sucede o sucede pero de diferente forma a la esperada.

Pero, ¿cómo afrontar esa decepción cuando viene a visitarnos? Los expertos aportan una serie de consejos que pueden ayudarnos a gestionar esta emoción tan desagradable de la mejor manera posible e, incluso, a sacar algún aprendizaje de ella.

No generar demasiadas expectativas

No se trata de dejarse llevar por una visión pesimista en torno a los demás sino de no generar muy altas o inalcanzables expectativas respecto a la gente que nos rodea y cómo deben actuar con nosotros. 

Hay que intentar se objetivos y ver a las personas tal y como son, no como queremos o deseamos que sean o, incluso, como creemos que son. Aceptando, además, que tienen todo el derecho del mundo a comportarse como deseen, que no tienen por qué tener los mismos valores, principios, expectativas y creencias que uno y, sobre todo, que su misión en el mundo no es cumplir con las expectativas que nos hemos construido.

Permitirnos sentir y aprender a regular las emociones

 
Es completamente normal que a la vez que uno siente la decepción también le embarguen otros sentimientos negativos como la rabia, la frustración, la tristeza o el miedo. Los expertos coinciden en que estas emociones deben identificarse y también exteriorizarse de una manera sana. Guardar todas dentro no harán otra cosa que enquistar el problema, convertirlo en crónico, aumentar el dolor y el resentimiento y bloquear nuestra confianza en en otras personas.

Aceptar la realidad

Según los especialistas, aceptar la realidad es uno de los primeros pasos para afrontar la decepción. A partir de ahí debemos asumir que necesitaremos un tiempo para pasar ese duelo y gestionar lo que ha pasado hasta que nos volvamos a sentir preparados para volver a intentarlo. También es necesario asumir que, en esta vida, hay cosas que dependen de uno mismo (y en las que podemos trabajar) y cosas que no. Cuando las cosas no dependen solo de nosotros hay que tener claro que puede que sucedan o puede que no.

Hablar de ello

Los expertos recomiendan verbalizar nuestros sentimientos con alguien de confianza que pueda darnos su opinión y/o ayudar a relativizar la situación. Y si lo sentimos necesario, compartirlos también con la persona que ha originado esa decepción. Sentirse decepcionado con alguien en quien confiamos es complemente normal, por lo que expresar esos sentimientos con palabras puede ayudar a sobrellevarlos. Sin embargo, esa conversación debe producirse siempre desde la serenidad y no desde el enojo.

Echar la vista atrás

Los especialistas nos animan a analizar si la decepción que sentimos tiene que ver únicamente con la situación actual o está influenciada por antiguas decepciones y/o un patrón de conducta que se repite de forma constante en nuestra vida.

Aprender a poner límites

Si una misma persona no ha decepcionado en varias ocasiones, quizás ha llegado el momento de poner tierra de por medio. Si hemos hablado con ella y aún así la situación no ha cambiado y nos hace sentir mal continuamente es momento de preguntarse si queremos que continúe en nuestra vida. Poner límites ayuda, según los expertos, a sentirnos seguros emocionalmente y a restaurar nuestro amor propio.

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