Dolor de espalda, cambio en el aspecto del flujo y otros síntomas de parto prematuro

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Hablamos de parto prematuro cuando se produce entre la semana 20 y la semana 37 de gestación. 
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Cuando, entre la semana 20 y la semana 37 de gestación contracciones regulares provocan la apertura del cuello del útero se produce un parto prematuro. 

Aunque las causas del parto prematuro normalmente no están claras, sino que suele ser la consecuencia de factores de riesgo, el parto prematuro puede provocar el nacimiento de un bebé prematuro

Cuanto antes tenga lugar el parto prematuro, más riesgos tendrá el recién nacido. En muchos casos, los bebés prematuros puedes desarrollar discapacidades físicas y mentales a largo plazo y necesitan cuidados médicos en la unidad de cuidados intensivos neonatales.

Cómo saber si estoy sufriendo un parto prematuro

Los síntomas de parto prematuro van desde contracciones frecuentes, por lo que la mujer embaraza siente el endurecimiento del abdomen regularmente, cólicos, manchado o sangrado vaginal, cambio en el aspecto del flujo vaginal, que puede ser más acuoso o con manchas de sangre, dolor leve pero contante en la espalda, o la rotura permanente de la membrana, por lo que se produce una pérdida continua de líquido amniótico. 

Aunque normalmente no están muy claras las causas del parto prematuro, sí existen factores de riesgo como los embarazos gemelares, de trillizo o más, tabaquismo o consumo de drogas, infecciones en el líquido amniótico, exceso de líquido amniótico, sangrados durante el embarazo, enfermedades crónicas como diabetes o hipertensión, cuello de útero acortado o la edad de la mujer, tanto si es demasiado joven como demasiado mayor. 

Cómo actuar si sufres cualquiera de estos síntomas durante el embarazo

Si detectas cualquiera de las señales de parto prematuro, lo primero es acudir a tu médico o ginecólogo quien te examinará si tienes contracciones y si el útero comienza a dilatarse antes de la semana 37. 

Lo primero es el examen pélvico, para comprobar la firmeza del útero y la posición en la que se encuentra colocado el feto. Otras de las pruebas de diagnóstico es la ecografía transvaginal para medir la longitud del cuello del útero, evaluar el volumen de líquido, estimar el peso del bebé y ver si existe algún problema con la placenta. 

A través de un monitor uterino, el personal sanitario medirá al frecuencia y duración de las contracciones y mediante un análisis de las secreciones vaginales se puede detectar la la presencia de algunas infecciones y de fibronectina fetal, una sustancia que se expulsa durante el parto. 

Si existe riesgo de parto prematuro debido a un cuello de útero corto, el personal sanitario puede decidir realizar una intervención quirúrgica conocida como cerclaje cervical, que mediante suturas cierra el cuello del útero. Las suturas se retiran a partir de la semanas 36 de embarazo para prepararse para el parto. 

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