Cómo lavar el cordón umbilical cuando aún no se ha desprendido del bebé

  • Lavarlo con agua y jabón neutro y mantenerlo seco es el mejor manera de prevenir infecciones.
  • ​En caso de que supure, sangre o huela mal, hay que consultar al pediatra. 
Bebé recién nacido
Bebé recién nacido
Vidal Balielo Jr. / Pexels
Bebé recién nacido

Una de las cosas a las que más temen los padres primerizos cuando llegan a casa con su bebé es al cuidado del cordón umbilical hasta que este se desprende. Solo suelen ser unos días, pero el temor a hacerle daño o a que se infecte les crea muchas inseguridades y miedos. Sin embargo, los cuidados del cordón son más sencillos de lo que parece, y basta seguir algunas pautas que recomienda la OMS y estar atentos a algunos signos de alarma que puedan surgir.

¿Qué es cordón umbilical?

El cordón umbilical es un conducto que une al feto y a la madre durante el embarazo a través de la placenta. A través de él, el bebé recibe los nutrientes y el oxígeno que necesita para vivir y desarrollarse. Nada más nacer, una vez que el bebé respira por sí mismo y pasados unos momentos, se procede, con un material estéril, a pinzar el cordón, a unos 2 o 3 centímetros del ombligo. A partir de ese momento, el cordón empieza a cicatrizar y a secarse. Comienza en etapa de los cuidados, que van destinados a evitar que se infecte. Para ello, las primeras horas del bebé también con cruciales. Por ejemplo, se recomienda que el bebé no se bañe hasta pasada al menos seis horas o que permanezca junto a la madre para que ésta pase al bebé las bacterias saprofitas de la piel, es decir, las bacterias ‘buenas’ que impedirán que el cordón se infecte con otro tipo de bacterias, como se apunta en este artículo de la revista de la Federación de Matronas de España. 

¿Qué complicaciones puede tener su cicatrización?

La principal complicación que puede provocar la cicatrización del cordón umbilical es lo que se conoce como onfalitis, que es el endurecimiento de la piel circundante del ombligo, con supuración o secreción sanguinolenta y maloliente. Se trata de una infección que puede ser muy localizada o generalizarse y acompañarse de fiebre y decaimiento. Esta infección suele estar provocada por el germen Staphylococcus aureus, seguido de los propios del canal del parto y es frecuente (un 22%) en algunos países en vías de desarrollo cuando se llevan a cabo partos domiciliarios. En los países desarrollados, la tasa es muy inferior, en torno al 0,1-2% y los casos de onfalitis graves son muy infrecuentes debido a las condiciones higiénicas, tanto de los hospitales como de los hogares. Otras posibles complicaciones son el sangrado, el granuloma o el retraso en la caída.

¿Cómo lavar el cordón para prevenir las complicaciones?

Para evitar la temida onfalitis una vez llegamos a casa, las recomendaciones, que actualizó la OMS hace unas dos décadas, son bastante sencillas. En caso de que vivamos en un país con riesgo bajo de padecer esta infección, se recomienda lo que se conoce como cura en seco, que consiste en:

•Lavarnos bien las manos antes de lavar al bebé.

•Limpiar el cordón con agua tibia y jabón neutro.

•Secarlo bien y mantenerlo seco siempre (podemos ayudarnos de una gasa limpia).

•Mantener el muñón al aire, fuera del pañal si es posible.

•Cambiar los pañales con frecuencia.

Debemos tener cuidado de no estirar o desprender el muñón, este debe caerse por sí solo. De lo contrario pueden producirse sangrados. Lo normal es que se caiga por sí solo entre los 5 y los 15 días posteriores al nacimiento.

¿Por qué no se recomiendan los antisépticos?

Durante años, la recomendación era curar o desinfectar el muñón con soluciones antisépticas tópicas, como alcohol, clorhexidina, povidona yodada, ácido salicílico e incluso antibióticos en crema. Esto hoy solo se recomienda en caso de vivir en países con mayor riesgo con altas tasas de onfalitis o en situaciones que aumenten en riesgo, como que el bebé tenga que estar separado de la madre. En países con bajos riesgo de infección, como es el nuestro, ya no se recomienda. En primer lugar, porque se ha demostrado que su uso no reduce las tasas de infección con respecto a la cura en seco; y en segundo lugar, porque usar estos antisépticos, retrasa la caída del cordón, y cuanto más tarde en caerse, más riesgo de complicaciones.

A qué signos estar atentos

A pesar de seguir todas las recomendaciones, debemos consultar con el pediatra si:

•El cordón no se cae por si solo pasados 15 días.

•La zona de alrededor del ombligo está inflamada o enrojecida.

•Cordón umbilical desprende mal olor.

•Hay una secreción amarillenta.

•Hay sangrado persistente.

•Tiene fiebre. 

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