Efecto Pigmalión: qué es y por qué preocupa en España este fenómeno psicológico

Las expectativas que ponen sobre nosotros pueden ayudarnos a alcanzar nuestras metas, tal y como defiende el efecto Pigmalión, pero si esto no se hace de manera positiva, puede resultar en frustración y desengaños. 

La parte negativa del efecto Pigmalión.
La parte negativa del efecto Pigmalión.
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La parte negativa del efecto Pigmalión.

Desde pequeños hay muchos factores que nos van forjando, desde la educación en casa a la formación en las aulas. En España es obligatorio estar escolarizado hasta los 16, pero el aprendizaje no termina nunca, todo lo que aprendemos en los primeros años se refleja a lo largo del resto de nuestras vidas, por eso es tan importante el mensaje que recibimos y también cómo lo absorbemos, si este nos ayuda o se convierte en un lastre en nuestra vida.

Las expectativas que ponen sobre nosotros pueden ayudarnos a alcanzar nuestras metas si lo hacen del modo adecuado o suponer un lastre, si se emplea de manera negativa, por lo que hay que tener mucho cuidado, no solo con la educación de los más pequeños, también en las escuelas y en el trabajo, donde también encontramos estas dinámicas que se asocian con el efecto Pigmalión.

¿Qué es el Efecto Pigmalión?

Un niño manipula palillos y plastilina con las manos
El efecto Pigmalión te impulsa, pero también puede hundirte.
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El efecto Pigmalión hace referencia al fenómeno por el cual las expectativas de una persona sobre las capacidades de otra, influyen directamente en sus conductas y resultados. La imagen que tenemos de nosotros mismos está muy influida por la manera en la que nos ven los demás, por eso se le suele llamar también profecía autocumplida, tal y como la denominó Robert Rosenthal, porque la imagen que otros tienen de nosotros, de lo que vamos a conseguir, hace que las probabilidades de que sea así aumenten. En resumen, hace referencia a la influencia que una persona tiene sobre otra, basada en la imagen que tiene de ella.

A lo largo de su carrera como psicólogo e investigador, Rosenthal realizó numerosos estudios sobre el papel que cumplen las profecías autocumplidas, ilustrando la importancia que pueden tener las expectativas en nuestro día a día. El nombre de este efecto tiene su origen en la mitología griega y la obra del poeta Ovidio, se basa en la historia del escultor Pigmalión, que se enamoró de una escultura que él mismo había creado. Deseó tanto que fuera real que lo consiguió.

Si alguien nos valora y anima, considera que estamos capacitados para alcanzar ciertos objetivos, propiciará en nosotros creencias positivas que ayudarán a que consigamos esos objetivos. Si, por el contrario, esa persona no confía en nuestras habilidades, contribuirá negativamente en nuestra autoestima y nuestra capacidad para conseguir el éxito. Este efecto negativo puede llegar a resultar limitante.

Los efectos de esas expectativas son notables en los niños, un colectivo especialmente vulnerable a la influencia que los profesores ejercer sobre ellos, por ejemplo, dando voz a los alumnos que sienten que tienen más potencial y reafirmando así esto en ellos mismos. También en casa, si los padres sienten que su hijo puede alcanzar los objetivos y así se lo hacen saber y sentir, se verá más seguro y conseguirá sus metas.

Persona con ansiedad financiera.
Persona con ansiedad.
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En el entorno laboral también vemos el efecto Pigmalión, quien siente que sus superiores confían en su labor, será más probable que cumpla con esas expectativas.

El aspecto negativo de la ‘profecía autocumplida’

Hay dos tipos de efecto Pigmalión, el positivo y el negativo. El positivo es ese que hace que la persona se sienta arropada y aupada, capaz de superar los retos que tenga por delante, consiguiendo una buena autoestima y aumenta su confianza, pero esto no siempre es así. El efecto Pigmalión negativo es también llamado efecto Golem y hace referencia a la situación contraria. La actitud frente a la otra persona hace que se reduzca su autoestima.

El efecto Pigmalión ha demostrado que en ocasiones puede tener efectos dañinos, como sucede en los casos en los que los padres y profesores ponen sobre los niños sus expectativas personales, intentando que sus hijos o alumnos consigan lo que ellos no lograron. En general lo hacen mandando un mensaje erróneo, disminuye la autoestima del otro y solo consigue generar frustración.

Referencias

Rosenthal, R., & Jacobson, L. (1968). Pygmalion in the classroom. Urban Review/˜The œUrban Review, 3(1), 16-20. https://doi.org/10.1007/bf02322211

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