Maniobra de Hamilton o separación de membranas para desencadenar el parto: cuándo está indicada y cómo se realiza

Un bebé.
La maniobra de Hamilton es una forma de inducción del parto.
UNSPLASH
Un bebé.

Aunque el parto es un proceso que en principio el cuerpo realiza por sí solo, la ciencia médica ha ido acumulando conocimientos sobre él y desarrollando toda clase de técnicas e intervenciones para hacerlo más seguro y menos doloroso, minimizando así las posibles complicaciones y logrando elevar los índices de supervivencia tanto en las madres como en los niños.

Entre otros aspectos, algunas de estas técnicas tienen como objetivo inducir el comienzo del trabajo de parto cuando la gestación dura demasiado (lo que comporta riesgos para la madre y para el bebé) o cuando existe algún riesgo de otra naturaleza que hace más seguro llevar a término la gestación. Entre estas estrategias se encuentra la maniobra de Hamilton.

¿Qué es la maniobra de Hamilton? ¿Cómo se realiza?

La maniobra de Hamilton es una técnica mecánica (existen también otras farmacológicas) de inducción del parto consistente en despegar las membranas del saco amniótico de la cérvix (el cuello uterino) mediante un tacto vaginal (introduciendo los dedos).

Por este procedimiento, se consigue que el cuerpo de la madre libere de forma natural prostaglandinas, unas sustancias que inducen el trabajo de parto (y que de hecho son una de las posibles sustancias empleadas en las técnicas farmacológicas de inducción al parto).

Para que pueda llevarse a cabo, es indispensable que la bolsa amniótica esté intacta (es decir, no haber roto aguas) y que no se de el caso de placenta previa, en la que este elemento obstruye la cérvix.

Conlleva una ligera molestia física (aunque la mayoría de mujeres no la encuentran dolorosa) y puede provocar un leve sangrado. Al mismo tiempo, lleva asociado un cierto riesgo de rotura de membrana, aunque este es bajo.

¿Cuándo está indicada?

El principio general a la hora de decidir si aplicar cualquier maniobra de inducción al parto es que los beneficios superen los riesgos (ningún método está exento de ellos, aunque sean relativamente bajos). Así, normalmente se considera que esta condición se puede cumplir a partir de las semanas 39 a 40 de embarazo, según el caso, y siempre a partir de la semana 42; también, cuando existen situaciones (como macrosomía fetal, restricción del crecimiento fetal intrauterino, preeclampsia, eclampsia, ruptura prematura de membranas o muerte fetal) en las que la continuación del embarazo supone un riesgo importante.

Además, en el caso de la maniobra de Hamilton hay que tener en cuenta que no consigue la inducción en todos los casos y que cuando lo hace a menudo ocurre pasadas 24 horas o más; por lo que no es el método idóneo si el comienzo del trabajo es urgente.

En resumen, se suele considerar apropiada para mujeres que se encuentran entre las semanas 40 y 42 del embarazo y en las que no hay síntomas de que se acerque el parto (especialmente que no se haya producido la maduración cervical (reblandecimiento del cuello uterino) pero tampoco hay ninguna otra condición de riesgo que imponga una gran urgencia.

Ahora bien, como ocurre con todas las formas de inducción del parto es importante que la futura madre esté informada de en qué consiste el procedimiento, para qué sirve, cómo se realiza, cuáles son los riesgos, cuáles son los beneficios y por qué está indicado en su caso particular; y en base a ello decida libremente si otorga su consentimiento para que se le realice esta maniobra o no.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento