¿Por qué me duele la penetración?

Pareja en actitud cariñosa.
Pareja en actitud cariñosa.
PIXABAY
Pareja en actitud cariñosa.

Aunque normalmente el sexo es una de las actividades más físicamente placenteras que puede desarrollar el ser humano, por diversos motivos pueden surgir diversas molestias o incluso dolor físico. Concretamente, cuando hablamos de sexo con penetración, esto es especialmente habitual en la persona que la recibe; lo que no quiere decir que no se de también en el rol contrario.

Este dolor se llama coitalgia o dispareunia cuando se produce en los genitales y anodispareunia cuando tiene lugar en el ano.

Dolor en la vagina o la vulva

Las posibles causas del dolor en la vagina o la vulva son variadas, pero la más habitual es la falta de lubricación, ya sea por falta de excitación o simplemente porque no se segrega en cantidad suficiente. En el primer caso, los posibles abordajes pasan por incrementar el tiempo dedicado al juego previo, cambiar las prácticas sexuales y probar otras nuevas, incorporar juguetes o, si se da de manera crónica, consultar con un especialista que pueda asesorarnos o prescribirnos la terapia más adecuada a nuestro caso; en el segundo, suele ser suficiente con emplear lubricación adicional.

Otra posibilidad, especialmente probable si el dolor aparece al rato de iniciar la penetración, puede ser la irritación o la abrasión (esto es más común si el coito se prolonga mucho, ya que una fase de meseta en el acto sexual excesivamente larga hace disminuir la lubricación natural). De nuevo, la solución puede ser usar un lubricante adicional o cambiar a otra práctica que pueda incrementar la lubricación natural.

Algo menos común es la dispareunia asociada al vaginismo (una contracción involuntaria de la musculatura vaginal que dificulta la penetración) o a la endometriosis (u crecimiento anormal del endometrio fuera del útero. En estas instancias, la manera de tratar la dispareunia es eliminando la causa subyacente.

Finalmente, en algunos casos puede ser consecuencia de infecciones genitales o urinarias, reacciones ante el material del preservativo o del lubricante (si se están usando) y, en personas de edad más avanzada, vaginitis senil.

Dolor en el pene

La dispareunia en el pene (o en la pelvis en personas con pene) es posiblemente la menos común de los tres tipos.

Comúnmente, cuando afecta al prepucio y el frenillo, es sintomática de padecer algún grado de fimosis (una estrechez del prepucio que dificulta o impide su retracción completa) o de frenillo breve (longitud insuficiente del frenillo). Si esta es la razón detrás de la misma, la solución va a depender de la gravedad de la afección, pero oscila entre la práctica regular de determinados ejercicios destinados a estirar las zonas y la circuncisión o frenuloplastia, según proceda.

También es posible que la dispareunia se deba a una infección genital o urinaria, como son la clamidia, la gonorrea, la sífilis, la clamidia, el herpes, el papiloma, la candidiasis o la tricomoniasis. En esta situación, el tratamiento dependerá enteramente del tipo de infección del que se trate; por ejemplo, cuando sea bacteriana, consistirá generalmente en antibióticos; o cuando sea fúngica, en antimicóticos.

Más raramente puede darse dispareunia en el pene por la enfermedad de Peyronie, una afección no cancerosa resultado de la formación de tejido cicatrizal fibroso en el pene que provoca erecciones curvas y dolorosas hasta el punto de llegar, en casos especialmente severos, a impedir la relación sexual. Esta condición se puede tratar, según su fase y su gravedad, con terapia de tracción del pene, terapias farmacológicas y de inyección o cirugía.

Por último, excepcionalmente la raíz del problema puede ser psicológica, de manera similar a lo que ocurre muchas veces (aunque no siempre) en el vaginismo. En este supuesto, el enfoque común es la psicoterapia.

Dolor en el ano

Es completamente normal que el sexo anal resulte doloroso para la persona penetrada, especialmente las primeras veces que se practica, aunque no tiene por qué ser así si tomamos las precauciones adecuadas.

Las causas de porqué son variadas, pero lo más normal es que se deba a una combinación de tensión en el esfínter (derivada de factores psicológicos como tensión, miedo o nerviosismo) y falta de lubricación. Por ello, es esencial añadir lubricación adicional, alcanzar un estado de relajación y tranquilidad, estar seguro de que se desea esta práctica y tener sensación de 'estar preparado' y que la persona que penetra sea cuidadosa.

Si, aun así, el dolor persiste, puede ser por otras causas como hemorroides, infecciones o incluso cáncer de colon, que deben ser en todo caso analizadas por un especialista.

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