Cómo funciona el yodo frente a la radiación

Explosión de la bomba termonuclear Ivy Mike el 1 de noviembre de 1952.
Explosión de la bomba termonuclear Ivy Mike el 1 de noviembre de 1952.
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Explosión de la bomba termonuclear Ivy Mike el 1 de noviembre de 1952.

Coincidiendo con la escalada de las amenazas rusas y las recientes pruebas norcoreanas de misiles, el Gobierno finés recomendó hace unos días a su población adquirir pastillas de yodo especialmente elaboradas como medida protectora frente a la radiación. El medicamento se ha agotado en cuestión de pocas horas.

El yodo en nuestro cuerpo

El yodo es un elemento químico que, en pequeñas cantidades, es necesario para que nuestro cuerpo funcione correctamente. Concretamente, es un componente de ciertas hormonas fabricadas por nuestra glándula tiroides, implicadas en la regulación de varios procesos fundamentales del organismo. 

En condiciones normales, los seres humanos obtenemos el yodo necesario de los alimentos (está presente, sobre todo, en productos del mar como algas y peces y en vegetales cultivados en suelos ricos en yodo) y lo almacenamos en la glándula tiroides.

La importancia de recibir un aporte de yodo correcto es tal que, sobre todo en las zonas alejadas del mar, es habitual suplementar la sal de uso común con yodo; similarmente, es común que a las mujeres embarazadas se les recomiende la suplementación con yodo para evitar problemas de desarrollo en el niño.

¿Cómo nos protege frente a la radiación?

El papel del yodo frente a la radiación se explica precisamente por esa capacidad de nuestra glándula tiroides para almacenar yodo. Y es que, en ciertas ocasiones, los accidentes nucleares pueden liberar al ambiente grandes cantidades de yodo-131, un isótopo radiactivo del yodo, que nuestra glándula tiroides también puede almacenar.

Para evitar esto, se administra yoduro de potasio en dosis muy elevadas: de esta forma, se satura la tiroides con yodo no radiactivo, evitando que almacene el que sí lo es.

Esto evidencia las limitaciones que las pastillas de yoduro de potasio tienen frente a una emergencia nuclear. La protección que ofrecen es muy específica; sólo frente al yodo radiactivo (no frente a ninguno de los otros elementos que pueden serlo) y sólo para la glándula tiroides. Otros muchos sistemas del cuerpo pueden resultar dañados por la presencia de yodo-131 en el ambiente.

El yodo en las farmacias... y por qué no protege

El yoduro de potasio se usa también como suplementación en ciertos casos (embarazos y ocasionalmente problemas con la función tiroidea). Estas pastillas, que pueden encontrarse en condiciones normales en las farmacias, son muy diferentes a las empleadas frente a la radiación.

Específicamente, las empleadas en suplementación suelen contener unos 200 microgramos de yodo, mientras que las empleadas como protección frente al yodo radiactivo contienen entre 60 y 150 miligramos. Es decir, que habría que tomar entre 300 y 1.300 pastillas del primer tipo para igualar una del segundo.

Y es que se debe tener en cuenta que el exceso de yodo durante un plazo prolongado puede provocar efectos secundarios graves como tirotoxicosis, hipertiroidismo o hipotiroidismo. Aunque se consideran preferibles a los daños que puede ocasionar el yodo-131 almacenado en la glándula tiroidea, estos efectos son la razón por la que las pastillas de yoduro de potasio en altas dosis (frente a la radiación) deben tomarse durante el mínimo período posible y por la que las de baja dosis (suplementación) deben usarse bajo supervisión médica.

20minutos

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