Las enfermedades ocultas que se pueden esconder tras una mala digestión

Dolor de estómago.
Dolor de estómago.
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Dolor de estómago.

El proceso digestivo es uno de los más importantes para el ser humano. Cada día sin excepción, parte del aparato digestivo ayuda a transportar los alimentos y líquidos a través del tracto gastrointestinal, a descomponer químicamente los alimentos y líquidos en partes más pequeñas, o ambas cosas. Una vez que los alimentos han sido descompuestos químicamente en partes lo suficientemente pequeñas, el cuerpo puede absorber y transportar los nutrientes adonde se necesitan. El intestino grueso absorbe agua y los productos de desecho de la digestión se convierten en heces. Pero, ¿qué ocurre cuando se produce una mala digestión? Y lo más importante, ¿qué enfermedades ocultas pueden ocultarse detrás de este hecho?

Se conoce comúnmente como mala digestión -también llamada dispepsia-, a un conjunto de síntomas muy variados como hinchazón, pesadez, náuseas o gases cuyo origen puede ser multifactorial, según nos explica el doctor Diego Sánchez Muñoz, especialista en aparato digestivo y fundador de IDI- Instituto Digestivo. Para el experto es prioritario diferenciar entre una mala digestión que se produce de manera puntual y aquella que se cronifica en el tiempo.

“No hablamos de mala digestión cuando estos síntomas aparecen tras una comida copiosa, sino cuando ocurren de forma sostenida en el tiempo y con una intensidad importante. En estos casos hay que hacer una evaluación completa del paciente, ya que el origen puede ser muy variado, teniendo que descartar intolerancias alimentarias, celiaquía u otros trastornos alimentarios como alergias”, aclara.

En ocasiones, esta mala digestión también puede producirse cuando están presentes infecciones como Helicobacter pylori. Además, la flora bacteriana del intestino delgado juega un papel principal y su desequilibrio es frecuente en estos casos, provocando lo que se denomina sobrecrecimiento bacteriano.

Por otro lado, como señala el especialista, también hay que descartar problemas anatómicos y la presencia de lesiones como gastritis, úlceras o enfermedades inflamatorias intestinales, entre otras. “No hay que olvidar que el estrés también juega un papel fundamental en muchos de estos casos”, puntualiza.

En el caso de que esos síntomas perduren, ¿qué nos están indicando y qué medidas debemos tomar para remediarlos? El doctor Sánchez aclara que cuando los síntomas duran más de lo razonable o bien se repiten con frecuencia es conveniente iniciar un estudio "para diagnosticar si existe alguna alteración que provoque y perpetúe esos síntomas de mala digestión. Es relativamente sencillo hacer una lista con todo lo que se ingiere, para así poder detectar algún tipo de intolerancia alimentaria observando algún patrón que se repite. Por ejemplo, 'cada vez que como X se me hincha la tripa'”.

El experto insiste en que el remedio siempre está en encontrar la causa que origina la molestia ya que existen ciertos fármacos que pueden aliviar la sintomatología, sin embargo es realmente difícil que, una vez establecidos los síntomas, haya algún tratamiento efectivo para hacerlos desaparecer de forma rápida. “Los fármacos antiflatulentos pueden ayudar, igual que lo pueden hacer ciertas infusiones con hinojo, anís estrellado o manzanilla que tienen propiedades beneficiosas para el proceso de la digestión”.

En esta evaluación inicial para localizar el origen de las molestias digestivas, el doctor señala que lo más importante es una buena historia clínica, en la que se tengan en cuenta la edad, el sexo, enfermedades previas y hábitos alimenticios. Posteriormente, se realizarán una serie de exámenes orientados a buscar si existe alguna causa concreta de esa sintomatología.

“Es común solicitar analítica que incluye marcadores de enfermedad celiaca y de déficit de ciertas vitaminas, como la B12 o el ácido fólico. También se suelen hacer estudios de intolerancia a azúcares como la lactosa o la fructosa, que son muy frecuentes en la población general, y se realizan mediante pruebas de aliento. Se suele hacer también alguna prueba radiológica, como ecografía abdominal, y en algunos casos se realizan pruebas endoscópicas con toma de biopsias”, explica.

El eje intestino-cerebro

¿Hasta qué punto el estrés puede ser un factor determinante en las dolencias de estómago? Para el doctor Sánchez el estrés es un factor absolutamente central en las patologías funcionales digestivas. “Ya ha dejado de ser una teoría para ser un hecho absolutamente demostrado que existe un eje intestino-cerebro por el cual, de forma muy resumida, las alteraciones a nivel de microbiota intestinal y permeabilidad intestinal hacen que en el cerebro se liberen mediadores y hormonas que favorecen las alteraciones en el estado de ánimo, lo cual perpetúan las alteraciones intestinales”.

Esto da lugar a un círculo vicioso del que es difícil salir de forma espontánea y explica el motivo por el cual son tan frecuentes los síntomas de ansiedad o depresión en pacientes con patología funcional digestiva, como el síndrome de intestino irritable. “De hecho, se han descubierto coincidencia entre genes que producen susceptibilidad a padecer trastornos del ánimo y genes que favorecen el desarrollo del síndrome de intestino irritable”, añade.

Siempre con sentido común

¿Se pueden prevenir, en la medida de lo posible, los problemas de digestión? El experto aboga por la moderación y el sentido común a la hora de comer. “La tendencia al exceso es común, y luego viene el arrepentimiento. Si aprendemos a controlar los impulsos, qué comer y cuánto comer, la aparición puntual de estos síntomas se minimizará. Esto no está reñido con disfrutar de una buena comida, que se puede hacer con pasión”.

El doctor recomienda como mejor remedio la ingesta de alimentos saludables, como verduras, frutas, alimentos cocinados a la plancha, al horno o al vapor, mejor que fritos, y llevar una dieta variada y equilibrada para evitar problemas digestivos. También es muy importante conocer nuestros límites y, si existe alguna intolerancia alimentaria concreta conocida, evitarla. Por último, la gestión del estrés es absolutamente fundamental. Y, por supuesto, ante la duda, consultar al especialista, que podrá con datos más objetivos resolver las dudas y los problemas de salud del paciente.

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