La hipertensión arterial y la ocular no son lo mismo: un experto nos explica las diferencias

Aunque los cambios en la presión de las arterias pueden ser un factor de riesgo, no existe una causa directa entre éstos y las patologías oculares más comunes. Cada hipertensión lleva su 'camino'.
Una oculista realiza una revisión ocular a una niña.
Una oculista realiza una revisión ocular a una niña.
Getty Images/iStockphoto
Una oculista realiza una revisión ocular a una niña.

La hipertensión arterial afecta a un tercio de la población adulta en España, uno de los principales riesgos para poder desarrollar, potencialmente, enfermedades cardiovasculares. Además, existe una creencia popular, que habla de que esa misma tensión arterial elevada y mantenida en el tiempo, puede desembocar a medio plazo en glaucoma.

Los oftalmólogos expertos del Instituto Fernández-Vega dejan claro que, aunque lo que todos conocemos como tensión alta es un importante factor de riesgo, no es en ningún caso la causa directa del debut del glaucoma (trastorno ocular que puede dañar el nervio óptico e, incluso, provocar ceguera).

Presión arterial y presión ocular, dónde y cómo actúa cada una

Aunque a priori pudiera sonar algo así como las dos caras de la misma moneda, debemos tener claro que entre la presión arterial y la presión ocular existen varias diferencias. Para evitar confusiones, el doctor Andrés Fernández-Vega Cueto-Felgueroso, especialista en glaucoma, nos explica qué tienen en común y en qué se distancian.

Medir la presión arterial en casa nos proporciona información valiosa.
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S.M.G.

"En primer lugar, es necesario aclarar que la presión arterial se refiere a la fuerza que ejerce la sangre en el interior de las arterias cuando el corazón late. Como su nombre indica, la hipertensión tiene lugar cuando la presión arterial es muy elevada. Cuando esta anomalía sucede, el corazón debe trabajar más para bombear sangre, lo que puede generar problemas en muchas partes del cuerpo, entre ellas, los ojos”.

Por otra parte, en lo que se refiere a la tensión ocular, ésta hace referencia "a la presión en el interior del globo ocular. Por regla general, la presión debe situarse entre 10 y 21 mm-Hg. Sin embargo, hay factores como la edad avanzada y algunas patologías oculares que se manifiestan por diversas circunstancias, que aumentan la tensión dentro del ojo”. 

¿Hasta dónde llega la relación entre ambas tensiones?

Lo más importante que debemos tener claro para entender que cada presión, la arterial y la ocular, lleva sus propios derroteros, es que los cambios en la primera no inciden de manera directa en la segunda.

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La tensión arterial elevada es un factor de riesgo de daño en el nervio óptico.
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Lo dicho anteriormente, sin embargo, no significa que no sea uno de los mecanismos que podrían participar en el daño del nervio óptico. Tanto la presión arterial baja, como elevada, se han descrito como factores de riesgo para desarrollar diferentes patologías oculares como el glaucoma, una de las principales causas de ceguera irreversible.

Qué es el glaucoma y cuáles son sus consecuencias

Al glaucoma lo denominan la enfermedad silenciosa, que afecta en primer lugar a la visión periférica y nos puede hacer perder gran parte de la visión sin que nos demos cuenta de que algo está sucediendo.

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El glaucoma es la principal causa de ceguera prevenible e irreversible en todo el mundo
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Si el glaucoma no se detecta y se frena a tiempo, acabará provocando ceguera. De hecho, está considerada principal causa de ceguera irreversible en el mundo. Su progresión es lenta y prolongada en el tiempo; puede desarrollarse durante décadas ocultando sus síntomas.

El incremento de la presión intraocular es el factor de riesgo modificable más importante a la hora de desarrollar glaucoma. Además, se deben tener en cuenta otros factores de riesgo que aumentan la probabilidad de desarrollarla en el futuro como haber superado los 60 años, tener miopía, la presión ocular alta (que puede medirse de manera precisa, aunque fluctúa bastante) y antecedentes familiares de haber padecido la enfermedad.

Un hombre con fuerte dolor de cabeza.
La visión borrosa y los dolores de cabeza son síntomas que podrían alertar de la aparición de glaucoma.
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Para intentar detectar el glaucoma antes de que la ceguera haya llegado, los expertos recomiendan permanecer atentos a síntomas claros como una visión borrosa repentina; dolor intenso en el ojo; dolores de cabeza sin explicación aparente; náuseas o vómitos; y disminución de la visión periférica.

La población adulta general, según los especialistas, deben llevar a cabo revisiones anuales rutinarias a partir de los 40 años. Una vez ha aparecido en escena, y siempre antes de que haya provocado la ceguera irreversible, el glaucoma se puede parar y controlar con medicamentos e, incluso, con cirugía.

Referencias

Banegas, J. R., Martínez, M. S., Conde, T. G., García, E. B., Graciani, A., Castillón, P. G., Puig, J., & Artalejo, F. R. (2024). Cifras e impacto de la hipertensión arterial en España. Revista Española de Cardiología. Consultado online en https://doi.org/10.1016/j.recesp.2024.03.002 el 4 de junio de 2024.

Tenorio-Guajardo, G., Ramírez, L., Bonilla, J., De la Cruz, D. Z., García, J. J. G., & Conde, C. (2014). Cambios de la presión intraocular en pacientes con hipertensión arterial. Revista Médica del Hospital General de MéXico, 77(3), 101-107. Consultado online en https://doi.org/10.1016/j.hgmx.2014.07.001 el 4 de junio de 2024.

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