Efectos secundarios de la fluoxetina, uno de los antidepresivos más recetados

Imagen de un bote de cápsulas de medicamento.
Imagen de un bote de cápsulas de medicamento.
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Imagen de un bote de cápsulas de medicamento.

A la hora de consumir ciertos fármacos, es importante informarnos concienzudamente para saber cómo actúan, qué efectos secundarios pueden tener, en qué cantidad debemos tomarlos, con qué alimentos o medicinas no deben mezclarse y en qué casos están contraindicados. De esta forma, evitaremos muchas consecuencias indeseables.

En este sentido, hoy venimos a hablar de la fluoxetina que, vendida bajo diferentes nombres comerciales, es un medicamento antidepresivo del tipo inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina (ISRS). Se trata de uno de los fármacos más vendidos para tratar esta enfermedad mental.

¿Qué es y cómo funciona la fluoxetina?

La fluoxetina dificulta la reabsorción del neurotransmisor serotonina (implicado de manera prominente en muchos procesos emocionales) por la célula presináptica (la célula que envía esa misma serotonina a otra), por lo que se produce un proceso por el cual aumenta la disponibilidad de serotonina para la célula postsináptica (la receptora de la serotonina). Gracias a ello, este fármaco ayuda a mantener un estado de equilibrio y bienestar psíquicos, así que se usa para tratar trastornos psicológicos y psiquiátricos. Algunos de ellos son:

  • Los trastornos depresivos.
  • Los trastornos de angustia.
  • Los trastornos de pánico.
  • Los trastornos obsesivo-compulsivos.
  • La bulimia nerviosa. 
  • El trastorno disfórico premenstrual 
  • Y otros como el alcoholismo, el TDAH, ciertos trastornos del sueño, las migrañas, el trastorno por estrés postraumático, el síndrome de Tourette, la tricotilomanía (trastorno consistente en el impulso de arrancarse el propio cabello), la obesidad y ciertos trastornos sexuales.

¿Cuáles son sus efectos secundarios?

La fluoxetina puede provocar una serie de efectos adversos más o menos frecuentes, que no obstante suelen desaparecer al cabo de unas pocas semanas de tratamiento en la mayoría de los pacientes.

Entre los más frecuentes (afectan a más de una de cada diez personas) se encuentran la fatiga, el insomnio, la diarrea, las náuseas y la cefalea; algo más raros (hasta a una de cada diez personas) son la disminución del apetito, el nerviosismo, la inquietud y la falta de concentración, la sensación de tensión nerviosa, la disminución de la conducta sexual, los sueños anormales, los mareos, la alteración del sentido del gusto, los temblores, la visión borrosa, la taquicardia, el rubor, los bostezos, la sequedad de la boca, la sudoración excesiva, los vómitos, las erupciones cutáneas, el dolor muscular y articular, el sangrado vaginal sin explicación y la sensación de debilidad.

La atomoxetina se debe tomar por vía oral, en pastillas o jarabe
Ante cualquier efecto secundario, se debe consultar con el médico.
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Aún más raramente (hasta a una de cada cien personas) la fluoxetina puede producir sentirse separado o distante de uno mismo (despersonalización), pensamientos extraños, euforia, problemas sexuales persistentes tras el tratamiento, pensamientos suicidas o de autolesión, bruxismo, espasmos musculares o problemas de equilibrio o coordinación, alteraciones de memoria, pupilas dilatadas, tinnitus, dificultad para respirar, pérdida de pelo, aumento de la tendencia a presentar moratones, sangrado sin explicación, sudor frío, dificultad para orinar, sensación de frío o calor y anomalías en las pruebas del hígado; y hasta una de cada mil personas experimentan hiponatremia, reducción de plaquetas en sangre, reducción en el recuento de glóbulos blancos, comportamiento desenfrenado (manía), alucinaciones, agitación, pánico, confusión, tartamudeo, agresividad, convulsiones, vasculitis, hinchazón rápida de tejidos del cuello, cara, boca o garganta (reacción alérgica), dolor en el esófago, hepatitis, problemas pulmonares, fotosensibilidad, dolor muscular, problemas al orinar o producción de leche materna.

Por último, se han reportado, con frecuencia desconocida, efectos como sangrado vaginal abundante tras el parto y un mayor riesgo de sufrir fracturas óseas. En cualquier caso, se debe dejar de tomar el medicamento y acudir inmediatamente al médico si aparecen pensamientos suicidas o autolesivos o reacciones alérgicas. 

¿En qué casos está contraindicada?

Hay una serie de supuestos en los que se deben mantener unas precauciones especiales.

  • Por ejemplo, deben evitarla completamente las personas que sean alérgicas a la fluoxetina o a cualquier componente del medicamento, las personas que estén tomando inhibidores de la monoamino oxidasa (IMAO) o quienes tomen metoprolol para tratar insuficiencia cardíaca.
  • Igualmente, deberían consultar con el médico: quienes padezcan enfermedades cardíacas; quienes muestren síntomas de síndrome serotoninérgico (fiebre, rigidez muscular, temblores, confusión, irritabilidad, agitación extrema); quien sufra manía o la haya sufrido en el pasado; quien padezca trastornos hemorrágicos o consuma medicamentos que afecten a la coagulación de la sangre; quien padezca epilepsia o convulsiones; quien esté recibiendo terapia electroconvulsiva; quien esté en tratamiento con tamoxifeno, quien padezca diabetes; quien padezca problemas hepáticos, quien padezca bajo ritmo cardíaco en reposo o pueda tener una pérdida grave de sal; quien tome medicamentos diuréticos o quien padezca glaucoma.

¿Cuál es la dosis apropiada?

Una mujer toma una pastilla con un vaso de agua.
Una mujer toma una pastilla con un vaso de agua.
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La dosis deberá determinarla en cada caso un médico (hay que recordar que está siempre sujeto a receta médica) en función de las características de cada caso en concreto. A nivel orientativo, en adultos la dosis habitual es de 20 mg al día por depresión, aumentable hasta los 60 mg; de 60 mg diarios en bulimia nerviosa; y de 20 mg aumentable hasta los 60 mg al día para trastorno obsesivo-compulsivo.

En niños y adolescentes con depresión, debería limitarse a 10 o 20 mg al día, y el tratamiento debe ser reevaluado al cabo de un tiempo en función de la respuesta. En personas de edad avanzada o con insuficiencia hepática, la dosis suele ser algo menor, en función del médico. 

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