¿Tienes sueño todo el día? Este es el síndrome que podrías padecer y sus peligrosas consecuencias

Algunos medicamentos pueden afectar a la función psicomotora y a la capacidad para conducir.
La somnolencia excesiva pone a las personas en mayor riesgo de sufrir accidentes de tráfico.
GTRESONLINE
Algunos medicamentos pueden afectar a la función psicomotora y a la capacidad para conducir.

Dormir menos de lo ideal es, desgraciadamente, algo muy común. El trabajo o los estudios, las obligaciones domésticas, las aficiones y la vida social a veces pueden hacer difícil cuadrar los tiempos, lo que acaba produciendo un descanso insuficiente que, como es lógico, puede hacer que en momentos nos entre sueño. Sin embargo, hay que estar atentos, porque si éste es excesivo puede apuntar a la presencia de un problema de salud.

Así lo advierte un artículo publicado en el medio Journal of Clinical Psychiatry, en el que los autores expresan su preocupación por la frecuencia con la que la somnolencia excesiva pasa inadvertida en la atención primaria, a pesar de lo común que es y el impacto que tiene en la salud de quienes la sufren.

El trabajo en cuestión es una revisión de la literatura al respecto, de la que se extrae que, por una parte, la somnolencia excesiva aparece asociada a un amplio abanico de desórdenes médicos, neurológicos y psiquiátricos que pasan a menudo por las unidades de atención primaria; y, por otra, que en sí misma esta condición es debilitante e incluso puede suponer un riesgo para la vida.

¿Cómo identificar la somnolencia excesiva?

Para entender a qué nos referimos con somnolencia excesiva, es importante entender algunos mecanismos básicos en la regulación del sueño humano. En concreto, los dos que intervienen en este campo son los llamados ritmos circadianos y la homeostasis.

Los primeros hacen referencia a los cambios neuroendocrinos, fisiológicos y de comportamiento de un organismo a lo largo de cada día; la homeostasis, por su lado, es la tendencia de los organismos a mantener ciertos balances internos (principalmente químicos) compensando los desequilibrios.

En condiciones normales, incluso si existe cierto grado de privación de sueño, el ritmo circadiano contrarrestará hasta que sea de noche la tendencia de la homeostasis a compensar la actividad de la vigilia mediante el sueño; o, por el contrario, impedirá que nos despertemos hasta que llegue la luz del día.

En cambio, explican los investigadores, cuando una persona padece somnolencia excesiva, como cuando padece insomnio, los ritmos circadianos no están cumpliendo adecuadamente con su cometido.

Los autores de este estudio también hacen una distinción entre fatiga crónica y somnolencia excesiva. Mientras que la primera se caracteriza por una falta de energía durante la vigilia que sin embargo no implica una dificultad para mantenerse despierto, la segunda implica esta dificultad y puede ir acompañada de los síntomas clásicos de la fatiga crónica. 

¿Cuáles son las principales causas?

Los investigadores citan varios motivos que pueden estar detrás de la somnolencia excesiva. Por ejemplo, puede sobrevenir por una restricción crónica del sueño: es decir, que de manera habitual no nos permitamos nosotros mismos  dormir el tiempo suficiente (es decir, no incluiría cuando tratamos de dormir pero no podemos).

Otra posibilidad es el sueño fragmentado: que nos despertemos a menudo durante la noche. Esto puede ocurrir por motivos exógenos (ambientes ruidosos, llanto de bebés, vibración /iluminación de teléfonos móviles) o endógenos (apnea del sueño, síndrome de las piernas inquietas...).

También es común que aparezca como consecuencia de varios trastornos del sueño, y especialmente de algunos que afectan a los mecanismos de vigilia y descanso como pueden ser la hipersomnia idiopática o la narcolepsia.

Igualmente, puede sobrevenir por desórdenes del ritmo circadiano, como el 'síndrome del turno nocturno' en el que, al margen de que se duerma el tiempo suficiente, el hecho de dormir durante el día o con horario desplazado causa la somnolencia excesiva.

Por último, señalan, un buen número de enfermedades de otros sistemas pueden provocar somnolencia excesiva como efecto secundario, algo que ocurre por ejemplo con la esclerosis múltiple, enfermedad de Parkinson, lupus, cáncer, dolor crónico, desórdenes gastrointestinales, desórdenes endocrinos, daños craneoencefálicos y con trastornos psiquiátricos como la depresión, la esquizofrenia o el trastorno afectivo estacional.

¿Cuáles pueden ser las consecuencias de la somnolencia excesiva?

Sea la que sea la etiología de la somnolencia excesiva, los autores incluyen entre las posibles consecuencias un descenso en la productividad; problemas de memoria, concentración, aprendizaje y toma de decisiones; ralentización de los tiempos de reacción; inhabilidad para mantener la atención y adopción de conductas más arriesgadas.

De hecho, en virtud de estos cambios, las personas con somnolencia excesiva tienen más riesgo de sufrir accidentes laborales, de tráfico y domésticos: por ejemplo, según la administración estadounidense y tal y como apuntan los autores de esta investigación, la somnolencia excesiva podría ser la causa de más de 100.000 accidentes al año en el país norteamericano. El mismo gobierno estima al año unos costes directos de 16.000 millones de dólares derivados de esta condición.

¿Cómo se puede tratar?

La forma de abordar este problema en un paciente concreto, dicen los investigadores, va a depender enteramente de la causa de fondo, ya que al eliminarla la somnolencia excesiva debería cesar por completo.

En cualquier caso, sus manifestaciones más inmediatas se pueden tratar de combatir aplicando una correcta higiene del sueño (desfragmentación, establecimiento de horario y duración, gestión del entorno, evitar el uso de cafeína, nicotina o alcohol...).

Finalmente, los autores de este trabajo citan una serie de fármacos que pueden ayudar al mantenimiento del estado de la vigilia, si bien advierten de que no sustituyen la necesidad de dormir. Estos medicamentos, que siembre deberán tomarse por decisión y bajo la vigilancia de un médico, incluyen anfetaminas, modafinil, armodafinil y oxibato de sodio.

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