¿Café o cacao? Esta es la opción más (o menos) sana

Café y cacao
Café y cacao
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Café y cacao

El café es un elemento imprescindible en el desayuno de muchas personas, que aprovechan sus propiedades estimulantes para empezar el día tomando energía. El cacao, como bebida, es por su parte una opción que normalmente asociamos más a los niños; lo que no significa que no haya adultos que opten por él, o incluso que lo mezclen con el café. Por ello, cabe preguntarse  ¿Qué opción es más saludable?

Desde el punto de vista de nuestra salud, la respuesta es algo compleja. Por una parte se trata de dos bebidas de características y propiedades muy diferentes entre sí; por otra, la fórmula concreta de cada marca varía enormemente en el caso del cacao, por lo que el resultado puede depender del producto específico que analicemos.

La moderación, clave

Por una parte, sabemos que el café posee una serie de nutrientes cualidades antioxidantes (gracias en parte a su contenido en polifenoles). Por otra, también contiene una importante cantidad de cafeína, que en exceso puede provocar una serie de efectos negativos (aumento del ritmo cardíaco y la tensión arterial, insomnio, arritmias cardíacas, diarrea, náuseas).

El cacao, por su lado, aporta magnesio, vitaminas y, como el café, polifenoles; y, en cambio, también cafeína, teobromina (una sustancia estimulante y tóxica en dosis muy altas), grasas saturadas y azúcar.

Por ello, ambas bebidas pueden resultar beneficiosas para nuestro organismo si se consumen de manera moderada, y dañinas en exceso.

En el caso del cacao, por ejemplo, no debería haber ningún problema mientras tengamos cuidado de no exceder, en el conjunto del día, las cantidades de azúcar y grasas recomendadas. Y esto puede resultar más complejo de lo que parece, ya que, aunque concretamente el cacao soluble normalmente contiene menores cantidades de grasas saturadas que el chocolate en otras preparaciones, la dosis concreta varía según la marca; similarmente, es habitual que lleve azúcares añadidos que tendremos que tener en cuenta ya que es muy fácil exceder la cantidad diaria recomendada de azúcar (25 gramos) sólo con los azúcares añadidos a otros productos procesados. Así, elegir un cacao soluble con el menor contenido posible de grasas saturadas y azúcares añadidos puede determinar las cantidades en las que es conveniente consumirlo.

Hay que tener en cuenta igualmente que la cantidad de cafeína presente en el cacao es mínima y que los efectos tóxicos de la teobromina solo afectan a los humanos si se consume en dosis absurdamente altas (de hecho, en dosis bajas puede aportar beneficios similares a los que encontramos a dosis bajas en la cafeína). Por el contrario, a menudo los polifenoles presentes en el cacao se degradan cuando ha sido sometido a determinados procesos industriales (como la alcalinización) por los que pasan muchas marcas de cacao soluble.

Con el café, aunque no tendremos que preocuparnos de las grasas saturadas y seremos nosotros quienes determinemos la cantidad de azúcar que añadimos, debemos siempre considerar la dosis de cafeína que estamos ingiriendo.

A grandes rasgos, podemos decir que el café es una opción algo más saludable para el consumo habitual (sobre todo si escogemos variedades y preparaciones con menor contenido en cafeína), mientras que la manera más sana de disfrutar el cacao es de forma más ocasional y preferentemente optando por marcas sin azúcares añadidos. Eso sí, siempre teniendo en cuenta cómo encajan las dos bebidas con el resto de nuestra alimentación y otros hábitos vitales (por ejemplo, un estilo de vida activo o sedentario).

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