Más del 30 por ciento de los niños en España tienen sobrepeso, una cifra alarmante que va en aumento. En Japón, sin embargo, se ha instaurado en las escuelas el método Shoku Iku, que enseña a los nipones desde pequeños a comer de forma consciente, sin sobrepasar los límites de la saciedad, y sabiendo elegir los alimentos más adecuados para encontrar el equilibrio digestivo y emocional.
Gracias a esta asignatura obligatoria en los centros educativos, los japoneses han conseguido reducir drásticamente la obesidad de la población general, creando la conciencia desde niños sobre la importancia no sólo de lo que comemos, sino también de cómo lo ingerimos.
Shoku Iku, un modelo a imitar
El término Shoku Iku se podría traducir como 'educación nutricional', y se ha demostrado ampliamente que funciona. Los niños en Japón son responsables de sus alimentos, y existe una asignatura en la que se les enseña a diferenciar las propiedades nutricionales verdaderas de las calorías vacías, lo poco recomendable que son los procesados industrialmente…
De hecho, el método del que hablamos implica que en los colegios se han prohibido las máquinas dispensadoras de chuches, comidas procesadas cargadas de grasas saturadas y bebidas azucaradas. De esta manera, los niños tienen más difícil el acceso a los alimentos industriales, y van tomando conciencia de la buena alimentación.
Ser conscientes de lo que comemos, una corriente que empieza a ganar fuerza en España (aunque está a años luz de Japón y su Shoku Iku) no hace referencia sólo a la lista de la compra, aunque también. Esta tendencia va más allá, al animarnos a mantener una relación positiva con la comida y con nuestro cuerpo.
Estas son las claves del Shoku Iku
La filosofía de la que estamos hablando pone un foco muy importante en la saciedad y en evitar los atracones. ¿Cuántas veces, a pesar de estar suficientemente llenos, continuamos comiendo?
En el caso del Shoku Iku la propuesta es detenernos, aproximadamente, cuando estamos saciados a un 80 por ciento, y no sobrepasar nunca esa barrera. Todo lo demás que ingiramos después, sólo nos engordará sin aportar nada saludable al organismo (sino todo lo contrario).
La idea es escuchar a nuestro cuerpo para saber parar, comer sólo lo necesario. De esta manera mejorará nuestra salud digestiva, y se regularán los picos de glucemia y la consiguiente inflamación.
Los japoneses y todas las investigaciones llevadas a cabo a partir de este método aseguran que, además, si mantenemos unos hábitos alimenticios equilibrados y suficientes mejorará también nuestro estado de ánimo.
El Shoku Iku no cuenta calorías, y tampoco prohíbe ningún alimento, no hay restricciones (sólo recomendaciones). Eso sí, comer debe hacerse despacio, saboreando cada bocado para ser lo más conscientes posible de lo que estamos comiendo.
La variedad de alimentos es otra de sus premisas básicas, así como la importancia de comer siempre en compañía, compartiendo incluso la comida.
La alimentación consciente, también llamada 'mindful eating'
Para irnos aproximando poco a poco a esta filosofía japonesa tan interesante, un modelo que deberíamos imitar cuanto antes, hemos entrevistado a la experta en mindful eating Mireia Hurtado, que comienza explicando que "la alimentación consciente es una práctica enfocada a utilizar la consciencia plena o mindfulness para regular nuestra conducta alimentaria".
La alimentación consciente promueve que una relación sana y armoniosa con los alimentos es posible. Desde esta idea, el concepto salud va mucho más allá del peso (aunque sin duda se consigue adelgazar en cuanto nos quitamos los alimentos procesados, los azúcares y los excesos en cantidades innecesarias). "El denominado mindful eating se enfoca en promover el bienestar físico y psicológico de las personas y el cuidado a largo plazo".
Una de las claves de la alimentación consciente, según continúa explicando la experta, "es la de aprender a reconectarse con las señales internas de hambre, plenitud y satisfacción del cuerpo, y decidir en base a ello cuándo empezar y cuando parar de comer".
"La comida es una fuente de placer inmediato, y muchas veces comer se vuelve una estrategia para calmar muchas de las emociones que en nuestro día a día nos generan malestar. Al aplicar como hábito rutinario la alimentación consciente, aprenderemos a diferenciar los diferentes tipos de hambre (emocional, sensorial, de estómago, mental…) y a la vez sabremos dar respuestas diferentes a ese malestar que no sea comer".
La práctica de este tipo de alimentación "no sólo beneficiará nuestra salud física al ayudarnos a nutrir el cuerpo de forma flexible y sostenible a largo plazo, sino que nos ayudará a cuidar nuestra salud mental al dar un espacio para disfrutar de los alimentos sin culpa y a la vez explorar y atender nuestras necesidades emocionales", concluye Mireia Hurtado.
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