El huevo es un alimento que en ocasiones es asociado erróneamente a una dieta insana por su presencia en platos de fritos con alto valor proteico. Y nada más lejos de la realidad: los estudios científicos confirman que no se debe renunciar a su consumo sin una causa justificada porque supondría perder un importante aporte nutricional. Sus numerosos compuestos bioactivos le avalan para formar parte de nuestra dieta semanal.
Esas proteínas de las que erróneamente se desconfía tienen en realidad alto valor biológico porque esconden aminoácidos esenciales para el cuerpo humano. De hecho, el huevo supone un bajo aporte calórico: un huevo medio aporta tan solo unas 70 kilocalorías.
Por tanto su consumo no está ligado, desde el punto de vista científico, a un incremento importante del colesterol: un huevo de tamaño medio contiene unos 200 miligramos de colesterol, pero tiene más grasas insaturadas, beneficiosas para la salud, que saturadas. De hecho, contiene ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados y omega 3 cuyos beneficios para la salud son ampliamente conocidos. A esto hay que sumar su aporte vitamínico (A, E, B12) y mineral (hierro, selenio, fósforo…).
Previene el deterioro macular
Como indican desde la Fundación de Hipercolesterolemia Familiar (FHF), la yema de huevo contiene luteína y zeaxantina, dos pigmentos que actúan como antioxidantes que se depositan en el ojo. Se ha constatado su acción de protección con respecto a las cataratas y la degeneración macular, causas frecuentes de ceguera en edades avanzadas.
El huevo es el único alimento de origen animal que contiene luteína y zeaxantina, lo que le proporciona ese característico color amarillo anaranjado a la yema. Desde la FHF apuntan además que la ciencia ha demostrado que la luteína presente en la grasa de la yema del huevo tiene un mecanismo más rápido y eficaz que otros alimentos que poseen estos pigmentos, como los vegetales.
Combate la hipertensión
Hasta el momento se han identificado más de 80 péptidos bioactivos como compuestos con actividad hipotensora procedentes principalmente de ovoalbúmina (la principal proteína de la clara de huevo, alrededor del 55% del total de proteínas), ovotransferrina (glicoproteína de la albúmina de la clara), lisozima, y fosvitina (fosfoproteínas de la yema).
En ensayos clínicos (no con humanos) se han constatado los efectos terapéuticos de estos péptidos bioactivos de la clara de huevo sobre individuos normotensos y espontáneamente hipertensos y se vio un efecto positivo sobre la tensión arterial sistólica y diastólica.
Combate el sobrepeso y la obesidad
Además de la gran cantidad de nutrientes que contiene un huevo, no hay que olvidar su alto valor proteico. Pese a suponer solo unas 70 kilocalorías, la sensación de saciedad que se experimenta después de ingerirlo es contundente, por lo que también puede considerarse un elemento que ayude a regular el sobrepeso. También la obesidad, considerada por la Organización Mundial de la Salud una compleja enfermedad crónica, puede verse influenciada por su consumo.
Referencias
Aparicio, A., Salas-González, M.D., Ortega, R., et al. (2018). El huevo como fuente de antioxidantes y componentes protectores frente a procesos crónicos. Nutrición Hospitalaria, vol. 35, núm. 6, 36-40. https://www.redalyc.org/journal/3092/309260627009/html/
Fundación Hipercolesterolemia Familiar (s.f.). Huevos. https://www.colesterolfamiliar.org/habitos-de-vida-saludables/dieta-y-nutricion/huevos/
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