![Durante la gestación los ginecólogos recomiendan evitar los alimentos no procesados, como los embutidos.](https://imagenes.20minutos.es/files/image_640_360/files/fp/uploads/imagenes/2021/06/24/mujer-embarazada.r_d.835-427.jpeg)
Sushi, leche cruda, jamón... ¿has pillado alguna vez un embarazo al vuelo por la ausencia de alguno de estos alimentos que antes sí se consumían? Durante el embarazo, uno de los primeros aspectos a tener en cuenta es la alimentación. Durante este período queda prohibido el consumo de pescado crudo, patés, huevos sin cocinar, carnes poco hechas, mariscos, quesos no pasteurizados.... y por supuesto, el jamón.
Tradicionalmente, por muy amante de este alimento tan patrio que fueses, el jamón, como otros embutidos, quedaba totalmente vetado de la dieta durante los nueve meses de gestación para evitar contraer toxoplasmosis, exceptuando las mujeres que ya han sufrido la enfermedad y que por lo tanto, han generado anticuerpos. Aunque, según los expertos, el cuento está cambiando.
Qué es la toxoplasmosis
Es más que probable que jamás hayas escuchado esta palabra hasta que te has quedado embarazada, que de repente comienza a aparecer por todos lados. La toxoplasmosis es la infección causada por el parásito Toxoplasma Gondii y que, en el caso de las embarazadas, puede provocar complicaciones tales como problemas visuales, alteraciones de neurodesarrollo o hidrocefalia, toxoplasmosis congénita, o riesgo de aborto.
Aunque se trata de una enfermedad poco común y que quien la contrae raramente sufre síntomas, este parásito se puede encontrar en el agua, en la tierra y en los animales. De ahí la importancia de lavar bien frutas y verduras, especialmente durante el embarazo, evitar el contacto con animales desconocidos, y, por supuesto, evitar el consumo de carne y pescados poco hechos o crudos.
¿Jamón? Sí, pero con excepciones
Aunque tradicionalmente el consumo de jamón ha estado vetado por completo de la dieta de las embarazadas, en los últimos años numerosos estudios sobre la taxoplasmosis y la curación del jamón están arrojando nuevos datos sobre la posibilidad de contraer la enfermedad.
Ya en 2011, los especialista en Nutrición y Bromatología de la Universidad de Zaragoza estudiaron la presencia del parásito en el proceso de curación del jamón. A los 14 meses de curación no se observaron parásitos viables en el producto final, por lo que el riesgo de contagiarse de toxoplasmosis sería mínimo. Cuanto mayor sea la curación del jamón, menor es la posibilidad de contraer toxoplasmosis.
Otra de las opciones que se barajan durante el embarazo es la posibilidad de congelar el jamón para asegurarnos la seguridad del producto. Pero no vale cualquier congelador. Para que una embaraza pueda consumir jamón, habría que congelarlo previamente al menos durante dos días a una temperatura de 20 grados bajo cero.
Además del proceso de congelación, otra de las opciones para consumir jamón durante el embarazo es consumir jamón ibérico. En 2014, un estudio de la Universidad de Granada y de Valencia concluyó que, el método de salado y curación en el proceso de elaboración del jamón ibérico elimina por completo del parásito, por lo que no sería posible contraer toxoplasmosis con un jamón ibérico.
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