Un estudio vincula la contaminación del aire con la progresión del alzhéimer

Tal y como revela la Agencia Europea del Medio Ambiente, la calidad del aire ha mejorado en el continente en la última década, pero todavía se producen más de 40.000 muertes prematuras al año por este motivo en el continente.
Imagen de una fábrica
Pixabay/nikolabelopitov
Tal y como revela la Agencia Europea del Medio Ambiente, la calidad del aire ha mejorado en el continente en la última década, pero todavía se producen más de 40.000 muertes prematuras al año por este motivo en el continente.

Un estudio del centro de investigación de la Fundación Pasqual Maragall, en colaboración con ISGlobal, apunta que la exposición a la contaminación del aire puede ser un elemento de desarrollo de la enfermedad del Alzheimer.

La investigación del Barcelona Beta Brain Research Center (BBRC), de la Fundación Pasqual Maragall, y en el que ha colaborado el ISGlobal, centro impulsado por la Fundación "la Caixa", se ha publicado en la revista Environment International y aporta nuevas evidencias sobre el vínculo entre contaminación atmosférica y el mal de Alzheimer.

"Nuestra investigación apunta que las pequeñas partículas en suspensión y los gases contaminantes que se encuentran en la atmósfera, provenientes principalmente del tráfico, tendrían un rol como factores ambientales en el desarrollo de alzhéimer", ha destacado la doctora Marta Crous-Bou, autora del estudio y científica colaboradora del BBRC.

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Según la autora, el estudio aporta evidencia de que la contaminación atmosférica afectaría especialmente a personas que ya presentan indicios biológicos del inicio de la enfermedad en forma de acumulación de proteína beta amiloide en su cerebro.

"La polución del aire podría contribuir en el avance o progresión de la enfermedad"

Así, "la polución del aire podría contribuir en el avance o progresión de la enfermedad", ha añadido la investigadora.

En concreto, los resultados indican que una mayor exposición al dióxido de nitrógeno y a partículas en suspensión de menos de 2,5 micras (unidad equivalente a una milésima parte de un milímetro) se asociaría con niveles más altos de deposición de esa proteína beta amiloide en el cerebro.

Por otro lado, las partículas en suspensión iguales o inferiores a 10 micras se vincularían con un biomarcador de daño cerebral -una mayor acumulación de neurofilamentos ligeros en el líquido cefalorraquídeo-, que sería especialmente relevante en el caso de los portadores de la variante del gen APOE, el principal factor genético del riesgo de sufrir alzhéimer.

Estos descubrimientos encajan con hipótesis que proponen que las partículas finas podrían llegar al cerebro atravesando la barrera hematoencefálica, la red de vasos sanguíneos y tejido que tiene la función de evitar que sustancias dañinas penetren en el encéfalo.

Aunque todavía se desconocen los mecanismos involucrados en estas asociaciones, la investigación refuerza la evidencia científica emergente que apunta que la contaminación del aire sería un factor de riesgo en el desarrollo de Alzheimer.

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Han participado 156 personas de una media de 57 años de edad

"Es importante destacar que se trata de un factor modificable al cual una gran parte de la población está expuesta", ha indicado la doctora Silvia Alemany, que firma el estudio como investigadora de ISGlobal.

La muestra de la investigación ha incluido a 156 personas sin alteraciones cognitivas, con una media de edad de 57 años y con antecedentes familiares de la enfermos de Alzheimer.

Los participantes han residido en la misma vivienda y en la ciudad de Barcelona durante al menos 3 años.

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