El año en que dejamos de tuitear: Elon Musk cumple su primer aniversario al frente del ya difunto Twitter

Se cumple un año desde que Elon Musk entró a las oficinas de Twitter lavabo en mano y se proclamó el ‘Chief Twit’. En estos 365 días el magnate ha hecho suyo un espacio que no se parece en nada a lo era. Y la mayoría de los usuarios no cree que ese cambio sea para bien.
Twitter ha muerto: Elon Musk ha convertido la plataforma en X.
Twitter ha muerto: Elon Musk ha convertido la plataforma en X.
20BITS
Twitter ha muerto: Elon Musk ha convertido la plataforma en X.

En realidad, todo empezó mucho antes del 27 de octubre de 2022. Se podría decir que esa fecha fue el desenlace de otra historia aparte, y esa historia es el cuento más viejo del mundo. Es el cuento de un ego tan grande que se cree invencible e intocable. El anticuado cuento de ‘apechugar como un hombre’.

De todos era sabido que a Elon Musk le gusta hacer sus anuncios en Twitter. Era una red social que le hacía tilín. Y tanto fue así que en abril del año pasado el magnate se convirtió en el máximo accionista de la plataforma al adquirir el 9,2% de su capital —concretamente, se hizo con un paquete de 73,5 millones de acciones, dentro de los 800,6 millones de títulos que componen el total de la empresa—. Ahí fue cuando empezó la llama y comenzaron a sonar las voces de alarma: venía el incendio.

Acto seguido, el entonces director ejecutivo de la compañía, Parag Agrawal, anunció que Musk formaría parte de la Junta Directiva de Twitter. Y aunque en un primer momento el empresario mostró mucho entusiasmo y se unió al anuncio, afirmando que su objetivo era “realizar mejoras significativas” en los próximos meses, poco más de una semana después reculó y dijo que prefería no unirse a dicha junta.

¿El motivo? Musk tenía otros planes: el 14 de abril, lanzó una oferta sobre Twitter de 43.394 millones de dólares, es decir, 54,20 dólares por cada acción de la plataforma. Lo anunció, como es costumbre en él, mediante un tuit, algo que no encajaron muy bien ni algunos de los demás accionistas ni la propia compañía.

Musk incluso subió su apuesta hasta los 46.500 millones de dólares. Finalmente dio una rueda de prensa para anunciar la compra por un valor de 44.000 millones de dólares. El acuerdo fue aprobado de manera unánime por la Junta Directiva y tan solo se esperaba a que le diesen luz verde los accionistas, los reguladores y otras condiciones habituales.

Pero Musk volvió a recular. En un principio dijo que estaba paralizando “temporalmente” la compra de la red social, pero después trató de retirarse del acuerdo, afirmando que Twitter había mentido sobre la cantidad de bots en la plataforma. Decía que quería conocer los detalles sobre el cálculo de que las cuentas falsas representan menos del 5% de los usuarios, como aseguraba la empresa del pájaro azul. Si esto no se demostraba, no había trato, anunció.

Ese verano, el magnate canceló unilateralmente la adquisición de Twitter… y se ganó una demanda por parte la compañía. El juicio estaba a punto de celebrarse el 17 de octubre cuando Musk, apenas dos semanas antes, decidió finalmente que sí quería comprar la red social por los 44.000 millones de dólares acordados. Esto retrasó el proceso judicial al 28 de octubre.

Y un día antes… magia: Musk dijo que definitivamente sí, que estaba dispuesto a hacerse con el timón de Twitter “por el futuro de la civilización”.

Poco después de cambiar su biografía a ‘Chief Twit’, Musk publicó un vídeo de sí mismo entrando a la sede de Twitter en San Francisco. “Entering Twitter HQ – let that sink in!”, decía el mensaje que acompañaba a las imágenes, donde se le veía entrando las oficinas de la compañía sosteniendo un lavamanos, haciendo humor como suele —se trata de un juego de palabras en inglés, donde ‘sink’ puede significar tanto lavabo como sumirse de lleno en algo—.

Unos meses antes de hacerse con Twitter, Elon Musk decía que veía esa red como “la plaza pública digital donde se debaten asuntos vitales para el futuro de la humanidad”.

¿Qué ha sucedido desde que Musk tomó el control?

Qué no ha sucedido, más bien.

Probablemente uno de los cambios que más polémica ha traído, especialmente porque ni los propios portavoces de la plataforma se aclaraban inicialmente sobre cómo se iba a implementar, es el tema de las cuentas verificadas.

En la administración anterior a Musk en la red social había dos tipos de cuentas: las verificadas —que eran de personalidades relevantes o representaban a entidades destacadas— y el resto. Se rompió con este sistema y se dejó las etiquetas azules —que durante años eran sinónimo de confianza en una cuenta— para quienes paguen una mensualidad de 11 euros.

Otro cambio significativo, y puede que el que más esté afectando a los usuarios veteranos de la plataforma, ha sido su giro en la forma de presentar el contenido: en el pasado, Twitter ganó relevancia al ofrecer actualizaciones instantáneas sobre eventos noticiosos clave de fuentes y reporteros de primera mano, pero Musk abandonó esta utilidad, ya que cambió su algoritmo principal de suministro de noticias.

En esta línea, al ser la verificación —el check azul— un elemento de pago, también se pierde credulidad en las fuentes.

Asimismo, a principios de julio se confirmó que se limitaba el número de tuits que podrá leer un usuario al día. El propio Musk publicó en su cuenta de Twitter las novedades: “Para abordar los niveles extremos de extracción de datos y manipulación del sistema, hemos aplicado los siguientes límites temporales”, escribió el magnate.

“Las cuentas verificadas están limitadas a leer 6.000 publicaciones por día. Cuentas no verificadas, 600 publicaciones/día. Nuevas cuentas no verificadas, 300/día”, añadía. Horas después, rectificó y estableció los nuevos límites: 10.000 mensajes al día para las cuentas verificadas en la red social y de 1.000 para las no verificadas, con 500 como límite para las nuevas cuentas no verificadas.

Por supuesto, el salto de nombre de Twitter a X causó graves daños a la empresa. Y hablo solo en términos de cambio, sin siquiera meterme en el nombre en sí, que daría para otro reportaje entero por las posibles connotaciones y por la obsesión de Musk por esta letra del abecedario. La rebautización de la plataforma hizo que, tanto en agosto como en septiembre, perdiera más del 5% de sus usuarios diarios mes a mes.

También los despidos acarreados por la compañía —no de manera aislada, ya que todo el sector tecnológico, especialmente de EE. UU., ha vivido una tremenda oleada de despidos durante este último año— han traído cola.

Las últimas novedades en X

Recientemente, Musk ha cambiado la política de privacidad de la plataforma y ahora X, anteriormente conocida como Twitter, podrá recopilar tu información biométrica, así como tu historial laboral o educativo. Los datos, dice la compañía, proceden de la propia información que facilita el usuario, de su actividad cuando usa la red social e incluso de fuentes terceras, según los servicios y productos digitales que usa y ve en Internet.

Otro gran cambio reciente de Musk ha sido eliminar los enlaces visibles del contenido compartido. Ahora los tuits incluyen texto y una imagen y no hay ninguna indicación de que al hacer clic se acceda a un artículo. Probablemente esté destruyendo el compromiso y ciertamente está perjudicando a los principales medios de comunicación —a los que, por otro lado, Musk no guarda demasiado cariño—. ¿La razón detrás de esta novedad? Dice el magnate que “mejora mucho la estética”.

La semana pasada, Musk anunciaba en su perfil de X que añadirá dos nuevos niveles de suscripción dentro del plan actual Premium, que se diferenciarán por la cantidad de anuncios mostrados en el feed. Según el magnate, el plan de menor coste contará con todas las funciones y ventajas del plan Premium, pero no tendrá ninguna reducción de anuncios, mientras que el más caro no mostrará publicidad y también integrará todos los servicios disponibles.

La última genialidad del excéntrico magnate ha sido empezar a cobrar a algunos usuarios 1 dólar por las funciones esenciales de X.

Y ahora, ¿en qué punto está la plataforma?

A pesar de las proclamas de la directora ejecutiva de X, Linda Yaccarino, de que el uso de la red social alcanzó su punto más alto este verano, según datos de la firma de inteligencia de mercado Similarweb, el uso de la plataforma en realidad ha disminuido en todos los frentes, tanto en la web como en el móvil. El informe indica una caída del 14%.

El rendimiento en dispositivos móviles no fue mejor, con una caída interanual del 14,8 % según los usuarios activos mensuales en Android.

Si comparamos los primeros nueve meses de 2023 con el mismo período de 2022, el tráfico de twitter.com ha disminuido un 7% en todo el mundo.

Curiosamente, mientras que la actividad de la red social ha bajado significativamente, parece que el interés por su dueño y sus repentinas ideas crece cada vez más: el tráfico al perfil de Musk ha aumentado un escandaloso 96%.

Un año después de la compra de Twitter por 44.000 millones de dólares, recientemente rebautizado como X, el tráfico a twitter.com/elonmusk/ es prácticamente la única métrica positiva de éxito que podemos encontrar.

Los problemas no son solo de números

Si antes de convertirse en el ‘Chief Twit’ Musk alababa la plataforma y decía que la veía como “la plaza pública digital donde se debaten asuntos vitales para el futuro de la humanidad”, la realidad hoy en día dista mucho de esa definición: una de las mayores críticas del sector es que el magnate ha dado un altavoz al ala política más derechista y ha permitido que la desinformación se expanda como la pólvora, abriendo la puerta a mucho más odio, mucha más radicalización y mucho más contenido falso y dañino.

Un ejemplo sencillo es la recepción con los brazos abiertos del expresidente de Estados Unidos de nuevo en la plataforma: “El pueblo ha hablado. Trump será reintegrado. Vox Populi, Vox Dei”, escribió Musk tras rehabilitar la cuenta, suspendida por la administración anterior de Twitter en enero de 2021 por “incitación a la violencia” tras el asalto al Capitolio.

Todo esto sin contar los muchos problemas que Musk está teniendo en Europa. El magnate ha planteado internamente la posibilidad de bloquear X (Twitter) en el continente. Los europeos representan el 9% de los usuarios activos mensuales a nivel mundial de la plataforma, por lo que podría ser un paso muy arriesgado. Hace unos días en 20bits hablamos con un experto sobre la autenticidad de esta amenaza.

Y es que la nueva Ley de Servicios Digitales de la Unión Europea quiere luchar contra la desinformación, sin embargo, está poniendo contra las cuerdas a X por no estar dispuesto a cumplir con la regulación vigente.

El futuro de X

Viendo la manera en la que Elon Musk ha transformado la plataforma a su antojo, parece como si el magnate estuviera buscando ‘un tesoro enterrado’ bajo la colosal pirámide que era Twitter. Como si creyese que todos los antiguos líderes de la red social hubieran entendido mal la plataforma que construyeron —sin mencionar a los usuarios veteranos a quienes privó de sus derechos al quitarles la verificación obtenida— y que solo él puede adivinar su verdadero propósito.

La nueva directora ejecutiva, Lina Yaccarino, es poco más que un portavoz o fachada de los deseos de Musk. Los cambios todavía ocurren sin que ella prepare a los usuarios X o a los socios anunciados y ella debe explicar todo estando prácticamente a ciegas, lo que acaba resultando en apariciones en el escenario más bien desastrosas.

Así, muchos creen que más bien lo que está haciendo Musk con esta búsqueda terminará por hacer de la pirámide un montón de escombros, al destrozar sus cimientos. Y posiblemente el muro de pago para todos los usuarios sea el golpe final que le queda a la plataforma para dejar de seguir en pie.

Hasta la llegada de Musk, la mayoría de los usuarios entendía para qué servía Twitter y cuál era la mejor manera de utilizarlo. Pero el magnate, sin embargo, no quiere saber nada de ese pasado. Tiene aspiraciones más elevadas para la plataforma. Veremos cómo acaba y si dentro de un año os puedo hablar de un segundo aniversario.

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