El característico color dorado de los espejos del telescopio espacial James Webb de la NASA posiblemente ya te den una pista del material que tienen, pero puede que hasta ahora no te hubieses parado a pensar en ello. La agencia espacial estadounidense utilizó unos 48 gramos de oro, pero no por encarecer el valor de la máquina, sino que tiene un sentido detrás.
En total, el Webb tiene 18 espejos hexagonales. El oro que albergan es "el equivalente a la masa de una pelota de golf, que llenaría un volumen del tamaño de una canica", según la página Webb Telescope.
Paul Geithner, director adjunto de proyectos para el Telescopio James Webb, explicó que existen dos razones principales por las que la NASA se decantó por este metal precioso en vez de otro material.
Una de ellas es que la luz ultravioleta y luz visible que fue emitida por el primer objeto celestial luminoso que hubo en el Universo. Después de unos 13.000 millones de años y la expansión cada vez más rápida del cosmos, la luz ha pasado por el proceso de corrimiento rojo, por lo que sus ondas se han movido hasta niveles infrarrojos.
El segundo motivo es que los planetas y estrellas se forman dentro de nubes de gas y polvo, lo que hace que sean difíciles de ver con luz visible y que la captación de ondas infrarrojas sea una mejor opción para ver lo que hay dentro.
Ambas respuestas dadas por Geithner determinan que el oro de los espejos de Webb sirven para reflejar toda la luz infrarroja que sea posible. Pero... ¿cómo ayuda este metal precioso a que esto sea posible?
Según los propios vídeos publicados por la NASA, "existen una serie de materiales reflectivos que sobresalen a la hora de reflejar la luz infrarroja". El tercer puesto es para el aluminio, con una capacidad de reflejar hasta el 85% de la luz de esa frecuencia; el segundo es para la plata, que llega hasta el 95%; y el que se alza con el primer puesto es nuestro protagonista en este artículo: el oro, con un 99% de capacidad para reflejar la luz infrarroja.
La plata, que era la segunda mejor opción, también podría haberse valorado como candidata para los espejos, pero cuenta con una desventaja: se empaña con mucha facilidad. Por su parte, el oro ya no solo es mejor opción en el aspecto de la luz infrarroja, sino que es uno de los metales que menos reaccionan a otros químicos. De este modo, el metal seleccionado iba a ser más duradero, sin correr el riesgo de posibles oxidaciones o degradaciones de sus propiedades a corto plazo.
El grosor de oro de los espejos
El recubrimiento de oro que tienen los 18 espejos del Webb es de un grosor de 100 nm (nanómetros), mientras que los espejos promedios suelen tener un grosor de 3 millones de nanómetros, es decir, 3 milímetros.
Para conseguir una cobertura tan fina, el equipo de la NASA tuvo que vaporizar una pequeña cantidad de oro en una cámara de vacío. De este modo, el metal se condensó sobre la superficie formando una película delgada sobre el espejo.
El proceso duró al menos una hora por espejo e incluso grabaron un vídeo del proceso:
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