Internet ha dejado de ser gratis: ¿cómo hemos pasado de eMule a tener una suscripción para cada servicio?

En los primeros años de Internet, lo común era recurrir a la piratería. Ahora, es raro que alguien no pague por algún servicio de Internet.
En los primeros años de Internet, lo común era recurrir a la piratería. Ahora, es raro que alguien no pague por algún servicio de Internet.
KHUNKORN vía Canva.com
En los primeros años de Internet, lo común era recurrir a la piratería. Ahora, es raro que alguien no pague por algún servicio de Internet.

La piratería por Internet estaba a la orden del día hasta hace relativamente poco. Actualmente, siguen existiendo servicios como eMule, Torrent o plataformas que permiten descargar o ver online servicios con derechos de autor de forma ilegal, pero gratuita. Hace unos años, parecía imposible que se pudiese combatir contra estas prácticas, sin embargo, cada vez más personas renuncian a ello y optan por pagar por el consumo de contenido en la red.

En 2008, era impensable que un usuario escogiese suscribirse a un plan mensual de pago a cambio de ver series o películas, leer libros o noticias exclusivas en medios de comunicación o escuchar música sin anuncios, entre otras cosas. Ahora, hasta las redes sociales, que estamos acostumbrados a que sean gratuitas, están planteándose adoptar modelos de pago.

"Este cambio de mentalidad debemos achacarlo a la explosión de Internet en todos los hogares y, por supuesto, a que el sector cultural ha entendido que ofrecer servicios asequibles y con buena calidad supone millones de usuarios y mucho dinero", opina Nacho Espiniella, CMO de ThePower Business School, para 20BITS.

Además, el CMO recuerda que piratear era "muy frustrante, muy cansado y, además, la descarga solía tardar mucho y ocupaba gran parte de la memoria del dispositivo". Por lo tanto, muchos lo hacían porque no existía una alternativa de pago o esta no compensaba. Esta perspectiva cambió cuando llegó Netflix, con un amplio catálogo y bastante sencillo de usar.

Muchos usuarios comparten los planes de suscripción para abaratar costes, pero las empresas intentan impedirlo.
Antes de Netflix no existía una opción que los usuarios considerasen que compensaba pagar.
Nicolas J Leclercq de Unsplash

Según Espiniella, la idea de que la piratería ha perdido la batalla no la podemos dar por sentada, ya que las descargas ilegales están volviendo a aumentar. Él explica que se debe a "la diversificación de las plataformas de streaming" y a medidas restrictivas como la de Netflix con las cuentas compartidas.

Se sigue prefiriendo pagar que apps legales gratis

Netflix, HBO Max, Disney+, Filmin, Movistar+, Prime Video... Las plataformas de contenido audiovisual en línea de pago son las favoritas por los usuarios. No obstante, hay opciones gratuitas que no suelen tenerse tan en cuenta y que son legales, como Tivify o Pluto TV. Espiniella cree que se debe al marketing que hacen: mientras HBO tenía un eslogan que decía "no es TV, es HBO", Pluto TV se vende como una "tele gratis".

Las plataformas gratuitas con anuncios son las que ofrecen tanto las programaciones de canales de televisión convencionales como vídeo bajo demanda. El contenido que se puede ver en estos servicios digitales no es original ni exclusivo y, además, tienen publicidad y esas podrían ser algunas de las razones por las que no se suelen tener en cuenta.

Jesús Hernández, Strategy director de Superunion, explica para 20BITS que la elección de las plataformas en streaming de pago se debe a que suben los contenidos del que todo el mundo habla y son a las que ya estamos acostumbrados. 

La música sin anuncios también se paga

Ver series y películas online no es por lo único que se paga. Cada vez hay más usuarios que se suscriben a las versiones premium de YouTube, Spotify o Amazon Music. Estos servicios prometen una mejora de calidad en el audio y permiten disfrutar de la música sin anuncios e incluso sin conexión a Internet.

Mientras que los usuarios que escuchan música tratan de evitar la publicidad pagando, hay plataformas de contenido audiovisual que abaratan sus precios a cambio de meter anuncios, como Netflix. También hay otros que introducen publicidad pese a tener que pagar, como Movistar+. 

Las apps de citas, "un fenómeno totalmente diferente"

La forma de ligar de las nuevas generaciones (y no tan nuevas) está cada vez más ligada con los "en línea", los "me gusta" y los 'fueguitos' de Instagram. En este contexto, las apps de citas se han convertido en algo que ya no está relegado a las personas tímidas a las que les cuesta relacionarse más en persona. 

Para Espiniella, "son un fenómeno totalmente diferente al de las plataformas en streaming". Estas aplicaciones eran de pago al 100% en sus orígenes y, con el tiempo, fueron incorporando opciones gratuitas.

Tinder es la más conocida por la mayoría y sus tarifas de pago ofrecen ciertas ventajas que Espiniella define como "inversiones con fecha de caducidad, no muy caras, para que los sorteros que se toman en serio las citas encuentren el match perfecto". Suscribiéndose a los servicios de pago de esta app, los internautas evitan ver anuncios, pueden conocer a gente de todas partes del mundo, saben quién ha deslizado a la derecha antes de hacerlo ellos y pueden arrepentirse de sus decisiones y volver a atrás.

En Bloomberg, hace poco se habló de unos documentos internos de Tinder en los que se hablaba de un posible plan de 500 dólares mensuales. Hernández señala que la cantidad de dinero no se relacionaría con el interés de obtener funciones exclusivas, sino que sería algo más relacionado con el estatus. "Pagar 500 euros ya implica un nivel social o poder adquisitivo que va mucho más allá de tener un simple interés de encontrar el amor", comenta. 

Las redes sociales, las últimas en sumarse al carro

Existen opciones de pago de redes sociales desde hace tiempo. Estas piden dinero para sostenerse a cambio de no utilizar los datos de sus consumidores para generar beneficios. No obstante, las apps más sonadas siguen siendo gratuitas, como Facebook, Instagram, TikTok, WhatsApp o Twitter.

"El principal activo de las redes sociales es su base de datos, la cual recibe a través de los distintos perfiles -explica Hernández-. Con eso no necesitan monetizar nada del contenido. Por tanto, cualquier estrategia de monetización directa debe tener mucho cuidado con no poner en riesgo su base de usuarios". 

Twitter ha sido objeto de polémica desde que Elon Musk la compró porque incentivo el plan de pago Twitter Blue (que ya existía), incorporando nuevas funciones exclusivas. La más sonada fue la de la verificación de los perfiles con la insignia azul solo para quienes pagasen 8 euros al mes.

Aunque no está teniendo el éxito esperado por el dueño de la plataforma, varios internautas han comenzado a utilizarlo. Además, Musk explicó que quienes pagasen tendrían el privilegio de aparecer en los timelines de la gente, menos anuncios, la posibilidad de escribir mensajes largos y de publicar vídeos extensos y en HD, entre otras funciones.

Tras este movimiento estratégico de Twitter, Mark Zucerberg hará lo mismo en sus redes sociales, tal y como anunció en una publicación. El servicio está en fase de prueba en Australia y Nueva Zelanda y permite que los usuarios paguen por sus verificados en Instagram y Facebook. 

Estos planes son una fuente alternativa de ingreso que Espiniella considera que todavía "está muy verde". "Con redes muy específicas, como OnlyFans" o el modelo de Twitch, ha funcionado, pero el tema con Facebook, Instagram y Twitter es que llevan ofreciendo sus servicios a cambio de datos y no de dinero desde hace muchos años.

Hernández opina que "ahora parece algo lejano porque no es la norma". Pero cree que, si hay motivos lo suficientemente potentes y además es algo general", los usuarios pueden comenzar a valorar pagar por las redes sociales. 

"Hace falta un reclamo muy potente y ofrecer un producto que sientan que merece la pena pagar por él", comenta Espiniella. Antes de Netflix, también existía la oportunidad de comprar películas o series de forma individual en la web legítimamente, pero esto no era suficiente para que los usuarios renunciasen a las alternativas gratuitas. Del mismo modo, las redes sociales tendrán que ingeniárselas para que los internautas consideren que pagar por ellas está justificado.

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