El Síndrome de Dudáyev

Dudayev

Una epidemia está acabando con muchos líderes guerrilleros del mundo; una enfermedad mortal que podríamos denominar el Síndrome de Dudáyev, por el nombre de una de sus primeras víctimas. Como le ocurriera al líder checheno Dzyojar Dudáyev, uno está tranquilamente hablando por teléfono cuando de repente una bomba aérea o un misil sale de no se sabe dónde para reventar justo en la posición de uno. Y adiós líder guerrillero; más o menos lo que parece haberle ocurrido al número dos de las FARC colombianas, Raúl Reyes. La técnica parece una adaptación de los asesinatos selectivos del ejército israelí en Cisjordania y Gaza, que los estadounidenses han extendido al resto del planeta en su lucha contra Al Qaeda (el Mundo-Gaza al que nos dirigimos). Aunque la versión israelí y estadounidense utiliza un método de baja tecnología para resolver el principal problema de este tipo de ataques, a saber, identificar y localizar el blanco. Mientras que el Síndrome de Dudáyev se caracteriza por la sofisticación tecnológica: el chivato es, en este caso, el propio teléfono móvil de la víctima. En cierto sentido es el propio asesinado el que guía el proyectil que lo mata. Limpio y elegante.

En el caso de Dudáyev no está claro si los rusos disponían en 1996 de la capacidad de localizar por sí mismos las señales del teléfono de satélite que utilizaba el presidente checheno, o si recibieron ayuda de los satélites espía electrónicos estadounidenses en esta tarea. En el caso de Reyes parece bastante claro que la localización ha debido llevarse a cabo con ayuda estadounidense, ya que el ejército colombiano no parece una fuerza versada en las complejidades de la guerra electrónica. En cualquier caso, un teléfono móvil (de satélite o convencional) es un arma poderosa en manos de una organización guerrillera, al proporcionar el tipo de comunicaciones que hasta muy recientemente eran privativas de sofisticados ejércitos del Primer Mundo. Pero cualquier cosa que emite, como un móvil, es susceptible de convertirse en una baliza capaz de atraer atención indeseada. O, directamente, en un pararrayos que atraiga la ira divina en forma de un misil de tu enemigo. La misma tecnología que refuerza a los individuos y les permite enfrentarse a los estados con mayor fuerza puede acabar matando a quien la utiliza. Porque la tecnología no es ni buena ni mala, sino todo lo contrario; depende de quién y para qué se utilice. Los líderes guerrilleros, sin embargo, harán bien en vacunarse contra el Síndrome de Dudáyev: esta enfermedad resulta casi siempre letal.

Corregida una errata el 5/3/2008; gracias, Gayoli.

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