Tiempo de fans

Las grandes obras de la literatura y el cine no pertenecen tan sólo a sus autores: también son de sus fans. El gran poder cultural y económico de La Guerra de las Galaxias, Harry Potter, El Señor de los Anillos o Perdidos se deriva de que millones de personas se identifican con estas historias, las hacen suyas e incluso las viven con pasión. Una de estas sagas bendecidas por el amor de multitudes es la clásica Star Trek, que gracias a este persistente cariño ha sobrevivido decenios y dado lugar a múltiples películas y series de televisión descendientes de la primigenia; este año se estrenará una nueva película. Resulta que un capítulo de una serie descendiente de Star Trek ha sido nominada para un Nebula, los Oscar de la ciencia ficción: un capítulo de Star Trek: Phase II, notable porque es obra de aficionados. Los fans, así, no se han limitado a seguir el universo de Star Trek, sino que lo han hecho suyo y ampliado más allá de los deseos de sus creadores y propietarios. Porque sienten como propio ese universo, y quieren participar. Y porque se ha terminado la idea del consumidor pasivo de información: ahora todos los fans quieren también ser creativos.

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