Esto de las redes sociales se va a acabar

Ayer por la noche pasé por delante de una camioneta de la policía. En su interior, cinco agentes mataban el tiempo esperando órdenes de sus superiores para reforzar algún servicio. A los cinco les brillaba la cara, pues los cinco estaban abstraídos mirando sus teléfonos móviles, concentrados en sus redes sociales. En la calle la gente hacía básicamente lo mismo. Incluso alguno estuvo a punto de ser atropellado cuando cruzó por un paso de peatones sin mirar, más pendiente de la pantalla que del tráfico.

No los critico. Su cara de idiotas es la misma que yo tengo cuando hago lo mismo, más veces de lo que el sentido común y la responsabilidad laboral me recomiendan. Pero tengo una teoría: todo este enganche a las pantallitas se va a acabar.

Dentro de unos años, nuestros nietos se quedarán tan extrañados cuando nos vean encandilados con el móvil como nosotros nos quedamos ahora cuando vemos a nuestros padres y abuelos enganchados al televisor, diciendo eso de "corre que empieza la novela". Esa nueva generación habrá logrado desconectarse del teléfono, pasará del postureo de las redes, quedará para hablar con sus amigos. Habrá convertido en tendencia (y necesidad) lo que los gurús digitales de Silicon Valley ya defienden, vivir sin pantallas, estudiar sin tabletas ni ordenadores, trabajar con el móvil prohibido por contrato.

Dirás que soy un soñador y que algo así es imposible; que ya no hay vuelta atrás, que cambiará el nombre de las redes sociales, pero no nuestro enganche con ellas.

Quizá tengas razón, pero entonces lo llevamos claro. Porque a ver quién les dice a esos policías que dejen el móvil y salgan corriendo a atrapar al ladrón que ya se pierde calle abajo. Su jefe también está mirando el WhatsApp.