La inteligencia artificial (IA) lleva desarrollándose desde hace muchos años, sin embargo, el interés por este tipo de tecnología entre los usuarios no comenzó a surgir hasta la salida de ChatGPT, que hoy cumple un año. El modelo de lenguaje grande (LLM) ha conseguido llegar a los 100 millones de consumidores en el mundo en solo doce meses.
En solo unos días de su lanzamiento al público, ChatGPT ya daba de qué hablar en todo el mundo, incluso en España. Al principio, había profesores que se quejaban de su uso en el ámbito académico, ya que podía usarse para realizar trabajos de clase. Sin embargo, el chatbot había venido para quedarse y lo ha demostrado a lo largo de este año. Como solución, se han desarrollado detectores de textos escritos por IA y hay docentes que se han unido al 'enemigo' y han comenzado a usarlo en las aulas.
Los antecedentes de ChatGPT-3
El LLM es fruto de la empresa especializada en IA OpenAI, fundada en diciembre de 2015 por Sam Altman, Greg Brockman, Elon Musk, Ilya Sutskever, Wojciech Zaremba y John Schulman. En julio de 2018, la marca presentó la primera generación de ChatGPT. Esta primera versión era capaz de predecir una palabra de una oración de forma autónoma y sentaría las bases de todo lo que vino después.
En 2019, OpenAI anunció ChatGPT-2, con 1.500 millones de parámetros frente a los 117 millones del primero. Este modelo era capaz de generar párrafos completos en un mismo estilo a partir de una sola frase.
Más adelante, en 2020, la firma hizo mención por primera vez a ChatGPT-3, que aseguraban que tenía una capacidad de 175.000 millones de parámetros de aprendizaje automático. Según OpenAI, podía generar discursos más precisos e incluso resumir párrafos en pocas palabras, con textos de una calidad que los asemejaba a los escritos por un humano.
A partir de entonces, algunas personas pudieron usar la versión de prueba con resultados sorprendentes. Sin embargo, no fue hasta el 30 de noviembre de 2022 que se lanzó públicamente.
La llegada de ChatGPT y su evolución
A día de hoy, sabemos que los motores de búsqueda han sabido adaptarse y unirse a la IA para aprovecharse de sus ventajas y que los usuarios sigan utilizando sus servicios. Tenemos el ejemplo de ChatGPT en Microsoft Bing o Bard en Google. Sin embargo, cuando el chatbot de OpenAI salió para todo el mundo, fue algo innovador que se presentaba como una alternativa a los buscadores convencionales de Internet y que podía suponer un problema para Google.
Durante los primeros meses su éxito fue tan grande que, pese a ser una empresa cuyos proyectos son de código abierto, lanzaron un plan de pago. Es ChatGPT Plus, que llegó a principios de febrero por 20 dólares con la promesa de ofrecer "tiempos de respuesta más rápidos", preferencia cuando los servidores están saturados y acceso a las funciones antes que los internautas que usan el sistema gratuitamente.
Un mes y medio después de ChatGPT Plus, OpenAI lanzó GPT-4 que solo pueden utilizar los suscriptores premium. Es su presentación, la marca reconocía que era "menos capaz que los humanos en muchos escenarios del mundo real", pero también que tenía "un rendimiento a nivel humano en varios puntos de referencia académicos y profesionales".
Con OpenAI está muy lejos de sacar ChatGPT-5 que irá mucho más lejos que GPT-4, pero esta última generación no se queda atrás y ha ido sacando actualizaciones. La última es la posibilidad de resumir documentos en PDF.
La polémica de OpenAI
En las últimas semanas, cuando nos encontrábamos a las puertas del primer aniversario del lanzamiento de ChatGPT, la empresa desarrolladora se ha visto envuelta en una polémica. La situación comenzó tras el despido del director ejecutivo Sam Altman después de algunas disidencias con el resto de la cúpula empresarial.
Antes de que se cumpliese una semana de su marcha, OpenAI anunció el regreso de Altman con una condición: un cambio casi al completo de la junta directiva. Un día después de que se informase que el empresario volvería a ser el CEO de la compañía, dos fuentes anónimas relacionadas con la firma explicaron a la agencia de noticias Reuters el motivo del conflicto.
Según informaron las personas anónimas, en una carta enviada a la directiva, se hablaba de descubrimientos de que la IA General (AGI) podría llegar a ser una amenaza para la humanidad. Las averiguaciones se habían hecho dentro del contexto de un proyecto secreto llamado Q* (se pronuncia 'Q-star'), que investiga sobre la AGI, aglo que OpenAI define como "sistemas autónomos que superan a los humanos en la mayoría de las tareas económicamente valiosas".
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