Hace 66 millones de años, en la península de Yucatán (México), se estrelló un asteroide de unos doce kilómetros de diámetro, aproximadamente, y su impacto provocó una explosión con una magnitud similar a miles de millones de veces la potencia de la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima (Japón).
La mayoría de los animales del continente americano murieron inmediatamente, además, el impacto desencadenó tsunamis en todo el mundo y bastantes toneladas de polvo fueron expulsadas a la atmósfera, sumiendo al planeta en la oscuridad. Por ende, este famoso 'invierno nuclear' supuso la extinción de un gran número de especies vegetales y animales. Entre estos últimos, los más emblemáticos: los dinosaurios.
Estos reptiles aparecieron durante el período Triásico con distribución cosmopolita, además, existieron un montón de tipos, como el velociraptor, el diplodocus, el tiranosaurio, el alosaurio, el triceratops, el pterodáctilos o el quetzalcoatlus, entre otros. Aunque si nos adentramos en los dos últimos mencionados –los voladores–, es importante recordar que no solo existían dinosaurios carnívoros, debido a que también vivieron pequeños dinosaurios omnívoros e insectívoros. Pero, ¿cómo se alimentaban?
Concretamente, dichos reptiles batían sus alas primitivas y emplumadas para asustar a sus presas y así sacarlas de sus escondites, aunque para poder demostrarlo, un grupo de investigadores de Corea del Sur junto a la Academia de Ciencias de Polonia han construido un dinosaurio robot para descubrir la utilidad de las plumas.
Así es Robopteryx, el dinosaurio robot
El dispositivo, llamado 'Robopteryx', está basado en el tamaño, la forma y el rango de movimiento estimado del dinosaurio Pennaraptoran Caudipteryx –un depredador de dos patas del tamaño de un pavo real que vivió hace aproximadamente 124 millones de años–, asimismo, se utiliza para imitar las variaciones de los comportamientos de exhibición de persecución.
Pero, ¿qué se consigue con esto? Los expertos consiguen proporcionar una nueva perspectiva sobre por qué las alas y las colas emplumadas pudieron evolucionar en los dinosaurios.
Por otro lado, esta estrategia consiste en demostrar que los depredadores exhiben sus plumas de colores en sus alas y colas para asustar a sus presas, sacarlas de su escondite y hacerlas huir, momento en el que pueden ser perseguidas y atrapadas.
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