Un grupo de científicos está usando el caparazón de cangrejos y langostas para crear baterías sostenibles y duraderas

Tiene más de mil ciclos de carga.
Tiene más de mil ciclos de carga.
©[wilitocricri] via Pixabay.com.
Tiene más de mil ciclos de carga.

Un grupo de investigadores del Centro de innovación de Materiales de la Universidad de Maryland descubrió que los caparazones de los cangrejos y langostas son útiles para fabricar baterías.

Los exoesqueletos están formados por quitina, es decir, un polímero abundante que está presente en la pared celular de hongos, levadura y caparazones de invertebrados. A través de él, los científicos pueden derivar quitosano para crear una solución acuosa de ácido acético.

La combinación de quitina y quitosano se puede sintetizar en una membrana de gel que puede emplearse como electrolito, de esta manera, se combinan con zinc para desarrollar las baterías.

Los primeros prototipos demuestran que tienen una consistencia notable, con una eficiencia energética que se mantiene al 99,7 % pasados los mil ciclos de carga. Los investigadores calculan que dos tercios de las baterías son biodegradables, de hecho, cuando son desechadas, se acaba descomponiendo el electrolito gracias a la degradación microbiana.

Los científicos explican que "los separados de polipropileno y policarbonato, que se utilizan ampliamente en las baterías de iones de litio, tardan cientos o miles de años en degradarse y aumentar la carga ambiental".

En un futuro, los investigadores trabajarán para que las baterías sean cien por cien biodegradables e incluso su proceso de fabricación sea más ecológico.

Gracias a este avance, el nuevo electrolito podría impulsar las baterías de iones de zinc para erradicar el problema del efecto de la corrosión, asimismo, el quitosano es material económico y fácil de conseguir.

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