Ecléctica, vibrante y multicultural, capital de Alsacia, de la Navidad y de la Gastronomía europea. Nos adentramos en una ciudad cuyo encanto especial la convierte en irresistible. En el nordeste de Francia, a orillas del Rin y muy cerca de la frontera con Alemania, Estrasburgo es sede del Parlamento Europeo y numerosas instituciones que la convierten en epicentro político y de debate en Europa. Aquí la historia del continente, sus guerras y sus bondades cobran un significado especial, latente en cada rincón de su arquitectura, pero también de su gastronomía, que han hecho de ella una de las ciudades más bellas y cosmopolitas del viejo mundo.
A orillas del Rin y cerca de la frontera con Alemania, la capital de Alsacia alberga muchas joyas por descubrir
Estrasburgo acaba de ser sede también de la Gran Ceremonia que la Guía Michelin celebra cada año para otorgar sus célebres estrellas. Sin duda un destino perfecto para elevar a los más alto la gastronomía francesa.
1- La cocina alsaciana
Ya que nos referimos a Estrasburgo como la ciudad que acaba de "estrellar" a algunos de los mejores restaurantes de Francia, comencemos por su peculiar gastronomía. Su gran variedad de sabores y texturas convierten la cocina alsaciana en una de las más deliciosas de Francia. Se caracteriza por la combinación de influencias francesas y alemanas, por la proximidad al país germano y por una historia en la que ambos países se disputaban Alsacia. Los platos más típicos de la cocina alsaciana son el choucroute, una preparación de col fermentada que se sirve con salchichas, tocino y patatas, y la tarta Flambée o Flammekueche, una especie de pizza con la masa muy fina y crujiente cubierta de crema fresca, tocino y cebolla.
Los platos más típicos de la cocina alsaciana son el choucroute y la tarta Flambée
El vino alsaciano suele estar muy presente en guisos como en el Baeckeoffe, un plato tradicional de la región que se prepara con carnes de cerdo, ternera y cordero marinadas en vino blanco durante horas y que se cocinan con patatas y cebolla, o el Coq au Riesling, otro guiso de pollo que se cocina con vino Riesling. No hay que dejar de probar, acompañando un rico café, el Kugelhopf, bizcocho de pasas y almendras, ni la gran variedad de quesos que ofrece la región.
2- El barrio de La Petite France
Por su antigüedad e historia, Estrasburgo es una de las ciudades más bellas de Francia. Destaca el histórico y pintoresco barrio de La Petite France, uno de los más emblemáticos y antiguos, situado en un borde de la Gran Isla cuyas casas blancas y entramado de madera resultan muy atractivas, con puentes que se reflejan sobre los canales del río III, creando un ambiente de cuento de hadas. Es un barrio medieval donde antaño se instalaron los artesanos y curtidores de piel. Sus calles son empedradas y estrechas, se recomienda llevar calzado cómodo. Encontraremos muchos restaurantes de cocina tradicional, cafeterías y tiendas de artesanía. Los edificios más emblemáticos son la casa y la torre de los Tanneurs (curtidores) o la iglesia gótica de San Martín, cuya torre de 78 metros es una de las más altas de la ciudad.
3- La Catedral de Notre Dame
Es el símbolo de Estrasburgo y obra maestra del gótico francés con algún elemento aún románico. Su ubicación, encajada entre calles, la hacen muy peculiar y uno de los monumentos más famosos de Francia. Es una de las catedrales más altas de Europa: su torre tiene 142 metros de altura. Tiene impresionantes vidrieras elaboradas desde el siglo XII hasta el XX, repletas de detalles y con intensos colores que hacen vibrar el interior. La más conocida es la llamada Rosa del Sur, con trece metros de diámetro. En el siglo XVIII y sobre otros relojes anteriores se fabricó el reloj astronómico que muestra el movimiento del Sol y la Luna y la posición de los planetas; al mediodía desfilan los apóstoles, pero hay que entrar en la catedral para verlo. Al igual que para subir por la impresionante escalera de caracol que proporciona una panorámica espectacular de la ciudad.
4- Capital de la Navidad
Estrasburgo es Capital de la Navidad gracias a su famoso Marché de Noël que atrae a millones de turistas de todo el mundo. Es uno de los mercadillos más antiguos de Europa y, aunque comenzó en una plaza en el siglo XVI, hoy se extiende prácticamente por toda la ciudad con más de 300 puestos no solo decorativos sino también gastronómicos. Su epicentro es la Plaza Kléber, donde se instala un gigantesco árbol navideño y un escenario para conciertos y espectáculos. Toda la ciudad se ilumina y decora para celebrar el nacimiento de Jesús varias semanas antes de las fiestas y muchas de las tiendas navideñas se mantienen abiertas durante todo el año. La fama de Capital de la Navidad ha llegado hasta la Unesco, que la ha reconocido como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
5- Ambiente alegre y universitario
Estrasburgo es también una ciudad dinámica y juvenil gracias a su prestigiosa Universidad Internacional, también una de las más antiguas de Francia. Sus más de 47.000 estudiantes de diversos ámbitos la convierten en un vibrante escenario estudiantil, ideal también para jóvenes de todo el mundo que encontrarán una amplia oferta cultural, musical y de ocio nocturno. Los barrios más populares para los jóvenes son La Petite France y Krutenau, con infinidad de bares, discotecas, restaurantes y terrazas. Entre otros eventos culturales, Estrasburgo organiza un Festival de Cine y otro de Jazz, así como la Fiesta de la Música. Los parques de la ciudad son lugares de encuentro y tertulia, como el Jardín Botánico o el Parque de la Orangerie.
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