Noruega es reconocido como uno de los países más bellos del mundo. Tiene impresionantes paisajes protagonizados por los fiordos y, además, ofrece la posibilidad a los visitantes de disfrutar de las increíbles auroras boreales. Pero sus atractivos no se quedan ahí, ya que este país alberga más sorpresas.
Se trata de un pequeño pueblo pesquero llamado Å, el cual es el municipio con el nombre más corto del mundo. Se encuentra en medio de las islas Lofoten, concretamente en la localidad de Mosekenes, y su nombre significa 'riachuelo'.
¿Qué se necesita saber de Å?
Este pequeño pueblo noruego, aparte de contar con el nombre más pequeño, se caracteriza también por su belleza. Pronunciado como la vocal española 'o', se ubica entre el mar y la montaña. Además, su espectacular localización se mezcla con las tradicionales casas rojas que 'flotan' sobre el agua, haciendo de él un lugar único. Cabe destacar que estos viejos edificios de madera de Å Sjøhus están protegidos.
Esta localidad está especializada en la salazón y desecación de pescado, sobre todo del bacalao, sin embargo, a día de hoy el turismo se ha posicionado como la principal fuente de ingresos. Los visitantes pueden hospedarse en estas casas tradicionales construidas por pescadores a finales del siglo XIX.
Qué hacer en Å
El municipio cuenta con un protagonista muy especial, las aves, ya que cerca de él está el fiordo Bokna, donde los amantes de estos animales podrán disfrutar de lugares muy interesantes para avistarlos. Kårstø es uno de los mejores sitios para hacer esta actividad, ya que incluye una gran variedad de hábitats y aves.
Igualmente, la localidad cuenta con dos museos que se pueden visitar: el Lofoten Tørrfiskmuseum y el Norsk Fiskeværsmuseum. Sin embargo, si existe algo que lo caracteriza igual o más que la pesca, eso es el pan, no solo por su sabor, también por la historia de la panadería.
La panadería
También conocida como Gammelgården (la casa vieja), fue construida en 1844 basándose en los estilos arquitectónicos típicos de Trønder y Nordland. Después de un incendio en 1888, el edificio fue reconstruido en un estilo Imperio tardío que comprendía un techo de pizarra a dos aguas, todo ello le ha otorgado la categoría de monumento histórico por la Oficina Central de Monumentos Históricos.
En la planta baja aún se mantiene la panadería existente durante el siglo XX y funciona como local de demostración durante el verano. Sin embargo, todos los días se puede comprar pan recién hecho y panecillos de canela.
Apúntate a la newsletter y recibe en tu correo las mejores propuestas para viajar por el mundo.
Comentarios
Hemos bloqueado los comentarios de este contenido. Sólo se mostrarán los mensajes moderados hasta ahora, pero no se podrán redactar nuevos comentarios.
Consulta los casos en los que 20minutos.es restringirá la posibilidad de dejar comentarios