Un 30 de marzo de 1746 nacía Francisco de Goya en la pequeña localidad de Fuendetodos, en Zaragoza. Con su larga trayectoria, se convirtió en uno de los pintores más importantes no solo de España, sino de la historia del arte mundial. La obra del artista abarcó géneros muy diferentes, desde el rococó al surrealismo, pasando por el neoclasicismo, el romanticismo, el impresionismo y el expresionismo.
Goya nos dejó obras tan icónicas como La maja desnuda, El 3 de mayo en Madrid o El aquelarre. Y si hablamos de sus pinturas murales, una de sus obras cumbre fueron los frescos de la ermita de San Antonio de la Florida. De hecho, este templo de la ciudad de Madrid es donde reposan los restos del artista a día de hoy.
La ermita de San Antonio de la Florida
En la actual zona madrileña de Princesa, cerca del río Manzanares, se construyó en 1732 una ermita dedicada a San Antonio de Padua por orden del rey Carlos IV. Tras el derrumbe de ese primitivo santuario se levantó otro entre 1792 y 1798, a manos del arquitecto Francisco de Fontana. El resultado fue un pequeño templo de aspecto sobrio en su exterior, pero un gran tesoro artístico en el interior.
Presenta una planta de cruz griega, con un ábside semicircular en la cabecera y una gran cúpula. Alrededor encontraremos estancias adosadas a la ermita formando así un rectángulo. "Es uno de los mejores ejemplos del neoclásico madrileño y resaltan los pies que marcan la fachada principal construida según el canon barroco", señalan desde Turismo de Madrid.
Una de las obras cumbre de Goya
Los visitantes de la ermita se quedarán boquiabiertos al entrar en el edificio. Allí les espera una explosión de color, un espectacular conjunto de frescos de Goya que decoran los techos y bóvedas. Las pinturas de alrededor de la cúpula representan ángeles niños y ángeles mujeres, que rodean la escena principal: la cúpula muestra uno de los milagros de San Antonio de Padua, concretamente la resurrección de un muerto. Como testigos de ese acontecimiento, Goya pintó unas 50 personas con todo tipo de expresiones al otro lado de una barandilla.
Debido a su enorme valor artístico, la ermita fue declarada Monumento Nacional en 1905. No fue hasta el 1919, 91 años después de la muerte de Goya en la ciudad de Burdeos, que el cuerpo del pintor fue trasladado a este santuario. Además, en 1928 se construyó justo al lado un templo idéntico, la Parroquia de San Antonio de la Florida, para acoger el culto y dejar la ermita como un monumento a Goya.
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