En el extremo norte de la provincia de Burgos, en plena comarca de Las Merindades, inmerso en un paisaje de valles, bosques, cumbres rocosas y extensos prados, se encuentra Espinosa de los Monteros. A media hora de en coche de Burgos se ubica esta villa en la que, si la visita coincide con el último fin de semana de julio, se vive una auténtica fiesta medieval.
Dicen los historiadores que los primeros pobladores cántabros de la Península Ibérica fundaron este lugar del norte de la provincia de Burgos en torno al 800 a.C. Pasó después por manos romanas, árabes y cristianas y fue en el siglo XI, en plena Reconquista, cuando aconteció el hecho que unió la villa de Espinosa con los reyes españoles durante nueve siglos.
El nexo real de la villa
Se cuenta que en el año 1006 el Conde Sancho García invitó a un rey árabe, que se enamoró de la madre del conde. Cegados por la pasión, decidieron deshacerse del conde porque suponía un obstáculo. Inicialmente, ella le entregaría a su hijo una bebida envenenada tras su jornada de caza, pero el plan fue descubierto por una de las camareras. La sirvienta se lo contó a su esposo, que era el escudero de Sancho García, y este avisó a su señor. En agradecimiento, el conde determinó que el escudero, su familia y sus descendientes serían su guardia personal, encargada de velar su sueño.
Nació así el Cuerpo de Monteros de Espinosa. Ahora bien, desde la web oficial de la Guardia Real señalan que "no constituyeron en realidad un cuerpo de carácter militar porque su misión, definida más claramente en las Partidas de Alfonso X el Sabio, era la de custodiar al rey mientras dormía". Aunque desde la institución sí reconocen que "quizás el muy noble Cuerpo de los Monteros de Espinosa fue la primera unidad que merece el nombre de Guardia Real".
Patrimonio histórico en Espinosa de los Monteros
El Cuerpo de Monteros de Espinosa se disolvió con la Segunda República, en 1931, pero ya había cambiado la historia del municipio, no solo por ser el lugar de procedencia de sus miembros, sino porque estos repartían su tiempo entre la corte y dicha localidad. De ahí las casonas, los palacios, las torres fortificadas y los edificios blasonados que veremos en esta villa.
Podemos empezar el paseo por la plaza de Sancho García, el centro neurálgico de Espinosa de los Monteros, que además alberga la Iglesia de Santa Cecilia, de estilo renacentista. Seguimos el tour por los palacios de los Marqueses de Chiloeches, de los Fernández-Vila y de los Marqueses de las Cuevas de Velasco. Podemos desviarnos hacia la ribera del río Trueba, custodiado por la Torre de los Velasco, una gran construcción defensiva del siglo XV. Junto a la torre hay piscinas naturales, un gran reclamo en esta villa cuando el sol aprieta en verano.
Los valles pasiegos burgaleses
Espinosa de los Monteros se enmarca en Las Merindades, la zona más septentrional de la provincia de Burgos. Un lugar donde el Ebro y la Cordillera Cantábrica han creado un paisaje de ensueño y en la que la cultura pasiega, basada en el pastoreo de ganado, la trashumancia y la dureza de las condiciones, marcó su impronta.
Espinosa de los Monteros es la puerta de entrada a la zona de Las Machorras y los cuatro valles pasiegos burgaleses: La Sía, Lunada, Trueba y Rioseco. Los más montañeros pueden optar por varias rutas senderistas como la Senda Barrios de la Sía (circular y de 9 kilómetros), la Senda Valle de la Lunada (perfectamente señalizada, circular y de 11 km) o la Senda Cascada del Guarguero.
Gastronomía y mercado medieval
Otro de los orgullos de Espinosa de los Monteros es su mercado tradicional de los martes, herencia de un privilegio concedido a la localidad en la Edad Media. Es un buen lugar para comprar productos de tradición artesanal. De Espinosa de los Monteros es imprescindible probar el queso pasiego, la mantequilla, las quesadas o los famosos sobaos.
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