Como la mayoría de ciudades de España, numerosas estatuas y esculturas decoran las calles, plazas y fuentes de la capital. Muchas son abstractas, como La Sirena Varada (calle Eduardo Dato con Juan Bravo) o mitológicas, como la propia Cibeles, pero hay muchas otras que hacen honor a sus gentes.
En el barrio de Las Letras, en el Madrid de los Austrias o en Malasaña se encuentran algunas de estas piezas que se pueden admirar en una ruta a pie perfecta para conocer aspectos singulares de Madrid.
El Abrazo
Denominada "El Abrazo" y conocida como los Abogados de Atocha, es una escultura situada en la Plaza de Antón Martín creada por el pintor valenciano Juan Genovés e inaugurada en 2003. La pieza de bronce rinde homenaje los abogados laboralistas asesinados en su despacho de la calle Atocha, 55. El 24 de enero de 1977 un grupo de ultraderecha asaltó el despacho y mató a cinco abogados cercanos a Comisiones Obreras y al PCE, otros cuatro resultaron heridos.
Farolero madrileño
Originalmente instalada en la Plaza del Carmen y más tarde trasladada a la calle Concepción Jerónima, 14, esta estatua hace referencia al extinguido gremio de los faroleros. Se encargaban de encender las farolas de aceite antes de que anocheciese y apagarlas al amanecer. El alumbrado de gas se introdujo a mediados del siglo XIX, pero estos trabajadores existieron hasta los años 30 y 40 del siglo XX, cuando se extendió la red eléctrica, que puso punto y final a este oficio.
El perro Paco
En el número 71 de la calle Huertas está la tierna estatua del perro Paco, sentado y sonriente. El perro Paco era muy querido por la sociedad madrileña del XIX, coincidió con personajes ilustres como Azorín o Pío Baroja que frecuentaban el Café de Fornos y se paseaba por la Plaza de Toros y el Hipódromo. A Paco lo enterraron en el Parque del Retiro después de ser disecado y expuesto en una taberna de Madrid.
Vendedor de la ONCE
Cerca del perro Paco, en la calle del Prado con la esquina de San Agustín, nos encontramos a Fortunato, un hombre de bronce que representa la labor de los vendedores de cupones de la ONCE. Desde hace 75 años son parte del paisaje urbano de las ciudades.
Tras Julia
En la esquina de la calle Pez con San Bernardo se encuentra apoyada en la pared del Palacio Bauer Julia, la primera universitaria. Cuentan las crónicas que esta chica, bautizada Julia por su escultor, era una joven que se disfrazaba de hombre para estudiar en la Central de San Bernardo. Muchos creen que hace referencia a Concepción Arenal, estudiante de Derecho que en 1840 acudía a la universidad haciéndose pasar por un hombre, al igual que Julia.
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