La increíble isla que tiene más flamencos que personas: uno de los secretos mejor guardados del caribe

Es sabido por todos que las islas del Caribe son un paraíso en la tierra. Y estos enclaves son aún más maravillosos cuando son poco conocidos y permanecen alejados de las masificaciones. Es el caso de Bonaire, una pequeña isla que pertenece a Países Bajos donde apenas nos toparemos con personas, y es que en este lugar habitan más flamencos que humanos.

Un lugar tranquilo de arquitectura colonial

Bonaire se presenta como un lugar tranquilo y de naturaleza privilegiada. Su principal ciudad es Kralendijk, una población costera de característicos tejados rojos y arquitectura colonial. Es aquí donde se concentra la vida de la isla, con una gran variedad de restaurantes y tiendas, además de monumentos históricos que merecen una visita.

Si nos dirigimos hacia el norte, encontraremos Rincón, donde podremos sumergirnos de lleno en el pasado colonial y esclavista de la isla en el Museo Real Rincón, una antigua plantación restaurada.

Un paraíso para los buceadores

Pero más allá de sus pintorescos núcleos de población, el atractivo principal de Bonaire es su naturaleza exuberante. Desde las plantaciones de cactus hasta los humedales, desde los manglares hasta las playas paradisiacas. Algunos lugares que no podemos perdernos son la bahía de Lac, las playas de Karpata o de Bengue o el Parque Nacional Washington Slagbaai.

Y además de recorrer la superficie mientras practicamos kayak o kitesurf, su rico fondo marino nos brinda la oportunidad perfecta para explorar un mundo subacuático lleno de colores y con una fauna de lo más diversa. En total, hay 86 puntos de buceo diferentes donde podremos hacer submarinismo o esnórquel.

Más animales que humanos

Si hay algo que abunda en Bonaire son los animales. Con una población que apenas supera las 20.000 personas, en este enclave caribeño podemos encontrar más flamencos que humanos, sobre todo en el santuario dedicado a esta ave ubicado en la parte más meridional de la isla.

Pero esta no es la única especie campa a sus anchas en el lugar. En las zonas interiores nos toparemos también con cabras salvajes e incluso una población de 1.100 burros. Estos últimos también tienen su propio santuario, donde viven los equinos rescatados tras haber sufrido algún accidente o enfermedad.

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